Pep Guardiola, un activista catalán más, por el sueño de un país naciente
El ex DT de Barcelona juega un papel como activista político en la búsqueda del independentismo catalán; elogios y muchas críticas
MADRID.– De frente a una multitud que lo ovacionaba, Pep Guardiola tuvo el reflejo de levantar al cielo lo que llevaba en las manos. No era una copa de campeón, sino una urna de acrílico.
El hombre metódico, estaba a punto de ejecutar una jugada de riesgo en el terreno desconocido de la política. Desde las alturas de Montjuic, en Barcelona, Guardiola tomó el micrófono el domingo delante de 40.000 personas para erigirse en emblema público del independentismo catalán, que aspira a celebrar el 1º de octubre un referéndum de dudosa legalidad para disparar la ruptura con España.
“Los catalanes somos víctimas de un Estado que ha puesto en marcha una persecución política impropia de una democracia”, leyó. Dijo que “España persigue el debate político” y apeló a los “demócratas de Europa” a que apoyen a quienes defienden “los derechos amenazados de Cataluña”.
En su papel de activista político, Guardiola se expuso de golpe a un volumen de críticas que jamás conoció en su carrera en el fútbol. Ni siquiera al final de esta última temporada gris en Manchester City, la primera en la que se queda seco de títulos.
Editorialistas, dirigentes políticos y periodistas estrellas hicieron fila para refutar el tremendismo del manifiesto que leyó Guardiola –no lo escribió él–. Le recriminaron su pasado como jugador de la selección española, recordaron su papel rentado como embajador de Qatar (lejos de ser un modelo de democracia) y lo acusaron de perseguir una repercusión que ya no consigue en su profesión.
El ex técnico del Barça hizo silencio después del barullo que desató su foto con las urnas y el tenor de sus denuncias. Pero en el gobierno de Cataluña celebraron: “Es un catalán universal. Su apoyo nos dio una visibilidad enorme”, admite un consejero del presidente regional, Carles Puigdemont.
A los independentistas les cuesta encontrar artistas o deportistas que respalden en público la ruptura. Lo que consiguen es alguna declaración en favor del derecho a decidir el futuro estatus de Cataluña, como hizo Gerard Piqué (todavía lo paga con abucheos en sus partidos con la selección).
Por eso el apoyo de Guardiola resulta invalorable. Ya había ofrecido su nombre para la causa hace dos años, cuando los dos principales partidos del independentismo se unieron en un frente electoral para convertir unos comicios regionales en un virtual plebiscito sobre la secesión. El técnico aceptó ser el último candidato de la lista y grabó videos que se pasaban en los actos de campaña.
En aquellas elecciones el independentismo sumó una mayoría parlamentaria, pero fracasó en su plan de superar el 50% de los votos: se quedó en 47,7%. Sin embargo, insistió en que está legitimado para convocar un referéndum y crear un nuevo Estado, algo que el gobierno español considera ilegal.
Guardiola rubricó los argumentos de Puigdemont: la supuesta persecución judicial a los dirigentes catalanistas, la prohibición del derecho a votar, la existencia de un “gen autoritario” de España.
Las reacciones fueron airadas. “Guardiola dice que España es un Estado autoritario. Para cobrar las dietas millonarias de la selección no era autoritario, eh?”, escribió en Twitter el líder del Partido Popular (PP) en Cataluña, Xavier García-Albiol. Albert Rivera, fundador de Ciudadanos –cuarto partido nacional–, le espetó: “Guardiola dirigió al Bayern de Múnich. Supongo que dirá que Alemania es un Estado autoritario, porque la Corte le niega a Baviera un referéndum separatista”. El diario El País lo descalificó en un crudo editorial
Josep Pedrerol, popular periodista de España, se descargó al aire: “Guardiola es más noticia por sus escarceos políticos que por sus éxitos deportivos. Fracasa en el City y triunfa como agitador de masa”. El Gran Wyoming, conductor del magazine nocturno de mayor audiencia, le achacó su papel como propagandista de Qatar: “España es un estado autoritario y Qatar, un país con todas las libertades. Eso sí, todo lo deciden el emir y su señora”.
En 1992, cuando el Dream Team de Johan Cruyff ganó la primera Champions del Barça, Guardiola habló ante una multitud desde el balcón del palacio de gobierno: “¡Ciutadans de Catalunya, ja la tenim aquí!” (Ciudadanos de Cataluña, ya la tenemos aquí). Aludía a las palabras pronunciadas desde ese mismo lugar por el ex presidente catalán Josep Tarradellas cuando en 1977 volvió del exilio impuesto por el franquismo.
Guardiola seguirá desde Manchester la deriva del reto independentista. Le toca reconstruir un plantel al que no le encontró la vuelta en un año. Prometió al gobierno catalán que estará cuando lo necesiten. El éxito del proceso separatista no depende de él. Pero la recompensa ilusoria es grande. La tentación de convertirse en el prócer de un país naciente.