La figura del superclásico: Izquierdoz volvió a ser una muralla, pero no alcanzó
La imagen de Carlos Izquierdoz sintetiza a todo Boca: jugó como un gladiador y no alcanzó para llegar a la final de la Copa Libertadores. Cubrió las espaldas de Marcone y de Almendra, se corrió a las bandas cuando River penetró en las zonas de Buffarini o de Mas. El defensor central, marca registrada en la seguridad defensiva del equipo xeneize, volvió a tener un gran partido y fue el mejor de la cancha.
Suena el pitazo final del árbitro Wilton Sampaio y a Izquierdoz, habitual portador de la cinta de capitán, lo consuela Bebelo Reynoso. Se le acerca Frank Fabra y le da un abrazo. También lo saluda Marcos Díaz. Todos le reconocen su hidalguía para marcar y dejar todo. Esta vez, a Boca no le bastó con mantener su valla invicta. Necesitaba hacer, como mínimo, dos goles. Y así llevar la serie a los penales. Apenas hizo uno. A diez minutos del final.
Izquierdoz construyó con Lisandro López una dupla defensiva casi imbatible. Cuando los centrales de Boca son superados, aparece Andrada y subsana cualquier error. Algo así pasó con River, que no tuvo una sola jugada bien armada en toda la noche de la Bombonera. Anular el arsenal ofensivo del visitante fue mérito de toda la defensa xeneize. Pero en particular de Izquierdoz, quien debió multiplicarse en el segundo tiempo, cuando Alfaro sacó a Almendra (tuvo un buen partido y fue siempre la rueda de auxilio de Marcone) y dejó a Boca expuesto al contraataque que pocas veces le salió a River.
Izquierdoz entendió el desafío. Sacó todas sus fuerzas y se multiplicó. Tuvo tres salvadas providenciales en las que, si fallaba, un futbolista millonario quedaba mano a mano con Andrada. El defensor central formado en Lanús solucionó todo. Y con el premio extra de no cometer infracciones. Izquierdoz (al igual que López, quien ganó en las alturas en la jugada que terminó con el gol de Hurtado) fue también una amenaza en cada una de las pelotas paradas que tuvo Boca durante el partido. Por culpa de la fuerza aérea xeneize, River no supo cómo defender esos envíos cruzados. Ni la defensa, ni Armani entendieron que tenían que anticipar para evitar males mayores. Las jugadas de estrategia fueron el arma principal de Boca en la noche de ayer.
Claro que los hinchas de Boca hubieran deseado que la figura del partido fuera un futbolista de ataque y no uno de sus zagueros. La serie, en definitiva, se define con goles. Los hizo River en el Monumental y por eso consiguió el boleto a la final. Pero el ataque de Boca apenas tuvo elaboración en una jugada que Salvio definió por encima del travesaño. Wanchope Ábila desperdició todo lo que dispuso. Tevez intentó mucho más de lo que concretó. Mac Allister fue el responsable de las pelotas paradas, pero jamás se transformó en el dínamo de fútbol que precisa Alfaro.
Por todo eso, al mejor futbolista de Boca hay que buscarlo en la defensa, que tuvo filtraciones por los costados –sobre todo en el primer tiempo, cuando Buffarini le vio la espalda a De la Cruz varias veces–, pero que en la zaga central casi no tuvo errores. Ahí entró en juego Izquierdoz, capaz de ordenar a sus compañeros y de entenderse con Lisandro López con apenas una mirada. Prueba de eso es que a Boca le convirtieron dos goles en las 10 fechas que se llevan jugadas de la Superliga. Le sigue Argentinos Juniors, que fue a buscar la pelota al fondo de su arco seis veces.
Izquierdoz-López, además, hicieron ayer un trabajo inusual: le achicaron la cancha a River. Condicionado por ir a buscar el partido, los defensores centrales de Boca asfixiaron a las dos referencias ofensivas de River, Borré y Suárez. No los dejaron casi respirar. Cada pelotazo que los millonarios tiraron para saltearse líneas terminó en la cabeza de Izquierdoz o de López. Y si la pelota los pasaba, Andrada por momentos fue líbero. En definitiva, la defensa de Boca, comandada por Izquierdoz, terminó siendo el primer eslabón del ataque. El problema xeneize, entonces, no fue la defensa, sino la elaboración.
Izquierdoz sabía como ninguno de sus compañeros que si River hacía un gol la serie quedaba definida en favor del equipo millonario. Por eso es que no podía fallar. El equipo de Gallardo es como un carnívoro que ve sangre y afila los colmillos. La gran tarea de Izquierdoz hizo que River no oliera a sangre en ningún momento. De hecho, ni siquiera pudo desplegarse en campo de Boca en todo el partido.
El problema, para Boca, es que no alcanza con que Izquierdoz tenga el enésimo gran partido en la defensa. También lo tuvo en Florencio Varela, donde un gol solitario de Almendra bastó para que los xeneizes se quedaran con los tres puntos. Ayer Boca volvió a ganar por la mínima diferencia y no pasó sobresaltos en su área. Izquierdoz hizo su trabajo a la perfección. Pero los dos goles sufridos en el Monumental le impidieron festejar.
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