Deportivo Merlo busca un lugar en la historia

Hay momentos -sutiles, decisivos- que marcan a fuego la historia de un club. Que abren el camino a la gloria final, esa que queda por siempre, o lo sumergen en el gris de aquellos que serán recordados en pequeños párrafos de los capítulos escritos por otros. Oportunidades que difícilmente se presenten varias veces en el despiadado fútbol argentino?

A ese punto, sublime y riesgoso, llegó el humilde Deportivo Merlo. Es que el Charro es la cenicienta del ascenso en la Copa Argentina, y mañana, ante Boca, intentará escribir la página más ilustre en sus 58 años de vida. "Jugar con Boca es una revolución, pero debemos mantener la calma. Tenemos mucho por ganar y poco para perder. Somos conscientes de que podemos quedar en la historia del club, pero también que vamos a enfrentar a uno de los mejores planteles del mundo", admite a La Nacion Néstor Ferraresi, DT y artífice del momento de Merlo.

Hoy, el Charro - apodo que se ganó por el paso en los años 70 del ex integrante de la Máquina, José Manuel Moreno- es motivo de orgullo para una mitad de Merlo. Se palpa en la calles del Barrio Parque San Martín, donde los elogios y agradecimientos se multiplican. Pero también en ese montón de caritas sonrientes y soñadoras que se pegaron al alambrado para ver una práctica atípica. "Soy hincha de Boca y de Merlo, pero el domingo estoy a muerte con el Charro. Ya cumplí el sueño de verlo frente a River; ahora me muero de ganas de verlo con Boca", dice Maxi, uno de los diez pibes que se escaparon del colegio para presenciar el último entrenamiento. "¿Sabés las veces que dejé mi trabajo por ver jugar al Deportivo Merlo? Hoy no podía faltar. Si el domingo le ganamos a Boca, me puedo morir tranquilo", aporta Ramón, un sexagenario emocionado.

El crecimiento de este club, que estuvo a punto de desaparecer en 1986, fue vertiginoso en los últimos seis años: en 2006, de la mano del mismo Ferraresi, ascendió de la C a la B y, tras zafar del descenso dos veces, en 2009, consiguió por primera vez subir a la B Nacional, al ganarle la promoción a Los Andes. Hoy se transformó en el verdugo de los grandes en la Copa Argentina: en 16avos de final superó a Estudiantes, en 8vos le ganó a Sarmiento de Junín y en cuartos, a Tigre. "Futbolísticamente lo ideal era jugar con Central, pero emocionalmente enfrentar a Boca es lo máximo que me pasó. Y con Riquelme, la fiesta es completa?", confiesa Leonel García, símbolo y capitán que por primera vez enfrentará al xeneize. Otro que se ilusiona es Alejandro Lipara, encargado del gerenciamiento junto con Norberto Arizmendi: "La chance de ganarle a Boca es pequeña, pero esto es fútbol y todo puede pasar. Si los chicos entienden que la gloria pasa una vez en la vida y ponen todo, daremos la sorpresa".

Hay, también, dos jugadores que experimentarán una rara sensación: Alejandro Friedrich y Daniel Delgado, hinchas fanáticos de xeneize. "Es increíble e impensado. Como hincha de Boca nunca me imaginé que iba pasar por esto. Por un día haré lo imposible para que Boca pierda y Román juegue mal", confesó Friedrich, quien se encargará de marcar al 10. "En la cancha me olvidaré de mi sentimiento bostero. Tenemos que dejar todo para estar a la altura de lo que implica el partido. Esto es un premio para todos los que nos hicimos bien de abajo", dijo Delgado.

El plantel profesional cuenta con 30 jugadores, al que el club destina 400.000 pesos mensuales, convirtiéndose en el equipo de más bajo presupuesto en la B Nacional. En tanto, otros 200.000 van a las inferiores y al pago de los empleados. Por su cosecha en la Copa Argentina, Merlo ya embolsó $ 1.300.000, y si vence a Boca sumará $ 800.000 más. "Acá sólo pensás en jugar, no tenés que hacerte problema por la plata porque los pagos están al día", destaca Leandro Lázzaro, una de las caras más conocidas.

En un rincón del Oeste, Merlo no es sólo pasión: es parte de la vida misma. Y su historia reciente marca el camino por seguir. Mañana, ante Boca, tratará de cumplir el sueño cinematográfico del elegido que le pasa el plumero al cielo de su noche, antes de tocarlo con las manos...