Lo de Independiente era un partido, fue un operativo para evitar una masacre
El encuentro contra Unión se suspendió porque la policía desbarató el plan de un grupo de la hinchada de los Rojos para atacar a la otra facción; 33 detenidos, con armas de todo tipo
Ni una novela de Agatha Christie hubiese puesto a una ciudad, Avellaneda, por caso, en estado de sitio. Así estuvo esa zona fabril y pujante del sur del Gran Buenos Aires, con calles enredadas, veredas desparejas hasta el tropiezo y olor a curtiembre. Hubo desolación alrededor del estadio Libertadores de América. Ventanales bajos, algún colegio cerrado -vaya aviso- y sigilosos ojos de gato. Por eso este espacio que debió estar ocupado por un partido de fútbol apenas imitará a una crónica policial. Fue, en un sentido estricto, una historia de detectives y delincuentes. Eso son, forajidos, los que provocaron la suspensión de Independiente vs. Unión, cerca de las 18, tres horas antes del horario original. "Se canceló. Evitamos una batalla sangrienta. Iba a ser una tragedia", advirtió a la nacion una de las fuentes de los organismos de seguridad ni bien se conoció la medida. Grave. Fue demasiado grave.
¿Qué pasó? Se concretaron las advertencias que se habían hecho en las redes sociales. Fue vox populi. La hinchada de los Rojos, dividida en los grupos que lideran Pablo "Bebote" Álvarez y César "Loquillo" Rodríguez, había prometido la "batalla final" y el campo estaba preparado para el reto. El Aprevide, organismo de seguridad deportiva en la provincia de Buenos Aires, determinó que el partido no se jugaría tras la detención de 33 barrabravas y el secuestro de cuatro armas de fuego (dos 9mm, una calibre 38 y una 32, según confiaron a este medio) y diez armas blancas de fabricación casera, tipo faca, como las que se ven en las cárceles.
Los sospechosos se habían escondido sobre la losa de un local de comidas abandonado cerca de la puerta 4 del estadio, a unos diez metros de Alsina y Bochini, corazón palpitante del cuerpo de los Rojos. Los descubrieron agazapados, como en el Lejano Oeste. Uno de ellos, según informó la comisaría 1» de Avellaneda, es menor de edad. "Tuvimos que ser muy cautos porque es una zona de casas bajas. Teníamos miedo de que saltaran a las casas vecinas", confió uno de los agentes.
Todo sucedió mientras los seguidores de Bebote Álvarez estaban reclutándose en el ex mercado de frutas y verduras de Avellaneda, donde ahora funciona la Universidad de la localidad. Alejandro Rodríguez, hombre fuerte del Aprevide, manifestó a este diario: "La sensación es ambivalente. Como hombre del fútbol me siento mal porque no se pudo jugar un partido por estos tipos, que no son más que delincuentes. Desde nuestro lugar, creo que se hizo un gran trabajo. Se evitó un mal mayor [?] Había un clima enrarecido en toda la zona. No podíamos dar garantías. Fue una demostración clara de que nosotros no pactamos nunca con estos violentos".
El funcionario, que curiosamente reconoció no tener información sobre el desarrollo de la interna de la barra brava de Independiente, agregó: "Había 33 tipos en el techo de una construcción contigua a la cancha apuntándole a la tribuna. Imaginénse lo que pudo haber pasado [?] Esta historia, infelizmente, sucede en casi todos los clubes. Hay dos bandos. El conflicto hoy pasa más por la misma hinchada que por los rivales".
Todos los aprehendidos fueron del sector de "Loquillo", que en el trayecto del estadio al ómnibus no dudaron en cantar en contra de Bebote y hasta de "piropear" a alguna mujer que pasó por el lugar. No les importaba absolutamente nada. Algunos de ellos, según testigos le dijeron a la nacion, llegaron al vecindario en autos importados.
La primera reacción del Aprevide fue pedirles a los hinchas que no fueran al estadio para evitar confusiones y aglomeraciones. En realidad, la convocatoria, según los entendidos, iba a ser mucho menor por las amenazas que se sucedieron, sobre todo, durante la semana por Internet.
Esta vez se actuó antes, cuando, generalmente, pasa lo contrario y se suceden los lamentos, como hace poco ocurrió en el amistoso de invierno entre Boca y San Lorenzo. Algunos no lo vieron tan así. "Si ya estaba detenida una de las partes principales, que iba al conflicto con la otra, ¿por qué se suspende? Ya no tenían con quién pelearse. Lo postergaron por miedo, pero podría haberse jugado", sostuvo una de las fuentes del club de Avellaneda.
Ni bien se conoció el operativo empezaron las defensas de los actores. Rodrigo González, abogado de "Loquillo", dijo en Radio La Red: "La policía quiere inventar que la facción tenía facas y armas [?] Están plantando armas. Él había tomado la decisión de no ir al estadio". "Pablo está en Barracas. Desde que tiene derecho de admisión nunca me enteré de que entró en la cancha. Lo pueden chequear por las cámaras [?] Él me dijo que 76 barrios lo apoyaban y que uno estaba con Rodríguez", dijo Débora Hambo, asesora legal de Álvarez, en la misma emisora. Hambo también se refirió a los dichos de su defendido vía Facebook: "Para lo que es el mundo del fútbol, no sería una amenaza".
Aquel lastre de primera se trasladó a la B Nacional. Bebote, el único barrabrava con investidura, había renunciado en las narices de Javier Cantero, el presidente que embistió contra los violentos del fútbol y que tuvo gran crédito por su lucha, pese a la debacle deportiva e institucional. "Loquillo", por entonces su incondicional y amigo, asumió el liderazgo. Bebote se fue a Europa por unos meses. Recorrió España e Inglaterra, donde presenció algún partido de Manchester City, y hasta se fotografió con familiares de Sergio "Kun" Agüero (las imágenes se vieron en el Facebook del barrabrava). Desde su lugar, siempre desafió a Cantero. Es más, hasta subió a la Web fotos de su museo personal, con cientos de camisetas de los Rojos, la mayoría con el N° 10. La sentencia fue única: la vuelta a la hinchada, a la "fiesta", según sus palabras públicas.
A principios de este año hubo un punto límite: Cantero aflojó las riendas en la lucha contra la barra brava y renunció Florencia Arietto, por entonces jefa de seguridad del club de Avellaneda. "Con ese hecho se les abrió un poco más el grifo a los violentos", opinó un experto en el tema.
En el comienzo en la B Nacional se dividieron los grupos. Unos, los de "Loquillo", que ya había sido herido de bala por el negocio de los "trapitos", se quedaron en la Popular Norte. Otros, los de Bebote, se afincaron en la Sur. Se desafiaron de un lado al otro. La tensión se mantuvo en el ambiente. Hasta que ayer reaccionaron.
Bebote, poco a poco, empezó a reclutar gente y muchos se pasaron de bando. Algunos aventureros dijeron que "Loquillo" se quedaba solo y que, por presiones y amenazas, había decidido irse de la barra brava de Independiente. La semana pasada resultó muy movida. Se supo de agresiones y hasta de una balacera al auto de Rodríguez. De aprietes, traiciones, marchas y contramarchas. La mecha estaba encendida. No se esperaron tampoco las reacciones de los opositores de Cantero, antes oficialistas, que acusan al actual presidente de utilizar la pelea contra los violentos como una cortina para la debacle deportiva e institucional. Los temas, indefectiblemente, se mezclan.
La AFA determinará la semana próxima, cuando se jugará el partido. Seguramente el encuentro sea a puertas cerradas, aunque desde el Aprevide no dieron ningún dato. A estas alturas será lo de menos. Lo fundamental: en el horizonte aún no se vislumbra cuándo esta crónica volverá a ser un apasionante relato de fútbol.
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