El torneo Clausura. La reconstrucción del Ciclón se apoya en la histeria y el desorden
Más allá del empate y detrás de Simeone, surgen nervios, gritos y cambios dentro de una confusión general
La reconstrucción de San Lorenzo no resulta. Así, al menos, no resulta. La igualdad festejada al límite de una victoria (a cuatro minutos del pitazo final, con un jugador menos, frente a un adversario clásico y paternal) no esconde la confusión general que salpica cada rincón del Bajo Flores. La salida de Miguel Russo, fracaso en la Copa Libertadores mediante, no disfraza el invicto de Diego Simeone, el nuevo capitán del barco a la deriva. Hay algunas reseñas a modo de muestra. El DT, por caso, en su afán ofensivo hasta coquetear con la ingenuidad, arma y rearma piezas. Bordagaray no siente la posición de enganche, Papu Gómez se pierde como un "8" adelantado. Y así...
Apenas es Simeone una parte de la histera. Porque, si sus cambios reiterados de esquema y de jugadores no colaboran, sus gestos y ademanes exagerados no sirven, al menos, en este momento de San Lorenzo que precisa orden y tranquilidad. No lo hay. Ni en el equipo (los jugadores, en buena medida, se irían y los que quedarán no aceptarán la rebaja de 40% de las primas y la pesificación), ni en el contexto general. Los hinchas insultan a sus propios jugadores (las salidas de Silvera y Aureliano ayudaron bastante a ese juego), cuestionan al juez Beligoy (de pésimo desempeño, aunque también perjudicó a Boca) y saben que con algunos pibes que saltan a la cancha sin rodaje no pueden encontrar la salida anhelada.
Dice el Cholo: "Empezamos con un 4-4-2, y en desventaja busqué con Cristian Chávez por Reynoso más poder ofensivo. Lo mandé a Papu Gómez por la derecha y a Bordagaray como enganche. Luego, con la expulsión de Chaco Torres, me decidí por los ingresos de Alvarado y De Vico, y tuve que reordenar de nuevo todo, y terminamos jugando con un 3-3-3".
Debe saber Simeone y los hinchas que ya no es tiempo de D’Alessandros. Si se espía al futuro, se puede vislumbrar a Abelairas, Caruso, Figueroa y algunos otros apellidos. Sin embargo, para llegar a ese escenario, en esta suerte de evaluación general que brinda la parte final del Clausura, disponer delanteros a modo de volantes, atacantes a modo de enganches y transformar la táctica ante cada circunstancia devora a cualquiera. Se valora la actitud audaz, se cuestiona el camino. De los nervios del último fracaso a ésta anarquía de todos al ataque.
Agrega el Cholo: "Sé en qué puestos me pueden rendir los jugadores. Todo dentro de una determinada lógica, no lo voy a poner a Bottinelli de nueve".
Hubo (hay, aún) un mal de ausencias. Suspensiones, lesiones. Solari, Santana, Rivero, Ledesma. Hasta Fornaroli. Ni hablar de Orion o Barrientos. Se entiende: así se juega a media luz. Pero la reconstrucción exige calma, prudencia y orden. Justo orden, un vocablo que no se ofrece por ningún rincón, aunque Simeone diga que es su latiguillo de cabecera .
- Torres sufrió la séptima roja de su carrera
Juan Manuel Torres es una debilidad de Diego Simeone. Hasta lo quiso llevar a River, cuando dirigía en Núñez. La capacidad de Chaco, sin embargo, tiene una contra: su temperamento. Ayer sufrió la séptima tarjeta roja de su carrera. Apenas tiene 23 años y jugó en dos clubes, en San Lorenzo y Racing.
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