Opinión. "Fútbol para todos", el último pelotazo
Aunque juegan distintos partidos, el Gobierno y el fútbol argentino se juntaron para intentar en el último minuto un gol de media cancha que los saque del estado de derrota y postración que vienen sufriendo desde hace tiempo. La pelota está en el aire, con dirección incierta. Los gestores de esta jugada, que actuaron con la celeridad de un golpe comando, le cuentan a la audiencia que la pelota caerá sobre el arco en forma de un golazo que una gran mayoría festejará alegremente. Los escépticos y desconfiados que toman distancia del discurso oficial vislumbran que el pelotazo no sólo no acertará el arco, sino que corre riesgo de irse a la calle y provocar costosos daños.
Hasta ahora se sabe lo que se destruyó -un contrato entre privados que, bueno o malo, tenía vigencia hasta 2014-, pero no está muy en claro lo que se construirá. Al matrimonio Kirchner lo persigue una larga lista de anuncios rimbombantes que luego quedan en letra muerta, en meras intenciones que no se corresponden con la realidad. Cuando desde los ámbitos oficiales se dice que el vínculo entre el Estado nacional y la AFA por la televisación será por 10 años, al fútbol cabe augurarle el mismo destino que en algún momento tuvieron otros emprendimientos de los Kirchner, que ahora hablan de "fútbol para todos", como antes lo hicieron con "créditos hipotecarios para todos", "electrodomésticos de línea blanca para todos" y "automóviles 0 km para todos".
Al golpe de efecto nunca le siguió la instrumentación necesaria para que las medidas tuvieran la popularidad y masividad pretendidas. Seguramente, en breve, el hincha podrá ver por TV el fútbol de primera sin tener que pagar un peso, pero este proyecto no es sustentable en el largo plazo. Va contra la lógica económica internacional, donde el pay per view (pague para ver) se aplica en las principales ligas del mundo. Y también tiene fecha de caducidad política, que son los dos años que les quedan a los Kirchner en el poder. Este manotazo de ahogado del kirchnerismo no tendrá eco en ninguna de las fuerzas políticas que puedan llegar a sucederlo.
Tampoco habría que caer en el simplismo de que el problema económico del fútbol se soluciona sólo con dinero. No hay que perder de vista que la inyección de fondos del erario irá a las manos de los mismos dirigentes de clubes que hicieron desastres administrativos. El efecto podría ser el mismo que darle más dinero a un ludópata que está fundido en medio de un casino. Ya que el Estado ha sido tan generoso con el fútbol, sería bueno que también arbitrara los medios para exigirles a los clubes transparencia y responsabilidad en el manejo de los fondos. Le vendría bien una Oficina Anticorrupción al fútbol argentino, con investigaciones "para todos" y transmitidas por canal abierto.
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