Ignacio Scocco: "El gol a Boca por la Supercopa va a quedar grabado por siempre"
Casero. Familiero. Amiguero. De pueblo. Ignacio Scocco no sigue estereotipos y se distancia de la clásica imagen del futbolista moderno. Alejado de los flashes y la opulencia, el delantero de River disfruta de la calma de su casa y la tranquilidad de su círculo más íntimo, intentando recrear las vivencias de Hughes, su lugar en el mundo al que vuelve cuando su profesión se lo permite y donde eligió pasar sus últimas vacaciones.
Es que la cabeza de Nacho va mucho más allá del terreno de juego: a sus 33 años, es presidente de Hughes Foot Ball Club, institución de la localidad situada al sur de Santa Fe y habitada por casi seis mil personas. Y el mes pasado, junto con la Fundación River, llevó a cabo el proyecto socio-cultural "Construyendo una cultura para la Paz" con más de 250 chicos para lograr una concientización de valores. Además, volvió a su Escuela, la N°504, para compartir el programa "Entrenándome para la vida", donde compartió su historia con los actuales alumnos.
"Estoy muy orgulloso porque si estás comprometido en un club, ayudás a que los chicos puedan tener un lugar para entrenar, jugar y divertirse, para evitar los vicios de la calle", le cuenta Scocco a la nacion en una extensa entrevista.
–Las vacaciones son en el pueblo...
–Es que en Hughes me siento bien, cómodo. Ahí soy feliz, puedo ser uno más. Me conocen todos y conozco a todos. Mi mujer es de ahí, a mis hijos les gusta ir para estar con sus abuelos y sus primos. La pasamos muy bien. Yo voy a la cancha, a tomar mate, visito a mi vieja… me desconecto. Y hago asados con mis amigos, que para mí es una terapia.
–¿La Presidencia como la llevás?
–Como no puedo viajar tanto, ayudo a la distancia, aprovecho contactos, gente conocida que nos puede dar una mano. El trabajo más difícil lo hace la Comisión Directiva, mis amigos que están en el día a día: arreglar las canchas, acomodar el salón, ayudar a las disciplinas... hay problemas diarios y nos ocupamos por amor al club. Me llena de orgullo ver a tanta gente comprometida con la sociedad.
Cada vez que vuelve a Hughes, Nacho se aleja del mundo River, aunque los hinchas todavía gritan su gol a Boca en la Supercopa, un festejo que coronó un gran primer año: sumó 22 goles en 42 encuentros. Tras la pretemporada en Estados Unidos, hoy será el debut ante Central Norte, por los 32vos. de final de la Copa Argentina.
–¿Imaginabas todo lo que sucedió esa noche en Mendoza ante Boca?
–Uno cuando sueña, sueña bien. En grande. Soñaba con entrar, hacer un gol y ganar ese partido fundamental e histórico. Y así lo fue. El recuerdo de esa noche va a quedar grabado siempre en nosotros.
–¿En qué ayudó al equipo?
–Más allá de que el fútbol argentino es resultadista, la confianza es fundamental y te la dan los resultados. Ganar, creer en el equipo, sentirse cómodo… eso nos llevó a poder ganar tantos partidos después. Nosotros sabíamos que podíamos dar mucho más. Y todavía ahora podemos mejorar, pero queríamos dejar esa imagen y acostumbrándonos a ganar.
–¿Qué ocurrió antes?
–Estábamos esperando ese partido. Y eso te lleva a inconscientemente dejar de lado lo que teníamos que jugar. Es un error, tendríamos que haber afrontado todos los partidos de la misma manera, pero se nos hizo difícil. Y eso nos dejó afuera de la Libertadores 2019.
–Copa Argentina, Copa Libertadores y Superliga: ¿cuál es el objetivo?
–En River tenés la obligación de pelear todo lo que jugás. Queremos apuntar al ingreso de la Copa de 2019, aunque sabemos que este año tenemos otra chance en la Libertadores. Más que una revancha, es una obligación.
–¿Qué balance hacés de tu primer año?
–Estoy muy bien. Mi primer semestre fue bueno y cómodo. Para eso influyó el gran grupo humano que hay, eso hace que la adaptación sea más rápida y se vea reflejada dentro de la cancha. Hay mucho compañerismo, eso no se consigue fácil y por eso destaco el trabajo de Ponzio y Maidana. Eso se ve cuando las cosas no salen bien: acá pasó hace poco y dentro del vestuario estaba todo bárbaro. Después, este último semestre me tocó jugar menos de lo que esperaba, pero le di para adelante, esforzándome al máximo para encontrar regularidad.
–Hace algunos meses dijiste que sentías que no estabas al mismo nivel, ¿qué notaste?
–Tengo autocrítica y sé que puedo tener altibajos. Tuve dos o tres partidos en los que no encontré el juego que podía dar, pero no me desesperé. Sabía que tarde o temprano iba a estar bien, pero para corregir hay que encontrar el error. Me tocó salir, traté de no bajar los brazos y demostrar que quiero estar.
–Se habló mucho de tu ausencia y de una frase tuya de que no pedías explicaciones…
–Es así. Es una frase hecha, pero es verdad, no pedís explicaciones cuando jugás o cuando salís. Siempre me manejé así y lo hago porque, si no, sería una falta de respeto a mis compañeros.
–¿Cómo lo definís a Gallardo?
–Es muy inteligente, el jugador se apoya mucho en él y él le llega mucho al jugador. Se hace respetar, ha estado en vestuarios y sabe manejarlos, que hoy en día es lo más difícil. Eso hace diferencia. Marcelo Gallardo representa mucho para el club y, en lo futbolístico, ve muy bien los partidos, elige siempre bien y eso es para destacar.
–Al final hiciste dupla con los tres delanteros y con el que más jugaste fue con Pratto…
–Tuve la posibilidad de jugar en distintas posiciones y me puedo adaptar a cualquier compañero. Hay una competencia sana y muy buena, todos estamos en un buen nivel y son decisiones que toma el DT.
–¿Te molestaron las distintas versiones? ¿Pensaste en desmentir algo?
–A uno no le gusta que salgan cosas que no suceden. Pero se dicen tantas cosas a diario… no podés desmentir todo. Solo lo hago cuando me toca hablar. Hace unos meses se comentaba la posibilidad de irme… y a mí nunca se me cruzó por la cabeza. Son cosas que hoy en día suceden a menudo: es lo que más vende.
–¿En River repercute todo mucho más?
–Sí, lo que pasa en River sale en todos lados. Entonces a uno le da bronca que se digan tantas cosas, pero te acostumbrás. Y si salís a desmentir, dirán otras cosas para atrapar más a la gente y que consuma noticias que por más que no sean ciertas, atraen.
–¿Qué otras cosas no te gustan del mundo del fútbol?
–Muchas. Todo lo malo del fútbol hace que uno se replantee el día de mañana seguir ligado o no. Me gusta mirar, jugarlo, analizarlo… pero lo que no me gusta es lo que rodea y hace mal. Muchos dirigentes, negocios extrafutbolísticos, representantes… sin generalizar lo digo y hablo de cosas puntuales. No me gusta rodearse de esa gente que le hace mal al deporte. El día de mañana, cuando me toque dejar el profesionalismo, si sigo en este mundo, voy a estar ligado a todo eso. Por eso uno trata de pensar mucho.
–¿Te pasó en Newell’s?
–Yo sufrí mucho y la pasé mal en Newell’s por eso. No estábamos enfocados en lo que debíamos estar. Hoy en River me dedico solo a jugar y valoro mucho el trabajo de la dirigencia, porque eso hay que conseguir: que el jugador se ocupe de jugar.
–¿Cómo te llevás con las redes sociales?
–Suelo mirar y usar las redes. Me gusta porque trato de estar en contacto con la gente. Cuando era chico me tocó estar de ese lado: soñaba con ver a un jugador y me costaba mucho más porque era del interior, no podía ver a mis ídolos y eso era tocar el cielo con manos. Me pongo en el lugar del otro, más aún con los más chicos.
–¿Qué sentís cuando el público de River te ovaciona?
–Es una emoción y un orgullo muy grande que te ovacionen. Es muy gratificante y algo muy lindo. Desde que llegué al club traté de dar lo máximo, por momentos bien y por momentos mal. Pero ese reconocimiento de la gente te hace sentir orgulloso de lo que venís haciendo.
–¿Cómo vive tu familia hincha de River tu presente?
–Siempre fueron de seguirme y sentirse orgullosos. Son muy pasionales con mi carrera. Yo estuve 11 años en Newell’s y se encariñaron, aunque sean de River. Pero ahora les volvió todo el fanatismo… debe ser para ellos un sueño también.
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