El Mundial de la pelota parada se definirá entre los equipos que mejor movieron la pelota
MOSCÚ.– Ha sido un Mundial con nítida influencia de la pelota parada. El repertorio fue tan amplio como eficaz su ejecución. Tiros libres o de esquina muy bien pateados con rosca o cortados. Cortinas y claros dentro del área. Búsquedas al vértice más cercano del área chica para anticiparse al rival que va libre a la pelota. Centros pasados para el rematador más lejano. Jugadas de pases cortos y supremacía numérica para que el centro tome a la defensa contraria en salida. Tiros rasantes para que un desvío altere todo. Marcas personales o coberturas zonales, dio igual. No sólo importan la cantidad y el porcentaje de los goles con este molde, si no también su impacto en los partidos. Hubo muy pocos decorativos. En su mayoría definieron resultados.
El entrenamiento influye mucho más en el ataque que en la defensa. El mismo equipo que marca un gol por esa vía, lo recibe en su propio arco. Uruguay disfrutó de Giménez pero sufrió a Varane. Inglaterra tuvo a Maguire, pero el mismo defensor no pudo con Mina.
Me atrevo a una explicación. En los ejercicios de ataque, el entrenador tiene al propio pateador y a los propios cabeceadores. Aun considerando el factor aleatorio y que el rival también se mueve, el resultado de la jugada siempre dependerá más del primer ejecutante. La defensa está expuesta al primer movimiento, que desconoce. Luego reacciona. Se puede entrenar la cobertura defensiva pero quienes pateen y cabeceen en ataque durante las prácticas no estarán en el juego. Habrá otros futbolistas. Bien estudiados por supuesto, pero distintos.
En ataque, todo depende un poco más de los propios. ¿Cómo llegamos a un córner o un tiro libre? ¿De la nada? ¿El árbitro cobra lo que se le antoja? No, hay que jugar. Mover la pelota para provocar un tiro de esquina o una falta. Puede ser la causa de un resultado. Pero la jugada de pelota parada SIEMPRE es consecuencia de la pelota en movimiento.
Insistir en la fragmentación buscando certezas en un deporte cada vez más integrado nos quita análisis y disfrute. ¿Qué hacemos con el cansancio de Croacia tras dos prórrogas y dos definiciones por penales? El indicador estrictamente físico lo dejaba afuera antes del duelo ante Inglaterra. Por suerte, el futbol es mucho más que eso. Todos sus factores se relacionan entre sí cada vez más.
Volvamos a eso de mover la pelota. Usarla bien, darle a cada pase un sentido. Francia y Croacia llegan a la final de Moscú con la fortaleza de su respectivo mediocampo. Pase lo que pase en Luzhniki, en el plantel ideal de la Copa estarán Kante, Pogba, Modric y Rakitic.
N’Golo Kante recupera una pelota cada treinta segundos y yerra un pase cada seis meses. Siempre está bien ubicado gracias a su comprensión del juego. Corta y quita debido a su capacidad para anticiparse a la jugada. Lejos de los reflectores que ahora apuntan a Mbappé, Paul Pogba ahora sí vale lo que costó. La rompió ante Bélgica en dos registros diferentes. Fue tercer central para defender contra Fellaini en todos los centros cruzados que buscaban al belga como segundo nueve. Desactivó ese recurso.
Cuando Martínez sacó al mediocampista, Deschamps puso a N’Zonzi de cinco con Kante y Tolisso de interiores. Salió el solidario Giroud y Pogba jugó diez minutos de enganche, detrás de Mbappe y Griezmann. En ese lapso, dejó dos veces a sus compañeros mano a mano con Courtois. Matuidi aporta balance sobre la izquierda. Releva al lateral Hernandez que pasa todos los tiros por ese costado. Neutralizó a De Bruyne en la semifinal. Y siempre se la entrega a uno propio.
En sus tres duelos de mano a mano, Francia impuso supremacía desde el centro del campo. En el 2-2 y el 3-2 ante Argentina, movió la pelota hasta encontrar el pase profundo para Hernandez. Antes del error de Muslera, dio más de 15 pases para desarticular el bloque uruguayo y poner a Griezmann con tiempo y espacio para el tiro.
Luka Modric está en modo Balón de Oro. Con casi 33 años, la temporada en el Madrid que incluyó final de Champions y este Mundial con los suplementarios encima, ¡fue a presionar la salida inglesa en el minuto 115! Entendió todo. Sabía que era lo mejor para evitar la construcción limpia de su rival. Nunca pierde la pelota. Se la guarda, se frena, busca el mejor pase, no patea con el adversario encima. Juega simple, lo más difícil en este deporte. Nunca se detiene en su objetivo de recibir libre. Agrupa y ordena a sus compañeros. También contribuye con la fase de recuperación. Es el mejor mediocampista del mundo.
Marcelo Brozovic lo respalda en el virtuoso triángulo del medio. Da un buen primer pase, releva y equilibra. Y no para de correr. Ante Inglaterra, su kilometraje llegó a 16 km en 120 minutos. En el 119 estaba presionando a Pickford para que no sacara cómodo.
Ivan Rakitic es la tercera pieza. Acepta el liderazgo de Modric y se muestra como un excelente futbolista complementario. Adecua su juego al del número 10. No se duplican, se complementan para fortalecer al equipo. Llega menos que en Barcelona pero lo compensa con su participación en la elaboración, con cambios de frente marca registrada. En los dos goles ante Inglaterra, Croacia movió la pelota con sus medios. La cadena de pases estiró al rival que corrió de lado a lado. Cuando creó el espacio, se incorporó el lateral en ataque. Vrsaljko metió el centro venenoso para el 1-1 de Perisic. Pivaric remató al arco en el prólogo del 2-1 a cargo de Mario Mandzukic, una bestia competitiva. Conducidos por sus excelentes mediocampistas, Francia y Croacia jugarán la final. El Mundial de la pelota parada se definirá entre los equipos que mejor movieron…la pelota. El fútbol integra. No hay contradicción.
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