Independiente-Belgrano: el Rojo sufrió con los penales, pero ganó y se ilusiona con pelear el título
Entre las sombras, casi en silencio, alejado de los focos que en estos días alumbran hacia otros puntos, Independiente continúa su escalada en la tabla y aumenta su candidatura a pelear la Superliga. El laborioso 2-1 frente a Belgrano sumó la tercera victoria en una semana y le otorgó un amplio margen para atravesar la nueva ventana FIFA con tranquilidad para preparar el sprint final del año.
El estilo, esa materia intangible que tanto buscan los entrenadores, y no siempre encuentran, sobrevoló como un fantasma el húmedo mediodía de Avellaneda. Ese estilo que, por un lado, quiere imponer Ariel Holan en un Independiente que se reconoce ofensivo y dominante desde que el técnico que le cambió la cara tomó las riendas del equipo, pero que en los últimos partidos está experimentando una transformación, con más pausa que frenesí, con más cabeza y elaboración que verticalidad directa.
"Dime qué mediocampo tienes y te diré quién eres", afirman los expertos, y los volantes que ahora digitan el juego del Rey de Copas son Domingo, Gaibor y Hernández, hombres con sensibilidad en los pies, claridad en las neuronas y paciencia para crear y aprovechar los huecos que en la defensa rival vayan abriendo la sucesión de toques y los movimientos de delanteros y laterales.
Belgrano también vive una transición, pero de otro tipo. Acaba de cambiar de entrenador, lo acecha el promedio del descenso, y encima la tormenta del sábado lo obligó a un viaje de 12 horas en micro para llegar a Buenos Aires. Su estilo hoy, es entonces sobrevivir. Lo tiene asumido Diego Osella, quien entiende que en semejantes circunstancias se trata de agarrar el pico y la pala, y lo hace sin ponerse colorado.
Ser dueño de un estilo por supuesto no asegura ningún resultado pero es una malla que garantiza saber qué se quiere hacer en la cancha en todo momento. Independiente se encontró con un partido áspero, plagado de cicunstancias poco comunes, como el de jugarse todo el segundo tiempo 10 contra 10 tras las sucesivas expulsiones de Quiroga y Meza.
El Rojo concedió un penal ridículo para quedar abajo y falló otros dos (Silvio Romero y Gigliotti), marcó un gol lleno de carambolas para empatar y un segundo después de una buena combinación por derecha, pero por sobre todas las cosas nunca perdió el norte. Dominó de cabo a rabo, tuvo el arco de enfrente como obsesión y liderado por un omnipresente Nico Domingo mantuvo la línea, pasara lo que pasara.
El Pirata cordobés se aferró hasta donde pudo al objetivo de la resistencia. Plantó un 4-5-1 de entrada, apretándose en los últimos 30 metros para sembrar el terreno de cuerpos celestes, se vio favorecido porque el local desperdició sus tres primeras ocasiones en un cuarto de hora, e intensificó la apretura de dientes cuando Sequeira puso un 0-1 absolutamente ajeno al contexto.
Terminó sucumbiendo, y era lógico que ocurriera. Porque el Rojo nunca desfalleció en la búsqueda, porque Bustos fue un martillo que recordó al de sus inicios y Holan acertó con el ingreso de Braian Romero por izquierda, no solo por el gol señalado, sino porque complicó y mucho con su velocidad, gambeta y espíritu de lucha.
Fue fiel al estilo que hoy persigue Independiente. Creyó en lo que quiere y volvió a ganar. Las luces enfocan hacia otro lado, pero mientras tanto el Rojo sigue ganando, y cada día sabe más y mejor lo que quiere.