Renato Gaúcho, el ídolo que triunfó con la camiseta y el traje: el campeón que quiere dar el golpe en el Monumental
Pícaro, burlón, carismático, desfachatado, soberbio, ejes de la personalidad de Renato Portaluppi que es también Renato Gaúcho. Una señal de la malicia futbolística que encarna se manifestó en el mensaje que utilizó dos días antes de viajar a Buenos Aires y lo que sucedió: "Luan y Everton están fuera de la lista. Luan todavía está con dolor en el pie y Everton probó y no está al 100%. No sirve forzar la situación. Ellos se quedarán en Porto Alegre", relataba el entrenador de Gremio, tras el empate con América MG, por el campeonato Brasileirao. Pero cuando la delegación tricolor aterrizó anteanoche en la Argentina… Luan, con el uniforme del club, era parte de la comitiva y hasta se fotografió con un simpatizante. El paso de comedia que ensayó el entrenador no se detuvo. "¿Quién? ¿Quién? No entiendo", expresó, con ironía, cuando le preguntaron por la figura de su plantel, que se entrenó en el predio de Casa Amarilla. "Si no pudiera jugar, no habría venido", remató. Así se divierte, así descomprime el clima, un día antes de un encuentro trascendental quien no encaja en la nueva generación de directores técnicos de Brasil, esa que encabeza el seleccionador Tite, estudiosos y siempre dispuestos a ampliar el horizonte, sumar conocimientos.
Renato Gaúcho no usa lenguaje técnico, porque ve el fútbol como una cuestión humana. Es común que se interiorice por los problemas personales que puedan desenfocar a un futbolista y también mantiene una aceitada relación con los empleados del club, a los que llegó a brindarles ayuda económica. Los jugadores le tienen plena confianza, esa que él se gana regalando cariño y lealtad en la intimidad y en las prácticas. Pero que entre sus métodos se incluya la caixinha, la multa que le cobra a los futbolistas cuando retrasan su llegada en un entrenamiento, no significa que no se aggiorne ni eche mano a la tecnología. Claro, sus actos siempre provocan suspicacia, como cuando utilizó un dron para espiar el entrenamiento de sus rivales. Lejos de ruborizarse, atacó como en sus días de futbolista: "El mundo es de los astutos".
Ídolo máximo de la historia de Gremio, el club con el que levantó la Copa Libertadores en 1983 como futbolista y el año pasado como director técnico, único caso en Brasil. Porto Alegre siempre le regaló momentos inolvidables, ayer y ahora. Con 21 años, cuando era un prometedor delantero, convirtió los dos goles con el que los gaúchos superaron a Hamburgo, que alistaba a futbolistas de la talla de Felix Magath y Manfred Kaltz, en la Copa Intercontinental; hoy, a los 56 años, desea con fervor repetir el éxito de 2017 y regresar a los Emiratos Árabes Unidos para disputar el Mundial de Clubes y así proyectar una final nuevamente con Real Madrid, que lo superó 1-0, con gol de Cristiano Ronaldo.
Gremio, al que dirige por tercera oportunidad, las dos primeras sin títulos, lo rescató cuando su trayectoria, que se inicio en Madurerira, parecía opacarse. Cuatro veces condujo a Fluminense –en Río de Janeiro, como futbolista, defendió los colores de Flu y también vistió los colores de Flamengo– y tras ser despedido en 2014 se tomó un año sabático, hasta que llegó el llamado desde Porto Alegre. Ese tiempo libre descubre quién es Renato Gaúcho: lejos de tomarse un avión con destino a Europa para entrevistarse con técnicos como Guardiola, Mourinho, Ancelotti, Van Gaal o Heynckes, optó por jugar futvoley en la playa junto con sus amigos Romario, Edmundo y Djalminha. "Los que saben de fútbol se quedan junto al mar jugando futvoley, los que no saben van a Europa a estudiar e intentar aprender algo", replicó a los detractores. Tres meses después de asumir en Gremio, en 2016, ganó la Copa Brasil y empezó la seguidilla de títulos con la Libertadores 2017 y la Recopa Sudamericana, trofeos en los que superó a Lanús e Independiente, respectivamente.
"Contra River será una pelea contra un perro grande. Es un equipo que sabe jugar la Copa, pero mi grupo también", apuntó Renato Gaúcho, tras superar a Atlético Tucumán, en los 4tos de final; en la etapa anterior, Estudiantes estuvo a segundos de eliminar a Gremio: el gol de Alisson y la efectividad en la tanda de penales sostuvieron al campeón defensor y agigantaron la figura de su técnico, que siempre descubre razones para enseñar su desfachatez. "¿Cuántos títulos más tendré que ganar para que el club me haga una estatua? ¿O piensan esperar hasta mi muerte?".
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