La Champions League, un tanque: por qué la Copa Libertadores la mira de lejos
Aunque en los últimos años las diferencias económicas entre la Champions League y la Copa Libertadores se achicaron, a los dos torneos los separa un abismo de millones. Liverpool, flamante campeón europeo, embolsará un total de 83 millones de dólares por ganar la sexta Orejona de su historia. En comparación, quien levante la Copa Libertadores 2019 luego de ganar la final en el estadio Nacional de Santiago de Chile percibirá 20,4 millones de la moneda estadounidense. Es decir que el premio monetario de una Champions equivale a cuatro títulos del máximo torneo sudamericano de clubes.
La Champions es un monstruo comercial: los mejores equipos del Viejo Continente se reparten un premio total de 2280 millones de dólares entre la Supercopa Europea y la Champions. La Libertadores 2019 es mucho más humilde: entrega menos del 10% y asigna 161,9 millones de la misma moneda para los mejores equipos de Sudamérica.
En algo coinciden tanto la UEFA como la Conmebol: más del 90% de los ingresos que tienen son destinados a los clubes. En Europa asignan el 93,5% del dinero ingresado a los equipos participantes. En Sudamérica, la cifra es del 94%, según palabras del presidente de la Confederación Sudamericana, el paraguayo Alejandro Domínguez.
La consagración
¡LA CONSAGRACIÓN DEL LIVERPOOL!#CentralFOX | Reviví lo mejor del partido donde los Reds vencieron a Tottenham y levantaron su sexta #ChampionsxFOXpic.twitter.com/KCuJxINWhp&— FOX Sports Argentina (@FOXSportsArg) 1 de junio de 2019
La diferencia entre lo que cobran los clubes de acá y los de allá se explica por los ingresos que tienen ambas competencias. Mientras la Champions League es la vaca lechera de una UEFA que consigue 3634 millones de dólares gracias a los derechos de TV y los sponsors, la facturación total estimada de la Conmebol aspira a facturar 500 millones de dólares, lo que sería un récord histórico. De todas maneras, esa cifra es, apenas, un 13% de todos los ingresos de la UEFA. En otras palabras, la economía de la UEFA es casi ocho veces más grande que la de Conmebol. Y eso provoca un efecto cascada: que los premios para sus afiliados sean mucho más suculentos.
Un detalle más: a juzgar por el Fair Play, los partidos decisivos de la Champions parecen más limpios que los de la Libertadores. En la final de ayer en el Wanda Metropolitano de Madrid no hubo un solo amonestado. En la del torneo sudamericano, disputada en diciembre del año pasado en la misma capital española pero en el otro coliseo deportivo (el estadio Santiago Bernabéu), el árbitro uruguayo Andrés Cunha mostró siete tarjetas amarillas y una roja. El expulsado por doble amarilla fue Wilmar Barrios (Boca). En el equipo xeneize también vieron la amarilla Pablo Pérez y Carlos Tevez. River tuvo amonestados a Jonatan Maidana, Milton Casco, Leonardo Ponzio e Ignacio Fernández.
De todas maneras, y pese a la paternidad que en los últimos años los equipos europeos tienen sobre los sudamericanos en las finales de los Mundiales de Clubes (se llevaron 11 de los 14 títulos; el último equipo de esta parte del mundo en ganarlo fue Corinthians en 2012), la reforma de este torneo que impulsa la FIFA podría dar lugar a la reedición de un partido anual entre los campeones de la Libertadores y de la Champions, además de otro entre el monarca de la Europa League con el de la Copa Sudamericana. Las conversaciones entre Domínguez y Aleksandr Ceferin, el esloveno que preside la UEFA ya existen y podrían llegar a concretarse una vez que la FIFA apruebe el nuevo formato del Mundial de Clubes, que se realizará cada cuatro años a partir de 2021.
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