Los Milito: un partido aparte
Los hermanos no se dieron respiro y se cruzaron varias veces; incluso Diego pidió la roja para Gabriel, que luego lo insultó
Sus miradas se cruzaban distinto. Los hermanos se gritaban en el campo de juego y Jorge Milito se ponía como loco. “¿Qué les pasa a estos dos?”, se pregunta como padre, y poco después intercambia un cierre de ojos con su esposa, Mirta, ubicada unos asientos arriba en la platea de Lanús. Los Milito son un clan de 20 asientos entre los plateístas. El clásico de Avellaneda los une y los separa en cada jugada: Diego, de 23 años, de Racing, y Gabriel, de 22, de Independiente, son las razones por las cuales el sentimiento se divide.
Con sorpresa, los jugadores de Independiente y de Racing, de los que algunos se conocen a través de los dos hermanos, no podían creer lo que sucedía cuando los dos Milito discutían, sobre todo en el primer tiempo. A los 16 minutos de comenzado el encuentro, Diego sale disparado hacia el árbitro Horacio Elizondo para pedirle la tarjeta roja para su hermano Gabriel por una infracción a Juan Manuel Torres. “Está loco”, grita papá Jorge, con los pelos de punta. Con un ojo en el campo de juego y con otro hacia su esposa, Jorge Milito no pudo mantener la quietud en su asiento cuando Gabriel fue a buscar a su hermano para decirle: “No seas vigilante, la c...”. “Para la familia es el mejor resultado. No sé qué pasó en el primer tiempo, pero esto es producto de cómo viven ellos el clásico. Cada uno se mata por los colores que les toca defender”, dijo Jorge tras el partido.
Ni Elizondo, que fue profesor de gimnasia de ambos en la escuela primaria, podía creer lo que pasaba entre los hermanos. Pero el asombro no fue sólo del árbitro, sino también de la gente. Había que escuchar ese murmullo cuando Diego le tiró una patada de atrás a Gabriel para vengarse por una supuesta infracción de dos minutos antes.“Me dio miedo cuando iban los dos a la pelota porque estaban amonestados y porque ya se habían cruzado antes. Cuando lleguemos a casa los voy a juntar en una pieza para saber lo que pasó. No me gusta que se peleen, así que esta noche habrá un reto para los dos”, confesó mamá Mirta, acompañada por una veintena de familiares que esperaba por los dos futbolistas queridos en el medio de los dos vestuarios.
El de ayer fue el segundo clásico que los enfrenta, pero en el anterior, en aquel 4 a 1 en el Monumental, por el último Apertura, el capitán de Independiente vio la roja a los 15 minutos del primer tiempo. Quizá por eso para Mirta Milito se trató de horas interminables en las que se comió casi todas las uñas. “Lo viví muy nerviosa –explicó mamá Mirta–, muy nerviosa. Jamás sufrí tanto en un partido de los chicos. Se dio todo como yo quería... Todo terminó empatado.”
Poco importan en Sofía, la novia de Diego, los prejuicios futbolísticos de los hinchas de Independiente cuando ella saluda a su amor goleador en el tanto de Racing. Mirta la controla y la hace bajar a la tierra. A su lado esta Silvina, la esposa de Gabriel, que tiene desquite en el gol de Silvera del segundo tiempo. “Está todo bien en la familia y las dos mujeres se llevan de maravillas. Es lógico que cada una va a alentar al equipo para el que juegue su pareja. Saben cómo es esto”, expresó Jorge.
A los dos Milito les tocó el control antidoping y luego, cada uno por su lado, explicaron los cruces. “Lo de Diego es increíble –comenzó Gabriel–. Ya hablaremos en casa. No tuvimos demasiados contactos, pero nos cruzamos bastante ¿no? Lo enfrenté como un delantero más y él me encaró como un defensor más.” Y Diego después le respondió: “Dentro de la cancha, más allá de ser mi hermano, es un rival y yo quería lo mejor para Racing. Ahora vamos a hablar, espero que no proteste mucho”. Cuestiones de familia alrededor del clásico de Avellaneda.
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