El torneo Apertura. La recuperación

En La Plata, Estudiantes superó a Lanús por 2 a 0, con dos goles de Farías y se reencontró con el éxito

10 de noviembre de 2003

LA PLATA.- Dicen que la historia la escriben los que ganan y Estudiantes fue el vencedor frente a Lanús: 2 a 0.

La propuesta original del conjunto local de atacar por las puntas y explotar los centros al área para la llegada de los volantes duró siete minutos.

Durante ese breve lapso, Estudiantes creó tres situaciones claras de gol que no concretó; en dos ocasiones el que falló fue Ernesto Farías; antes, Marcos Gelabert elevó su remate.

Sin embargo, no bien el poblado mediocampo de Lanús se hizo dueño de la pelota y el terreno, comenzó otro partido, mucho más previsible, sin sorpresas; con un solo protagonista en la cancha: Lanús.

De esta manera, los volantes tapones Gabriel Iribarren y Sebastián Salomón se cansaron de robar pelotas y asistieron continuamente a los hombres de creación como Martín Andrizzi y Rodrigo Díaz, que no aprovecharon muy bien la pelota.

A los 29 minutos emergió la figura de la cancha: Ernesto Farías. Tras un córner de Marcelo Carrusca, la pelota rebotó en el arquero; otro centro de Carrusca y Farías convirtió el gol, con un cabezazo.

En el segundo tiempo, Lanús salió más decidido; presionó y generó un par de jugadas que Juan Carlos Docabo conjuró sin problemas. Duró muy poco ya que en el primer contrataque de Estudiantes, a los 13 minutos, llegó el segundo gol. Fue a través de un córner de José Sosa al segundo palo; entró -libre- Farías y venció al arquero Flores. De esta manera, tiró por tierra todo el esfuerzo de Lanús. De ahí hasta el final, Estudiantes controló psicológicamente a su rival, se retrasó unos metros y esperó el final sin sobresaltos.

Estudiantes venía de una derrota por 1 a 0 ante Racing, en Avellaneda, y ahora parece que recuperó el juego; o, al menos, las buenas intenciones.

Farías, el goleador

El autor de los dos goles de Estudiantes y figura del encuentro, Ernesto Farías, reveló que la principal virtud del equipo fue "atacar siempre y por ello creamos muchas situaciones de gol. Me tocó convertir a mí, pero siempre rescato el trabajo realizado por el equipo".

Por Martín Carrasco (h.) <br/> Para LA NACION

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