La Copa Libertadores está lejos de la Champions, pero cerca del corazón
La Copa Libertadores tiene algo. Nadie sabe explicar qué es, pero se volvió un objeto de veneración para los equipos del continente. Casi de culto. Mucho más para los argentinos, que en los últimos años dejan todo por ganarla. Y pensar que en los comienzos fue despreciada y hasta San Lorenzo vendió la condición de local en la semifinal que perdió con Peñarol –a la larga el campeón–, en 1960, en el partido desempate jugado en el estadio Centenario. El Ciclón se lamentó por décadas hasta que, en 2014, pudo por fin ganarla.
Las leyendas de Independiente, el Rey, con siete trofeos, se exhiben en cada presentación del certamen. Boca traga saliva con sus seis conquistas y se desvive por la séptima por una cuestión de orgullo. River toma aire y, con tres títulos, se siente confiado tras el estímulo internacional que le dio Marcelo Gallardo. Son los principales protagonistas de los cuartos de final de un certamen que tiene una sorpresa: Atlético de Tucumán. Si el conjunto del Norte elimina a Gremio, último campeón, la Argentina se asegurará un finalista.
La Copa Libertadores exige, desgasta. Sobre todo a los que menos tienen. Lanús estuvo a punto de ganarla el año pasado, pero perdió la final con Gremio. En aquel entonces descuidó el torneo local y hoy no levanta la vista. El promedio quedó esmirriado. Cuesta decirlo, pero el riesgo del descenso se corporiza fecha tras fecha. No es el caso, claro, de River, Independiente y Boca. El éxito o el fracaso. La adrenalina o la angustia. El presente y el futuro. Todo estará en juego para tres de los más poderosos a partir de hoy. Hay duendes dando vueltas por ahí. Son a los que se encomiendan Holan e Independiente, con las presencias de históricos como Ricardo Bochini por los entrenamientos. Recurren a ellos Guillermo Barros Schelotto y Boca, con la voz de Carlos Bianchi de fondo. Los invocan Gallardo y River, en esta mística de los 2000.
La Copa Libertadores seduce. Tanto por el cartel, los premios y por la visibilidad que logra el campeón, que a fin de año disputará el Mundial de Clubes con alguna potencia europea, como lo fue Real Madrid en los últimos tres años. Y aquí entramos en el terreno de las comparaciones. ¿Odiosas? No. Realistas. Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, dijo en una entrevista con la nacion que una final de la Copa Libertadores mejor que la de la Champions League era posible. En este mismo medio contestó Aleksander Ceferin, mandamás de la UEFA, en enero pasado: "Es bastante atrevido pensar que la Copa Libertadores pueda ser mejor que la Champions".
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