Historias argentinas de espías: los 22 laterales de Bielsa y la patada de Chicho Serna
El escándalo que se generó en el Championship inglés por la decisión de Marcelo Bielsa de enviar un espía para seguir un entrenamiento cerrado de Derby County (rival al que derrotó por 2-0), marcó otro capítulo dentro de una serie de historias vinculadas a este tema.
La constumbre es bastante más habitual de lo que se piensa. Y desde hace varias décadas genera anécdotas polémicas y divertidas. El propio Bielsa admitió que era una costumbre habitual en eliminatorias sudamericanas, pero el tema viene desde hace décadas. Aquí, un repaso a algunas anécdotas reconocidas de espías en el mundo de la pelota.
Jugadores espías por pedido del Toto Lorenzo
Una de las primeras anécdotas de espías en el fútbol argentino llegó con la selección de Juan Carlos Lorenzo, recordado entrenador en las décadas del sesenta y setenta. El Toto trabajaba en Mallorca, España, en 1961. Allí se alineó al trabajo del italoargentino Helenio Herrera. Sus métodos y las auspiciosas actuaciones le otorgaron buena fama en nuestro país. Lo contrató San Lorenzo y, después del desastre de Suecia, también se lo consideró el hombre indicado para comenzar a formar una nueva selección. Para imponer el estilo europeo que él bien conocía.
La selección venía del fracaso de Suecia 58 y se instaló la idea de que nuestros futbolistas no se entrenaban lo suficiente y el conocimiento de nuestros entrenadores no alcanzaba para enfrentar a las potencias. Helenio Herrera, en un paso por el país, comentó: "No creo que los argentinos deban variar su modalidad nata, pero a esas virtudes hay que agregarle disciplina y preparación", dijo el técnico que venía de ganar siete títulos en España con Atlético de Madrid y Barcelona.
Ya en Chile, el equipo de Lorenzo tenía entrenamientos durísimos y triples turnos. Después de otra prolongada sesión atlética matinal y sin tocar la pelota, el Toto les pidió a los jugadores que se subieran a un ómnibus. "No teníamos ni idea del lugar al que nos iba a llevar", contó hace unos meses Antonio Rattin, de 81 años, que tiene recuerdos muy particulares de Lorenzo. "El Toto era muy misterioso", dice.
Los jugadores vieron que llegaban al estadio de Rancagua, donde iban a debutar en el Mundial, pero no fueron por el acceso principal, sino por la parte de atrás. Lorenzo los hizo saltar un paredón y les dijo que espiaran el entrenamiento de Bulgaria, el primer rival.
"De repente aparecimos en una cancha espiando a un equipo. No conocíamos a nadie. No sabíamos quiénes eran. No tenía ningún sentido estar ahí, pero así era el Toto Lorenzo. Algunos se metieron en una sala y miraban por una puerta entreabierta –explicó Rattín-. Otros miraban entre los tablones de una tribuna". Después de 40 minutos volvieron a la concentración.
La idea de estudiar al rival, conocer sus movimientos era muy importante para Lorenzo. Su asistente, Norberto Tucho Méndez llegó más tarde a Chile porque había viajado a Lima, donde vio el amistoso que Inglaterra –otro de los rivales- le ganó a Perú por 4 a 0. En aquel Mundial, Argentina derrotó por 1-0 a Bulgaria, perdió por 3-1 con inglaterra, y un empate 0-0 en la última fecha contra Hungría la dejó al margen de las etapas decisivas.
Los 22 saques laterales de Bielsa
La historia ocurrió a principios de los 90, cuando Marcelo Bielsa dirigía a Newell’s. El entrenador era muy obsesivo y cerraba las puertas a la atención a la prensa en determinados momentos. Un día, un periodista de LA NACION llegó al lugar de la práctica sin saber que no había permiso para los periodistas. Pero como era asiduo visitante del lugar, un empleado conocido lo invitó a pasar a tomar unos mates. Se sentaron cerca de la cancha de entrenamiento. No se acercó a los jugadores para respetar la prohibición. Charló un rato con su amigo y luego se retiró.
Horas más tarde, recibió un llamado preocupado de Bielsa. "¿Qué estaba haciendo ahí?, ¿Le contó a alguien lo que hicimos?". El cronista, que no le había dado mayor importancia a la situación, le pidió disculpas, le dijo que no había hecho ningún trabajo periodístico. Bielsa insistió: "No diga nada de lo que vio".
Ahora ya estaba intrigado por el misterio y el periodista decidió preguntarle: "Marcelo, vi que estaban practicando, nada más, ¿pero qué era tan importante que lo preocupa". La respuesta fue inesperada y a lo Bielsa: "Ensayábamos 22 variantes de saque lateral en ataque". Después de lanzar una carcajada, el ocasional intruso tranquilizó al DT y le juró que jamás podría contar nada, porque ni siquiera se había dado cuenta de lo que pasaba en la práctica.
Las lonas de Passarella
La pésima relación entre Daniel Passarella y la prensa en el Mundial de Francia en 1998 tuvo un punto muy recordado con las lonas de L’Etrat. El entrenador argentino hizo tapar todo el perímetro del predio que utilizaba la selección para que nadie pudiera ver los entrenamientos desde afuera del lugar. Los fotógrafos buscaban posiciones elevadas en los alrededor para tomar imágenes con teleobjetivos.
El mismo método utilizó Passarella años después en Uruguay. Hizo poner lonas en todos los alambrados del predio de Maldonado de la Asociación Uruguaya para que nadie pudiera espiar. Antes del partido de la primera rueda contra la Argentina, el Kaiser sabía que Bielsa podía tratar de seguir los entrenamientps.
Varios periodistas argentinos llegaron a Maldonado para seguir las prácticas del equipo charrúa. En una práctica a puertas cerradas, detuvieron su automóvil en la banquina de la ruta 12, que está muy cerca del predio, justo en un sector elevado que permitía ver la cancha por arriba del alambrado cubierto de lonas.
Desde la cancha, Passarella vio que había gente y enseguida pasó llegó una camioneta para pedir amablemente que se retiraran de ahí. ¿Quién era el emisario del Kaiser? Enzo Francescoli, que por entonces ocupaba un cargo en la Asociación Uruguaya de Fútbol.
El espía fotografiado
Justamente un día después de aquella charla de Francescoli con los periodistas, se dio una de las historias más conocidas de los espías de Bielsa.
A la práctica fue uno de los colaboradores del Loco, haciéndose pasar por un periodista. Lo reconocieron y el propio Passarella le pidió al fotógrafo de un diario uruguayo que le saque fotos. Luego la policía lo retiró del lugar. Al día siguiente, la imagen del asistente fue publicada por los diarios uruguayos.
"Es verdad que una persona que trabaja para nosotros fue a observar el rival, pero eso no significa que sea un espía. Gabriel Wanier es un periodista, entrenador titulado, que colaboró y colabora actualmente conmigo, pero él consigue la mayor cantidad de información que leal y legalmente puede obtener. Ir a ver lo que hace el rival no es espiar. Esta palabra significa un ocultamiento que en ningún caso hemos contemplado. Lo que hice, como en todos los partidos que jugamos, lo seguiré haciendo. Él pasó por el entrenamiento de la selección uruguaya, preguntó si desde el único lugar que había para ver lo podía hacer, le dijeron que no y se fue", expresó Bielsa en aquel entonces, según recordó el diario el Observador de Uruguay tiempo atrás.
"Quiero dejar en claro que el hecho de que alguien ingrese a un lugar donde está prohibido, obviando normas, es malo, pero ver legalmente me parece que es propio de la actividad profesional. Para mí tiene poquísimo valor respecto del resultado final la información que pueda revisar del rival, pero entre no tenerla y tenerla, prefiero contar con ella", agregó el Loco.
Chicho Serna y la patada a Aimar
Investigar al rival no sólo es cosa de técnicos. Mauricio Serna contó hace unos años una anécdota sobre un particular momento con Pablo Aimar. "Íbamos a jugar un clásico contra River y en esa época Pablito volaba. Yo ya estaba grande y para mí era inalcanzable. Entonces le dije a Ale (por Alejandro Fantino), que averiguara cuál era el tobillo que tenía mal Aimar, porque yo venía viendo que Aimar jugaba con un tobillo vendado, pero suponía que en realidad era el otro el que tenía mal. Y lo comprobé". Chicho Serna sabía que no iba a tener dos oportunidades para sacar a su rival del partido, porque podían expulsarlo. "No digo que me enorgullezco de eso, pero uno siempre tenía alguna artimaña para jugar", reconoció el colombiano.
Por este motivo los partes médicos que ofrecen los clubes en su servicio de prensa no suelen tener la información correcta sobre las dolencias de los futbolistas. En un ambiente tan competitivo, eso sería revelar información importante para los adversarios. El nivel de búsqueda con intenciones de sacar ventajas es tan grande que hasta se hizo necesario el contraespionaje.
El helicóptero de Sampaoli
Esta historia es mucho más reciente. Cuando Jorge Sampaoli dirigía a Chile, ordenó suspender un entrenamiento por la presencia de un helicóptero de un canal de televisión, que sobrevoló durante dos minutos el campo donde la 'Roja' se entrenaba en Belo Horizonte. La aeronave era del canal brasileño Globo y desde las alturas filmaba el entrenamiento de Chile para SportTV, la señal deportiva de la cadena. Pero esta acción molestó a Sampaoli, que estaba trabajando la táctica, decidió detener durante algunos minutos la práctica. Al igual que Sampaoli, muchos entrenadores ofrecen un acceso muy restringido a los entrenamientos. Por eso, en muchos casos sólo se permiten tomar 15 minutos de imágenes en un entrenamiento al día, un lapso durante el cual los jugadores acostumbran a entrar en ritmo y realizar ejercicios poco trascendentes.
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