El enfoque. Enredados en los miedos de la mente
La mente persigue determinación. Porque la duda es la peor enfermedad en los juegos competitivos. La duda paraliza, invalida, asusta. Si afrontar un partido en desventaja no despierta rebeldía, eso se traduce en incertidumbre, confusión y desconcierto. El miedo, los nervios o la desesperación nunca son un saludable combustible. El campeonato argentino, raquítico conceptualmente y de tan dudosa jerarquía, también ofrece otro flanco empobrecido en el carácter de sus futbolistas, en la personalidad de los equipos. Una manera de mensurarlo es repasar en cuántos partidos se revirtió el marcador, un registro para auscultar la valentía y la entereza de un grupo. Pues recorridas ocho fechas del torneo Final, tras 80 encuentros, cinco, solamente cinco, experimentaron un vuelco en el resultado.
El que arranca en ventaja, ya muy difícilmente pierda. Parece que cuando la emergencia y sus temblores se instalan, es difícil desalojarlas. Esos cinco partidos (dos en la 1ra fecha, uno en la 2da, otro en la 3ra y uno más en la 5ta jornada; dos veces lo padeció Estudiantes, ante Tigre y Newell´s) brotan como las excepciones para una rocosa tendencia. Si la convivencia con los pasajes extremos refleja el espíritu de un deportista, este campeonato está retratando a demasiados con desgano y palidez. O al menos con indiferencia, una peculiaridad muy peligrosa.
La debilidad emotiva de Racing, por ejemplo, arrastra múltiples episodios. El archivo lo revela de modo contundente: la Academia no se sobrepone a una desventaja y gana desde el 27 de febrero de 2011, cuando derrotó a San Lorenzo en el Bajo Flores. Pasaron más de dos años y 89 cotejos (de ellos, en 23 empezó abajo)… La trascendencia de la imprescindible sublevación late en el corazón del deporte. Tan anómala se volvió esta situación que el propio Luis Zubeldía asumió: "Dar vuelta un resultado te cataloga como candidato". Marcelo Bielsa solía rescatar: "La solidez que tiene un individuo se manifiesta fundamentalmente cuando tiene que vivir momentos de adversidad". Y Diego Simeone, analizaba con sorpresa: "La inestabilidad emocional es enorme en los jugadores argentinos. En un partido, son leones, y al otro domingo, no son los mismos... Un domingo, decís: «¡Mirá cómo están éstos!», y al otro domingo, parecen otros".
Obligados a reaccionar, la mayoría de los plantes se desinflan. Llamados a cargar y resolver la presión, se cohíben. Envueltos por un tejido de urgencias, se enredan. Fútbol chico, de mentes frágiles.
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