El torneo Apertura. Intereses en riesgo en la tribuna política
A días de las elecciones, pocos candidatos aparecieron por el Monumental; hubo muchos invitados, pero nadie quiso irritar a los hinchas rivales
Nicolau Casaus, un mendocino que de chico emigró a España, donde luego se convirtió en el vicepresidente del Barcelona durante las gestiones de Josep Lluis Núñez y Joan Gaspart, contó una vez, sentado en su despacho del Camp Nou, que ante cada elección en Cataluña el estadio del Barça se convertía en una pasarela de candidatos. "No se puede estar en sintonía con la sociedad si no se tiene una buena relación con uno de los símbolos locales. En Cataluña, ése es el caso del Barcelona", explicó él.
Cuando falta una semana para unos comicios que, en la Argentina, parecen orientados a desentrañar el grado de poder que tendrá el presidente Néstor Kirchner en el período 2005-2007, bien puede trazarse un paralelismo entre aquella definición de Casaus y el superclásico de ayer.
Pocos candidatos estuvieron en el Monumental, y este dato no resultó casual. Pudo haber estado Mauricio Macri, postulante a diputado nacional por Pro y, además, presidente de Boca. Pero Macri, a quien una muy buena elección podría posicionarlo como uno de los líderes de la política porteña -si no nacional-, no fue.
Pudo haber ido Eduardo Duhalde, líder peronista que, por intermedio de la candidatura de su mujer, Hilda González, enfrentará al poder kirchnerista en Buenos Aires. Pero Duhalde, a quien una buena elección ayudaría a mantenerse como una especie de gran elector nacional, declinó una invitación.
Pudo haber ido Daniel Scioli, vicepresidente en funciones y potencial sucesor de Aníbal Ibarra en el gobierno porteño. Scioli, hincha de Boca, también fue invitado a la platea del Monumental, pero prefirió seguir el partido por TV.
"A una semana de las elecciones, la rivalidad entre River y Boca puede generar más roces que simpatías, porque la posible repercusión no se supera en siete días. Si el partido se hubiera jugado hace un mes, muchos más candidatos habrían aceptado una butaca en el estadio", fue el análisis del actual legislador y segundo candidato para revalidar la banca porteña por Pro, Diego Santilli.
Santilli, de familia riverplatense, invitó a Scioli, al legislador Fernando Melillo (presidente de ARI Capital) y al encuestador Enrique Zuleta Puceiro. Fue sólo con Zuleta. Juan José Alvarez, jefe de la campaña de Hilda González en la provincia y también fanático de River, hizo lo propio con Duhalde. En todos los casos, la proximidad de las elecciones impidió que los dirigentes nacionales aceptaran el convite.
Macri, oficialmente, respondió que no iría "por motivos de seguridad". Dos de sus candidatos en la Ciudad, sin embargo, revelaron el verdadero motivo. "Las cosas hasta aquí están saliendo bien. No tiene sentido ir a la cancha a ganar antipatías tan cerca de las elecciones", dijo uno de ellos.
Raúl Fain Binda, columnista de la BBC, sintetizó esta sensación hace un año y medio, en un texto que publicó el holding británico: "El fútbol toca un punto delicado de la sensibilidad social. Perder de modo humillante es terrible, pero las consecuencias de humillar al rival pueden ser igualmente peligrosas". En eso pensaron los políticos abiertamente identificados con uno de los dos grandes de la Argentina.
- El Presidente y el canciller. En la campaña del Frente para la Victoria llegaron a evaluar la posibilidad de que Rafael Bielsa apareciera por el estadio con el presidente Néstor Kirchner. La idea fue descartada casi inmediatamente: Bielsa es de Newell´s y Kirchner, de Racing.
"Pudimos haber ido a ver Boca-Racing, hace unas semanas, y ahí tenía más sentido, pero acá hubiera sido demasiado especulativo", confió un allegado a Bielsa.
En el Palco de Honor, dos dirigentes porteños no especularon: el jefe de gobierno local, Aníbal Ibarra, y el actual legislador y candidato a diputado nacional por Unión Republicana, Jorge Enríquez, soportaron el tedio sin chistar. Siempre van a ver a River.
Ibarra, que se encontró en el palco con uno de sus ministros (Eduardo Epszteyn, de Producción; es hincha de Boca), ni se saludó con Enríquez, con quien alguna vez compartió espacios políticos en la fallida Alianza.
Sin presencia en las tribunas, algunos candidatos también aprovecharon las cercanías del Monumental para llegar a miles de hinchas. Por ejemplo: las estrategias del Partido Obrero -que postula a Jorge Altamira como diputado- y del Partido de la Ciudad -que propone a Jorge Giorno- fueron empapelar las adyacencias del estadio, donde, curiosamente, no se vieron ni pasacalles con leyendas proselitistas ni se distribuyeron volantes con mensajes electorales, asidua mecánica de otros tiempos.
A mediados de 2002, el semanario sueco Liberación analizó la relación entre el fútbol y la política: "El fútbol, por su capacidad de fascinación sobre grandes sectores de la población, ha servido de trampolín para muchas carreras políticas".
La influencia, esta vez, se sintió en la Argentina con ausencias estudiadas para no irritar.
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