Gallardo, con LA NACION: el día que sintió "angustia" y lo que percibió en Quintero antes de la final
MADRID.- La épica consagración de River en la final de la Copa Libertadores disputada ante Boca en Madrid tiene y tendrá réplicas que durarán mucho tiempo. Durante la extensa charla con LA NACIÓN, Marcelo Gallardo tomó un café, bebió agua y jugó con un bombón que finalmente decidió comer. Y siguió hablando.
Se lo notaba exhausto al DT millonario. Confesó que había dormido muy poco, y de manera intermitente. Pero estaba con ganas de hablar. Y entonces, en los primeros minutos de este martes, habló de un sinfín de temas. De su lugar en la historia de River. De lo difícil que le resulta cada año renovar las energías. De Juanfer Quintero. De Boca. De Guillermo. De fútbol. Y de la posibilidad de que, en algún momento, se convierta en el entrenador de la selección argentina.
-Ya eras ídolo. ¿Ahora sos eterno?
-Creo que es una victoria que te lleva a por lo menos estar en esa mesa. Pero no yo, sino todos los que vivimos dentro del grupo de jugadores y cuerpo técnico. Me parece que no hay nada que pueda superar esto. Sinceramente no lo creo. Es muy fuerte lo que se vivió en estos años, haber pasado por tantos momentos, con alegrías y tristezas. Pero de acuerdo a como se dio esta final, y todo el recorrido y toda la desorientación por las que fuimos caminando, hace que sea mucho más reconfortable la victoria.
-¿Dónde se encuentra la motivación para buscar nuevos desafíos después de semejante triunfo?
-Es una pregunta que me hago en el final de cada temporada. Y no será la excepción esta vez. Más allá de que ya estoy pensando en lo que viene, porque esto es así. Las victorias se disfrutan muy poco, porque enseguida tenés que volver a ganar. Si nos damos el lujo de relajarnos, puede venir un efecto tobogán. Y eso yo no me lo permito. Relajarse significaría comenzar a perder, y eso es algo que un club como River no se lo puede permitir.
-¿Sólo depende de tu recarga de energías?
-El contexto también desgasta mucho. Uno puede ver a River como una institución modelo. Con la idea de seguir desarrollándose. Con la esperanza de que el entorno acompañe. Pero eso es muy difícil, porque no somos una isla. Estamos dentro de la cultura de nuestro país, de nuestra cultura futbolística, de pecados que cometemos permanentemente para impedir que nuestro fútbol evolucione. Yo no puedo mirar para otro lado. Y eso genera desgaste y cansancio, por más sentido de pertenencia que yo tenga con mi club. También hay que tener ganas de seguir, seguir y seguir. Los últimos meses fueron muy difíciles de asimilar. Pero tampoco quiero generar especulaciones con mi continuidad. Tengo un vínculo muy fuerte con mi club y tengo deseos de seguir, pero ya lo evaluaré.
Hubo un momento en que tuvimos que decidir si nos dejábamos invadir por la bronca y la decepción o nos enfocábamos en la final. Y optamos esa segunda alternativa
-¿Tu decisión pasa por la reconstrucción que se viene?
-No. Al contrario. A eso no le tengo miedo. En nuestro país somos exportadores de futbolistas. Y los momentos de renovación me gustan, son un lindo desafío. Eso justamente es parte de lo que me apasiona. Forma parte de mis necesidades para crecer. Sino sería muy fácil para mí.
-¿Qué sentiste cuando escuchaste a Tevez y a Benedetto diciendo "que le den la Copa a River"?
-No voy a hablar ni a personificar a quienes hayan hecho una declaración desajustada. Lo que sí voy a remarcar es nuestro proceder, nuestra postura y nuestras formas. ¿Sabés por qué? Porque es de lo que nos sentimos orgullosos. De eso y del perfil que hemos manejado. No van a escuchar a ningún jugador de River haciendo declaraciones para la tribuna, demagogas. En estos cuatro años y pico hubo episodios en los que alguien haya criticado algo que haya hecho un futbolista de River. Me quedo con eso, con remarcar lo bueno de nosotros. Lo malo de los demás no tengo que ni siquiera mencionarlo.
-¿Cómo transitaste todo lo que pasó entre una final y otra?
-Hubo un momento en que tuvimos que decidir si nos dejábamos invadir por la bronca y la decepción o nos enfocábamos en la final. Y optamos esa segunda alternativa. Porque nosotros estábamos convencidos de que futbolísticamente estábamos mejor que Boca, y que le podíamos ganar en cualquier lugar. Pero hubo un día en el que me sentí mal. Después de lo que había pasado en Brasil con mi sanción, y escuchaba en los medios que decían que evaluaban darme entre seis y nueve meses de suspensión. Había una persecución tan marcada, que era indignante. Y eso me dio mucha bronca. Yo tenía que preparar la semana, y como no me podía guardar sino que tenía que enfrentar al grupo, decidí no guardarme y enfrentarlos y compartir todo lo que estaba sintiendo. Me saqué toda esa angustia y así arrancamos esa semana.
-¿El tiempo te dio la razón con la frase de tener la guardia alta?
-No quiero hacer un culto a esa frase, pero los acontecimientos que han sucedido no me demostraron lo contrario. Tampoco fue que lo dije de la manera en que quisieron montarlo. Pero honestamente, ya no me importa.
-¿Qué pareció la final?¿Te sorprendió cómo Boca retrocedió tanto?
-Lo hizo desde el inicio. Y ellos son muy peligrosos jugando con espacios. Así nos hicieron un gol. Y a nosotros nos tocó tomar la iniciativa, que es lo que nos representa. Al principio se vio un partido con mucha tensión, con muchos errores, con pases errados que no son habituales. Y eso es producto de todo lo que vivimos en este mes entre una final y otra. Y hay que sumarle el escenario. Y es normal que pase eso en los futbolísticos. Un estado emocional muy grande. Y eso se notó en el primer tiempo. Y encima nosotros con la iniciativa del juego, pero no salió a jugar de igual a igual. Porque si Boca salía a jugar igual que en la Bombonera, se hubiera dado un espectáculo similar a aquel. Pero ellos tomaron los recaudos e intentaron generarnos peligro a través de la pérdida del balón nuestro. Lo que pasa es que era con un solo jugador, porque Pavón y Villa estaban contenidos y se paraban muy atrás. Y de todas formas así vino el gol. Lo sufrimos, si algo nos caracterizó en estos años fue no desilusionarnos en momentos diferentes a los imaginados durante un partido. Es una de las grandes cualidades del equipo.
-No debe ser sencillo sacar en plena final de la Libertadores al capitán del equipo…
-Es que si las reglas son claras, a mí no me tiene que temblar el pulso para tomar una decisión futbolística en beneficio del equipo. Ponzio y Maidana no juegan por su trayectoria, sino porque se ganan su lugar en cada entrenamiento. Es algo que se construye con el tiempo, pero si ellos son los abanderados de eso, los que vienen atrás aprenden y crecen con eso.
-Hablame de Quintero…
-Es uno de los futbolistas con mayor talento que tenemos. Un jugador con una calidad de pase enorme. Y a veces la no continuidad en el juego hace que pase inadvertido. Eso a veces me enoja, porque tiene un enorme potencial. Este era un partido para sentirlo. Y en los días previos yo notaba que él lo sentía, tenía buenas sensaciones. Lo fui notando en los días previos, con charlas, con miradas. A mí eso me encanta. Poder palpar, sentir esa energía. A mí me une un gran idilio con los jugadores talentosos. Me une una identidad muy cercana. Me pasó con Pisculichi, con el Pity, con Quintero, con Scocco. Con los que tienen ese talento natural que uno necesita acompañar, para que también lo tengan en momentos importantes y se hagan cargo de ese talento. Y a veces percibís que no están para jugar, o que van a ser mejores con el partido desarmado, quizás desprolijo desde lo táctico.
-Tenés un mediocampo que funciona casi a la perfección, ¿cuánto tardaste en encontrarlo?
-Los equipos no se arman de un día para otro. Lleva tiempo conformar un equipo que funcione y que además gane. No hay mayor ejercicio que el tiempo de trabajo.
Este era un partido para sentirlo. Y en los días previos yo notaba que Quintero lo sentía, tenía buenas sensaciones. Lo fui notando en los días previos, con charlas, con miradas. A mí eso me encanta
-¿Qué le dijiste a Guillermo?
-Nada. Me hizo una pregunta y se la respondí. No tengo una amistad con él, pero nos tenemos mucho respeto. Nos conocemos desde que jugábamos juntos. Es algo que trato de tener con aquellos técnicos que son contemporáneos a mí. Creo que es bueno. A mí no me gusta la hipocresía. Si tengo un lazo que me une, voy y lo saludo. Sino, no.
-¿Qué podés decirle a Fernando Gago?
-Los que jugamos al fútbol y alguna vez nos lesionamos sabemos lo que es sufrir lesiones. Es horrible tener esa sensación de no poder desarrollarte con naturalidad. Por experiencia propia, en estos primeros días te pasa por la cabeza lo peor, pero habrá que ver. Esperemos que tome la decisión correcta.
-¿Qué te genera saber que sos el técnico más ganador de la historia de River junto con Ramón?
-La satisfacción de poder estar comprometido en el lugar donde estoy y que encima me vaya bien como entrenador en el lugar donde siento ganas de que me vaya bien. Me siento un hijo de esta casa, y que hoy los resultados nos hayan acompañado, primero como jugador y ahora como entrenador me llena de satisfacción. El sentido de pertenencia no se vive en todos lados.
-Sos uno de los grandes candidatos a dirigir la selección argentina, ¿te dan ganas de hacerte cargo de este momento de refundación que vive el equipo nacional?
-No me siento preparado para responder esa pregunta en este momento. No sería justa mi respuesta.
-¿Y te gustaría ese ritmo diferente que tiene el seleccionador o te gusta más la vorágine del día a día?
-Yo creo que no hay edad para dirigir una selección. No comparto eso de que tendrías que tener 30 años de experiencia para hacerte cargo de un equipo nacional. Hoy vivo esta vorágine y me gusta. La otra no la experimenté con lo cual no puedo comparar una con otra.
-¿Te sentís reconocido por el hincha de Boca?
-Yo ando por la calle y hay muchos hinchas de Boca y de otros clubes que tal vez me reconocen el trabajo realizado. Es un halago muy grande estar dentro de los candidatos a dirigir la selección de tu país. Un orgullo grande.
-¿Te sentís preparado?
-(Se le ilumina el rostro) No voy a contestarte esa pregunta.
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