El diván de Boca: Gustavo Alfaro no puede superar el trauma de la eliminación con River
A veces los partidos clave del campeonato se dan en el momento preciso. Ni al principio ni al final: en una instancia media en la que se puede producir un punto de inflexión tanto de un lado como del otro. El sábado, en la Bombonera, Boca y Argentinos protagonizarán ese típico partido que captará la atención, incluso, de los ojos neutrales: llegan al duelo crucial con 28 unidades y muchas similitudes en el desarrollo parcial de la Superliga.
Seguramente, en la encuesta que preguntará quién es el favorito, se impondrá el elenco de Gustavo Alfaro por su localía y, especialmente, por la jerarquía de sus jugadores. Si los tres puntos en juego finalmente quedan en la Ribera, el entrenador rafaelino podrá exhalar profundamente y sacar toda la tensión que acumuló en las últimas semanas. Porque podría asegurarse cerrar el 2019 como puntero (solitario o en compañía), ya que nadie tiene las unidades suficientes como para superarlo aunque pierda el 8 de diciembre, ante Rosario Central, en Arroyito. Ese es el objetivo que se había trazado junto a sus jugadores desde aquella gran frustración ante los millonarios: dejarle al próximo entrenador (puede ser él mismo, pero parece tener cada vez menos posibilidades) una ruta más limpia rumbo al trofeo, teniendo en cuenta que solo quedarán por disputarse siete jornadas el año que viene, cuatro de ellas en la Bombonera.
Generalmente se dice que los de afuera son los que le quitan paz a Boca. Sin embargo, en otras oportunidades son los propios protagonistas los que alimentan a las fieras. Esa dura derrota en la Libertadores desbordó de bronca a un Alfaro que no logra soltar esa eliminación y, en efecto, se transformó en un hombre que va declarando desde entonces por un camino incorrecto. Teniendo por delante un encuentro fundamental que –incluso– puede ayudarlo a elevar sus aspiraciones personales de continuar en el banco azul y oro, y en medio del alivio que causó en el club la final continental que perdió el rival de toda la vida, fueron inoportunas (una vez más) las palabras que el entrenador expresó en Radio Rivadavia, el lunes por la noche, volviendo a un superclásico que ya era historia.
"Todos hablaron de que yo había dicho que quería volver a mi casa a recuperar mi vida, pero nadie dijo cómo lo pasamos por arriba y le ganamos a River en la revancha. Cuando deje de ser el técnico de Boca, voy a ir a Paraguay con todos los videos que tengo para que Seneme [Wilson, director de la Comisión de Árbitros de Conmebol] me explique algunas cosas. Y tienen que cuidar las formas: si ponés un VAR argentino en la Bombonera, ponelo también en el Monumental", insistió, como hace algunas semanas.
El consejo de D’Onofrio
Cosas como éstas hacen, primero, que en el propio oficialismo, frente en el que tendría mayor apoyo, se empiecen a agotar de sus innecesarias frases. Y, segundo, que desde River, se olviden un rato del dolor y vuelvan a jactarse: "¿Los tiros libres no los vio? 15 no fueron, pero no los habrá visto. Que lleve un par de videos, eh", contestó Rodolfo D’Onofrio, presidente del club de Núñez, en radio La Red, en alusión a la cantidad de infracciones que el juez Wilton Sampaio cobró en favor de los xeneizes en el desquite. Y agregó: "Cada uno tiene su visión. Respeto, pero le doy la mía. River podría haber ganado 4-0 en el Monumental. Boca ganó, pero clasificamos nosotros".
Boca no deberá confiarse: lejos está de tener un partido accesible frente al Argentinos de Diego Dabove, un técnico que en el semestre pasado ya había armado un conjunto competitivo y fue eliminado por Boca en las semifinales de la Copa de la Superliga. Sobre todo, porque puede decirse que van de la mano, más allá de la igualdad en la tabla. Los dos ostentan ocho triunfos, cuatro paridades y dos caídas, pero la cuestión más llamativa es que si se habla de goles convertidos, contabilizan cantidades que, quizás, no aparentan ser la de dos punteros: 18 tantos para los de la Ribera y 14 para los de la Paternal. Rubro en el que son igualados o superados por River (26, con un partido menos), Arsenal (22), Lanús y Rosario Central (21), San Lorenzo (20), Racing (19) y Newell’s (18), algunos equipos que están varios puntos por debajo. ¿La clave para el equilibrio? La cantidad de tantos en contra, siendo los dos conjuntos a los que menos le convirtieron en la competencia: Boca recibió cinco; el Bicho, nueve.
¿A qué se debe? Se trata de equipos que casi nunca se dan el lujo de golear y que, por el contrario, se mueven entre victorias ajustadas, mostrando varias vallas invictas: cuando se ponen en ventaja, es difícil poder alterar el resultado, ya que se defienden bien. Incluso, salvo alguna excepción, en las pocas derrotas que sufrieron la diferencia ha sido de solo un gol.
¿Qué se puede esperar? Un partido cerrado, de detalles, pero el fútbol no deja de demostrar que puede destruir cualquier especulación. Lo que está claro es que Alfaro no puede fallar si quiere alimentar su esperanza de seguir en Boca.
Riquelme, de nuevo en la Bombonera, 1697 días después...
El encuentro ante Argentinos, además, ya tiene confirmado otro condimento extra a ocho días de las elecciones boquenses: la presencia de Juan Román Riquelme, el vicepresidente segundo de la fórmula Ameal-Pergolini. Anunciado por el propio ídolo de Boca y confirmado el domingo pasado por el propio candidato a presidente, Román volverá a la Bombonera después de 1697 días (cuatro años, cuatro meses y 22 días). Su última vez en el estadio había sido en el partido homenaje a Sebastián Battaglia, el 8 de abril de 2015, cuando las tribunas cantaron muy fuerte contra Daniel Angelici, algo que probablemente se repita el sábado. El destino quiso que el retorno a su casa sea en el enfrentamiento que tendrán las dos entidades que lo formaron en sus inicios y lo vieron terminar con su carrera deportiva.
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