Frank Kudelka: "Hemos hecho sumisos a los jugadores"
El hombre que conduce la revolución de Talleres, que se agranda tras los triunfos ante Boca y Lanús
“Me da mucha satisfacción poder plasmar en la cancha una forma concreta de jugar y hacerlo ante rivales de la envergadura de Boca o Lanús, además de disfrutar la alegría propia de quien gana. Pero son triunfos que no me cambian el eje de mi vida ni me mueven de los objetivos para los que estoy dentro del fútbol. ¿Cuáles? Fundamentalmente ayudar a la gente joven a tener más educación y una vida mejor”.
Frank Darío Kudelka no es un director técnico al uso. Lo demostró hace algunas semanas, la noche que su equipo, Talleres de Córdoba, ganó 2-1 en La Bombonera. En el instante en que Reynoso marcó el gol del triunfo, él permaneció inmutable, explicándole a Fernando Godoy, que estaba a punto de ingresar, lo que pretendía que hiciera dentro de la cancha. Como si nada hubiera pasado, ajeno al festejo que crecía a su alrededor. No, no es un entrenador común Kudelka, un hombre que nació dentro de un club en Freyre, un pequeño pueblo del noreste cordobés, que nunca jugó profesionalmente al fútbol, que fue escalando peldaño a peldaño en su carrera y que un determinado día no tuvo ningún empacho en retroceder hasta el torneo Federal A para enrolarse en un proyecto que lo cautivó.
“No me gustaba la idea de ser un técnico que fuera de un lugar o a otro según la plata que le ofrecieran. Quería enquistarme en otro tipo de proyecto, que apuntara a la educación, a la sociabilización, a cultivar a los jóvenes a partir de una serie de hábitos de conducta, de salud, de convivencia, a generarles valores de vida y de comportamiento que trasciendan el hecho de llegar a ser futbolistas o no. Y desde el día que me llamaron olfateé que Talleres podía brindarme esa oportunidad”.
–Pero con la mano en el corazón, ¿creés que hubieras logrado mantenerte sin haber ganado dos ascensos en un año?
–No lo sé. Me considero solo una herramienta más del proyecto, pero no puedo obviar que en nuestro país estamos condicionados por la emotividad social y no solo en el fútbol. Transitamos permanentemente los extremos, y de un día para el otro. Nosotros teníamos la obligación de subir al Nacional B el primer año y la dificultad de conseguir el único ascenso a Primera en el torneo corto que vino después. Superamos ambas etapas y ahora estamos en un proceso de consolidación.
–¿Que por ahora aspira a…?
–A seguir creciendo a través de los campeonatos. Este es un proyecto a largo plazo. Para Talleres como institución, afirmarse en primera significa lo mismo que para otros equipos salir campeón.
Se escapa de la norma Kudelka, gambetea los discursos fáciles y se compromete en cada frase, pero también en una manera de sentir y transmitir el fútbol, más allá de los momentos y los rivales puntuales, o que el clásico ante Belgrano se asome en el horizonte cercano. “Este juego se hizo para ganar en el arco de enfrente y no para defender el propio. Me gusta el fútbol que propone posibilidades de ataque, de ir a buscar la victoria sin tener que esperar el error del rival, que propone hacer de la pelota un elemento que te lleve a ganar un partido y no que esté volando por los aires a ver si te cae a favor o en contra. Y dentro de todo eso, pretendo tener un funcionamiento ordenado a la hora de recuperar el balón, si es posible en el campo del rival”.
–¿Es posible armar un equipo ofensivo sin individualidades de primer nivel, sin grandes figuras?
–Por supuesto. Avalado por tres o cuatro jugadores de mucha experiencia, se puede y me apetece mucho potenciar el caudal de posibilidades de los jóvenes. De eso se trata Talleres hoy: de futbolistas inexpertos con muy buenas opciones futuras, que se están desarrollando en primera. Hay chicos que los venimos trayendo desde el Federal A y con ellos ejecutamos en primera lo mismo que hacíamos en canchas ignotas, de las que nadie se acuerda. Eso para mí tiene un valor único.
–¿El fútbol es cada vez más de los entrenadores que de los jugadores?
–El verdadero poderío lo brindan todos en conjunto, siempre que cumplan los roles que correspondan. Cuando un entrenador pone pautas claras, se sabe qué se entrena y para qué se entrena, los jugadores asimilan la idea o se les convence para que lo hagan, entonces el equipo es de todos, no de una sola área.
–Pero cada vez es más común ver jugadores que no se escapan nunca del libreto que se les marca.
–Los jugadores son “herramientas” a las cuales hay que darles libertades y responsabilidades para que cuando tengan el balón sean creativos, porque de eso se trata el fútbol. Pero es ahí donde se tuercen los destinos de este deporte, porque es verdad que los hemos hecho muy sumisos y los responsables de eso somos nosotros, los técnicos. Desde las inferiores les damos muy pocas posibilidades de crear y de que tengan su impronta, los ponemos dentro de un marco estructural del que no se pueden mover, no les damos libertad para que vuelen y decidan adentro de la cancha.
–¿Y esto tiene solución?
–Sí, pero a largo plazo. Tiene que ver con una manera de vivir. Puntualmente en la Argentina nos cuesta mucho vivir en paz, socialmente hablando. Somos confrontativos, vivimos de conflicto en conflicto, quienes se van criando en el mundo del fútbol trasladan su vida diaria al salvarse como se pueda y muchos lo hacen con una rebeldía inusitada que traspasa las barreras de la responsabilidad. Y por otro lado, acá no hay capacitación para los que capacitan. Invito a que se investigue cuántos cursos para director técnico existen, cómo y quiénes los dan, cuál es el nivel de exigencia. Ni siquiera existe una reglamentación.
–Y con todo este panorama, ¿en qué punto está el fútbol argentino, entendido como juego?
–Siguen naciendo por naturaleza jugadores que son muy buenos sin que nadie les enseñe nada, pero hoy todo atenta para que cada vez sean menos y las pruebas están a la vista. Tenemos un deterioro muy grande en todas las estructuras, aunque lo veo dentro del contexto de lo que es el país en su conjunto. El tipo de convivencia que tenemos hace que quienes se preocupan por mejorar a un pibe vayan quedando cada vez más abajo, mientras sobresalen los individualistas y los egoístas a los que en realidad no les importa demasiado qué es ni qué significa de verdad el fútbol.
Una frase inapropiada lo puede dejar sin el clásico. El sábado Talleres será visitante de Belgrano. Del informe del árbitro Fernando Espinoza dependerá que Frank Kudelka pueda estar en el banco de los suplentes. “Sos un fantasma”, le espetó el DT, frase que le valió la expulsión.
Fassi, el presidente que fue campeón con la T y la B. El proyecto que conduce el presidente Andrés Fassi devolvió a Talleres a primera, aunque el dirigente también fue campeón con Belgrano como PF. “Tres veces, pero nunca di la vuelta”, dijo.
Aquella costumbre de los All Blacks que deja huella. La limpieza del vestuario, cuando se juega como visitante, es un comportamiento que se tomó de los All Blacks. El sábado, Lanús copió la iniciativa que Talleres aplica en sus salidas de Córdoba.
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