El día después de Rosario Central: una victoria que le da aire a Montero y las reacciones de los dirigentes
El entrenador uruguayo relajó el ambiente después de un flojo comienzo en la Superliga; mientras el plantel celebraba el triunfo, los directivos protagonizaron un festejo eufórico en el palco
MENDOZA.- No llegaba nada bien Paolo Montero al choque con Boca . El magro fin de torneo pasado y la floja campaña en el inicio del campeonato actual (en cuatro fechas cosecha tres empates y una derrota) lo habían ubicado en una zona de riesgo al entrenador uruguayo de Rosario Central .
El DT había dicho en la previa que después del partido contra el conjunto de la Ribera iba a decidir qué hacer con su futuro. Tal vez sin proponérselo, todo pareció formar parte de una cábala iniciada hace un año con Eduardo Coudet, cuando anunció que si perdía con Boca renunciaba, y sus jugadores le regalaron una victoria inolvidable.
Para Central, el triunfo frente a Boca relaja y oxigena el ambiente. Por eso la alegría de Montero, que remarcó en la zona mixta: “Nos llevamos este triunfo que el grupo merece porque está comprometido. Nunca dudé de este plantel”
“¿Por qué no organizan un campeonato para Boca y River, y otro para el resto?”, preguntaba mientras, a viva voz, un allegado a la dirigencia rosarina por los pasillos del estadio. “Se creen que estamos de relleno”, agregó.
Central encontró en la Copa Argentina una competencia en la cual se agranda. No por casualidad fue subcampeón de las últimas tres ediciones. En 2014 cayó por penales ante Huracán, en 2015 Boca le arrebató el trofeo en aquella final polémica, con el árbitro Diego Ceballos como gran protagonista, y en 2016 cayó 4-3 frente a River, en un partido emotivo y a puro gol. Ahora, en cuartos de final, se enfrentará con Banfield o Godoy Cruz de Mendoza, que se enfrentaban anoche en Córdoba, con la ilusión de, este año sí, poder coronarse. Mientras tanto, sigue disfrutando el hecho de haber eliminado, otra vez, a Boca.
La reacción de los dirigentes
“¡Ahí tienen! ¡Vamos Central, carajo! ¡Esos son huevos! ¡Vamos, todavía!”, Los gritos salieron del palco que ocupaban los dirigentes de Rosario Central una vez que concluyó el partido. Un festejo que contrastaba con la tranquilidad del sector central de plateas cubiertas, en el que la mayoría eran trabajadores de prensa.
El más eufórico era el vicepresidente segundo de la entidad, Ricardo Carloni. Pero la euforia era generalizada. Había personajes que se tomaban los genitales, exaltando la “fibra” que había tenido el equipo.
El motivo de tamaño desahogo estaba enfocado en que los rosarinos consideraban que lograron vencer a Boca a pesar de la actuación del árbitro Fernando Rapallini. “Y eso que no nos cobraron un penal”, coincidían en la zona mixta, en referencia a la mano de Pablo Pérez en el área ante un remate de Colman, no sancionada por el juez.
En tanto, el vestuario de Rosario Central desbordaba de felicidad. El plantel conducido por Paolo Montero dejó el estadio Malvinas Argentinas con la misma adrenalina con la que había llegado horas antes. En la previa, la concentración en los rostros de Marco Ruben, Paulo Ferrari y compañía estaban focalizados solo en un asunto: dar el gran golpe. Lo lograron.
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