Gallardo es líder en management
Regresó a River y enseguida pidió refuerzos, aunque acababa de tomar al plantel que se había consagrado en el torneo Final 2014. Marcelo Gallardo quería que los campeones se sintieran desafiados. Después de conquistar la Sudamericana reclamó otros refuerzos para proyectar la temporada 2015. Pese al viento de cola que le soplaba en la etapa de definición directa de la Copa Libertadores, antes del receso por la Copa América insistió en nuevos refuerzos. El inconformismo motoriza a Gallardo. Y mantener encendida la competencia interna es uno de sus secretos de conducción.
En lugar de refugiarse en la seguridad de los caminos que lo llevaron a un éxito, Gallardo una y otra vez se propone explorar nuevas posibilidades. Eso demuestra calidad de liderazgo. Difícilmente vaya a optar por lo más sencillo. "Vamos a tratar de profundizar lo que se hizo. No hay que conformarse con lo que se ha logrado, un equipo campeón puede ir a más y en eso trabajaremos", adelantaba el 6 de junio de 2014 cuando lo presentaron en River. Aparecía un entrenador debutante en el fútbol argentino para reemplazar a un histórico como Ramón Díaz, el más ganador en la vida millonaria. El Muñeco eligió el atrevimiento, encabezó una pequeña revolución y reinstaló al club en el campo internacional. Relanzó la grandeza de una institución que se había hundido en la ciénaga del descrédito... ayer nomás. Alzó la Copa Sudamericana, encadenó la Recopa y desde esta noche irá por la Libertadores. Y espera el Mundial de Clubes, en Japón. Si de números se trata, Gallardo suma 67 partidos como director técnico rojiblanco: 36 ganados, 24 empatados y siete derrotas. Apenas perdió el 10% de los encuentros oficiales que disputó.
Gallardo no se abraza a ninguna receta. Para él, sólo es innegociable el estilo, la esencia de la propuesta. Después, entiende que los cambios de nombres, de dibujos, de puestos y de funciones enriquecen el plan. Mantiene a todos en alerta, por cierto, la condición ideal de un futbolista. No se confía. No descuenta, no presupone. "Si funciona, arréglelo", es una de las principales frases que se le reconoce al austríaco Peter Drucker, un gurú del management que murió en 2005, y Gallardo parece haberla adoptado. Porque las transformaciones conviene hacerlas cuando todo funciona bien. En el éxito, el ambiente es más distendido, la asimilación del jugador es más permeable. Gallardo siempre está haciendo ajustes, hasta cuando nadie los reclamaría. Tiene el instinto de la superación.
Gallardo convenció al plantel de que el riesgo debía impulsarlos. Y empezó por él, al descartar la rutina que arrulla, pero corroe día tras día. Porque el que innova pone al grupo frente a un nuevo reto. Gallardo llegó para descabezar tendencias, empujar los límites y remover al fútbol argentino de la monotonía y el estancamiento que solamente había quebrado el Newell's de Gerardo Martino. Y eligió un equipo campeón para confirmar que su desafío sería contracultural.
gm
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