El hincha que tuvo la corazonada de que River iba a jugar la final y viajó diez días para llegar a México
Después del triunfo 2-0 ante Guaraní en el Monumental, Federico Giusti comenzó su travesía para llegar a Monterrey; intuyó que el millonario y Tigres serían los finalistas de la Copa; ahora hace guardia frente al hotel para conseguir un ticket
MONTERREY.- No hay venta de entradas para los hinchas visitantes, pero el amor por los colores no tiene límites y el fanático se juega a conseguir un ticket a cualquier precio. Fueron 19 años de espera. Federico Giusti apenas tenía siete cuando el uruguayo Enzo Francescoli, ahora manager, levantaba el trofeo en el Monumental y hacía delirar a una multitud. Él, con el rostro aniñado, en su Villa María natal, miraba por la televisión lo que ocurría en Núñez, soñando que el destino le posibilitaría presenciar una final de Copa Libertadores , con su equipo como protagonista. Y se dio, de una manera impensada, de esas que son historias salidas de un cuento. Federico, que en la puerta del hotel Quinta Real está enfundado en una camiseta alternativa de River, hace guardia como los seis policías que están apostados para controlar que no se produzcan inconvenientes ni ruidos molestos que perturben el descanso.
"Hace seis meses que me fui a trabajar a Colombia, como marinero. Trabajo en barcos mercantes y tuve que ir a Panamá. Estando ahí, pensé que si River llegaba a la final con Tigres quizás podía cumplir mi sueño", dice Federico, en diálogo con canchallena.com. Mientras conversa, mira y pide referencias para conocer quiénes son los dirigentes que acompañan a la delegación y así entablar una charla para conseguir una entrada. "Cuando llegué a Monterrey, hace cinco días, busqué en la página del club Tigres y decía que los primeros tres días se venderían los tickets para los abonados, lo malo fue cuando me enteré que, de común acuerdo, los dos clubes dispusieron que no habría lugares para los hinchas visitantes", confiesa.
La travesía de este cordobés resulta una jugada de riesgo, porque la comenzó sin saber si River y Tigres serían los finalistas. Fue una corazonada lo que lo hizo marchar. El viaje incluyó un pasaje de colectivo desde Panamá a la frontera de México; desde ahí, más precisamente en Chiapas, sufrió y festejó la clasificación a la final, con el empate 1-1 frente a Guaraní, en Asunción. Al día siguiente, completó el combo, cuando vía Internet conoció que Tigres superaba a Internacional de Porto Alegre. El último tramo fue desde el Distrito Federal a esta ciudad. "Acá estoy, me falta el último paso, que es conseguir la entrada", dice el marinero que dejó por unos días el mar y se interno por tierra para cumplir un viejo sueño, ese que envuelve a millones de hinchas a los que una banda roja les cruza el alma.
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