Las eliminatorias. De Ezeiza a Rosario, del barrio a la televisión
Ayer, Messi se pasó el día viajando; "estoy más en la ruta que en casa, pero necesito ver a mi familia", dijo
El día después de su debut como titular en el seleccionado lo vivió a un ritmo tan vertiginoso como sus arranques endiablados con la pelota. Del centro porteño a Ezeiza, del predio de la AFA a Rosario, de la casa de sus padres de vuelta a Buenos Aires para terminar en el programa de su máximo ídolo: Diego Maradona. Ayer fue el día que Lionel Messi estuvo en todos lados.
Ingresó minutos después de las 9 en el predio de la AFA, con una sonrisa gigante. Los compañeros del seleccionado y el cuerpo técnico lo descubrieron enseguida, sentado en el asiento del acompañante de un BMW gris de un amigo de la familia. Saludó y sonrío a cada uno de los que le tocaron la cabeza en forma aprobatoria. Entró en la cancha para hacer los ejercicios regenerativos con aquellos que actuaron frente a Perú. "El respaldo de mis compañeros fue muy emotivo, me miman bastante puedo decir", reconoció el juvenil de 18 años, hace unos meses nomás campeón Mundial Sub 20 en Holanda y que anteayer vivió una jornada inolvidable en su presentación ante el público argentino. Gracias fue la palabra más frecuente que utilizó ante sus compañeros. "Lindo, lindo", explicó cada vez que tuvo que sintetizar lo que vivió en las últimas horas. "Dale Pablo, dale Pablo", le gritó a Zabaleta, su compañero en el Sub 20 cuando éste se movió entre los suplentes en el amistoso matutino.
Una vez concluido el entrenamiento, firmó autógrafos en la puerta del predio de Ezeiza, un día después de su tarde-noche soñada. Le pidieron fotos las adolescentes enfundadas en banderas con mensajes de amor desmedidos, los chicos y los padres al pibe que está ansioso por ver a su sobrino Tomás. Acompañado por su hermano Matías, Messi emprendió el viaje a Rosario cerca de las 12 y tres horas después llegó a tiempo a la comida familiar que habían organizado sus padres, Jorge y Celia, en su casa del barrio La Tablada. "Sé que estoy más tiempo en la ruta que en mi casa, pero necesito ver a mi familia, estar en Rosario. Mi familia hizo un sacrificio muy grande para venir a verme al Monumental. Yo siento la obligación de estar con ellos, aunque sean unas pocas horas", explicó el jugador de Barcelona.
Nadie lo ignora. Diego Maradona es parte de la esencia y del alma del fútbol argentino. "¡Cómo no voy a ir!", expresó Messi cuando su papá le transmitió por teléfono el pedido de Maradona para que estuviese presente por segunda vez en la "Noche del 10", que se emite por Canal 13. "Diego esconde una atracción diferente -confiesa Messi-, especial para los chicos que jugamos a la pelota." El hombre que vistió la camiseta número 10 del seleccionado durante muchos años es el destinatario de una idolatría que perdura por generaciones. "No lo vi jugar, pero no importa. Es mi ídolo y punto. Con el gol a los ingleses me alcanza y me sobra para saber cómo amó la camiseta de la selección", cuenta el chico que comenzó a jugar en el club Grandoli, que pasó por las inferiores de Newell´s y que a los 13 años emigró a Barcelona.
No hace falta conversar mucho con Messi para darse cuenta de que el halo de devoción por Maradona se mantiene inalterable en su corazón. Y que así conservará. Maradona y Messi se encontraron otra vez y, salvando las distancias, unidos por la mística del talento. Ese que sólo es propiedad de unos pocos elegidos.
lanacionar