La salud y el fútbol: cómo hace Julio César Falcioni para afrontar la dura batalla
A pesar del gran esfuerzo que le implicaba hablar, Julio César Falcioni no quiso dejar de brindar la conferencia de prensa posterior al encuentro entre Banfield y Nacional , de Montevideo. Sin estar en condiciones para darla, se propuso cumplir también con esa parte concerniente a su rol de técnico del Taladro. La voz se le desgarraba en cada respuesta, en cada análisis de las instancias en las que su equipo había igualado 2 a 2 en el encuentro de ida de la última etapa previa de la Copa Libertadores. Ese diálogo con los periodistas, poco antes de las 22 de anteanoche, marcaba el final de un día largo, que se había iniciado en un ámbito muy distinto y con algo mucho más importante que un partido de fútbol.
Es que las rutinas de Falcioni ya no son las que eran. Tampoco los hábitos, como los cigarrillos que le eran infaltables, que ahora asegura no extrañar. Las prioridades cambiaron, son otras. Nada está por delante de su salud. El día del choque frente al equipo uruguayo no cumplió la rutina de toda su vida, habitual desde que es técnico, esa de despertarse y volver a repasar cada uno de los preparativos para el partido de la noche. A las horas de sueño siguieron las del tratamiento en el Hospital Italiano, con sesiones de rayos y quimioterapia. Después de afrontar lo que física y psicológicamente implica ese trance, por la tarde ya estaba en el estadio Florencio Sola para, entonces sí, abocarse a la primera parte de una serie que se definirá el miércoles próximo.
Como parte de las restricciones médicas a las que se somete, Falcioni no puede realizar viajes largos. Por eso no estuvo en la clasificación de su equipo en Ecuador, hace diez días, frente a Independiente del Valle. En aquella oportunidad debió soportar los nervios frente al televisor, en un sillón de su casa acompañado por su mujer, la misma que en el desenlace lo devolvió a la calma para que no fuerce la garganta. Al siguiente amanecer de esa noche de celebración, otra vez lo esperaban los agresivos e impostergables cuidados en el centro médico.
Banfield había viajado a Quito con la formación establecida por Falcioni, que luego delegó las determinaciones de acuerdo con el desarrollo del partido en Omar Píccoli y Adrián González, sus ayudantes, y Gustavo Otero, el preparador físico. Ese mando a distancia, con comunicaciones telefónicas y mensajes de whasApp, no será necesario para la revancha ante Nacional, porque la escasa distancia entre las dos orillas del Río de La Plata le permitirá estar presente en el cruce que definirá al cuarto integrante del Grupo F, en el que están Estudiantes, Santos (Brasil) y Real Garcilaso (Perú).
A finales del año pasado Falcioni fue operado de un nódulo en la laringe, intervención que le trajo grandes complicaciones. En terapia intensiva y con la incertidumbre sobre su evolución, Banfield decidió entonces que lo esperaría el tiempo que fuese necesario. El sólido vínculo laboral y sentimental creado entre el entrenador y la institución estaba firme para sortear el difícil momento. Los malos augurios y la preocupación cuando la pretemporada debió iniciarse sin su presencia espantaron a todos. Lo esperaban el regreso, y él también aguardaba por su vuelta. Así, un día apareció en Luis Guillón, se puso la indumentaria del club y dirigió la práctica.
Desde ese momento, jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y empleados –todos le reservan un gran cariño– entendieron que una situación atípica también podía transitarse con normalidad desde el aporte de cada uno.
Después de no haber podido viajar a Ecuador en la etapa anterior, de no mediar ningún problema acompañarán a sus futbolistas la semana próxima en el estadio Gran Parque Central. Viajará a Montevideo el mismo día del partido para estar junto a sus colaboradores y los jugadores, ese grupo que lo acompaña y lo respalda, que extraña sus ausencias obligadas y valora todavía más su liderazgo. Este domingo, ante el líder Boca, recurrirá a los suplentes.
Falcioni sigue adelante, porque en su pasión por el fútbol también está acaso un condimento más para volver a estar sano y pleno.
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