En una noche mágica, las calles se vistieron de fiesta
BARCELONA.- Esto no es una ciudad: esto es una locura. Hay festival en las calles, hay fiestas en las casas, hay bombas de estruendo, hay bocinas que no dejan de sonar, hay una catalanidad al palo .
Todos los corazones conducen a Roma, donde el Barça acaba de ganarle al Manchester la más rutilante final de la Champions League, pero todas las piernas conducen a Canaletas (allí, en el comienzo de las famosas Ramblas, está la pequeña e insignificante fuente que le promete un regreso a la ciudad a todo el que beba su agua), al puerto y, sobre todo, a la Plaza Catalunya, centro de una ciudad increíble que maravilla a cada paso.
Pero esta noche no se puede ver nada que no sean multitudes que no paran de gritar. Si el Barça es, desde siempre, orgullo de la ciudad y de todo Cataluña, hoy es locura, es pasión, es historia grande y ya es leyenda.
Pasan los minutos y todo se vuelve azul y rojo, los colores del primer club español que consigue en el mismo año (en apenas unas semanas) la triple corona: la Copa del Rey, la Liga y la Champions League.
Para algunos, la euforia había empezado bien temprano. El diario El Periódico de Cataluña dedicó toda la tapa y la contratapa de su ejemplar de hoy a reproducir la escena de la Creación pintada por Miguel Angel en la Capilla Sixtina, con un pequeño cambio: Dios Padre no le toca el índice a Adán... ¡sino a Pep Guardiola!, el DT del campeón.
Todo se ha dado como siguiendo el mandato de un guión extraordinariamente generoso. El derrotado es el último campeón, es el gran Manchester, es un club inglés y es el equipo de Cristiano Ronaldo, detestado aquí, entre otras cosas, por haberle quitado a Messi, el año pasado, el lugar de mejor jugador del mundo. Por supuesto, ya dan por hecho que también ese cetro ha cambiado de dueño. Si un broche de oro debía tener esta noche mágica, era que Messi hiciera un gol. Y lo hizo. Messi, dicen aquí, ya es como un hijo de la ciudad. Messi es el Barça .
Exaltado y divertido, casi fuera de sí, Carlos Pérez de Rozas, un famoso periodista catalán, hincha fanático del Barça, dice que la historia se ha vuelto a repetir. "En Roma, los leones se comían a los cristianos. Hoy, muchos siglos después, en Roma, Leo [Messi] se comió a Cristiano [Ronaldo]."
Más que comida, lo que empieza a correr por las calles es cerveza, es cava (champagne), es todo lo que sirva para festejar. La ola de autos embanderados y de gente va y viene. La camiseta con el 10 de Messi es, probablemente, la más vista. La televisión repite los goles, los fuegos artificiales iluminan el cielo, los héroes de Roma no dejan de contar su hazaña en todos los micrófonos.
Es de noche en Barcelona. No, en realidad, es de día. Esto recién empieza.
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