Entre el cielo y el infierno
Se siente. Se palpita. Desde el momento en que los árbitros Gabriel Brazenas y Oscar Sequeira finalizaron los partidos de ayer en Parque Patricios y el Monumental, hinchas, dirigentes, jugadores y directores técnicos, todos, empezaron a jugar el superclásico del próximo domingo. Boca y River medirán sus fuerzas en la Bombonera por el torneo Clausura, pero ambos lo ven como un aperitivo antes del plato principal: los dos eventuales choques por las semifinales de la Copa Libertadores.
Es cierto, todavía faltan los desquites. Los millonarios ante América de Cali (pasado mañana), en Colombia, y los xeneizes con Cobreloa (un día después), en la Bombonera. Pero ambos se sienten interiormente ganadores después de las respectivas victorias por 2 a 1. En siete días se verán las caras y, como siempre, estarán en juego el honor, los colores, el prestigio, y como si fuera poco, nada menos que la punta del Clausura. El límite es fino y ambos estarán entre el cielo y el infierno.
Los dos llegan en su mejor momento. Después de sufrir algunos traspiés, Boca y River se levantaron, están primero -junto con Vélez- y segundo en el certamen local, respectivamente, y con las chances intactas en la Libertadores.
Los dos tienen a sus conductores en su mayor dimensión. Carlos Tevez y Andrés D´Alessandro, en su punto máximo de rendimiento. Ganaron en sabiduría y les aportan explosión y gol a sus equipos. Los rivales los van a marcar y muchas veces les cometen excesivas infracciones, pero ellos no protestan, siguen y contestan con fútbol.
Los dos tienen a sus directores técnicos con las ideas claras. Se acabó el tiempo de las evaluaciones y tanto Carlos Bianchi como Manuel Pellegrini encontraron los equipos titulares y, además, cuentan con un recambio que es la envidia de los rivales.
Los dos están muy parejos en rendimiento (ayer les ganaron con lo justo a Chacarita y Banfield), pero el próximo domingo será a suerte o verdad. Con todos los titulares, Boca demostró que le puede agregar juego a su garra y oficio, como ante Paysandú, en Brasil. Con el equipo completo, River demostró que le puede sumar actitud y entrega a su fútbol, como en la victoria ante Corinthians, en Brasil.
En la paridad, la diferencia la pueden marcar los estados de ánimo. Quizá, de los dos gane el que antes del partido se sienta el mejor. Y, de paso, ahí está Vélez, para sacar provecho de la lucha de los más grandes.
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