Luis y Diego, la pena ola rabia
BELO HORIZONTE.- Quiso el destino que la Argentina y Nigeria, ya habituales rivales en el fixture de los mundiales, volvieran a cruzarse exactamente el día en el que se cumplían 20 años de uno de esos choques, seguramente, el más inolvidable por doloroso. Aquel 25 de junio de 1994, Diego Armando Maradona se fue del campo del Foxboro Stadium, de Boston, de la mano de una enfermera y ya no volvería a ponerse la camiseta de la selección. Cinco días más tarde, excluido del equipo por la propia AFA y confirmado el doping por la FIFA, le anunciaba al mundo que le habían "cortado las piernas".
El impacto fue brutal. En el mundo, en el mundo del fútbol y en el mundo íntimo del seleccionado argentino, que no pudo asimilar aquel golpe. Desorientado y shockeado, el equipo cantó el himno con la mirada perdida mientras Maradona, en simultáneo, contaba su tragedia por TV. Enseguida, perdió sorprendentemente contra Bulgaria, en Dallas, y fue a parar al otro lado de los Estados Unidos, a Los Ángeles, donde volvió a caer, esta vez contra Rumania, para quedar eliminado en los octavos de final.
Quiso el destino que aquí en Brasil, un día antes y un día después de ese aniversario, otro futbolista emblema de su equipo se haya convertido en noticia por una acción insólita, primero, y por una sanción extraordinaria, después. Luis Suárez, la bandera de Uruguay, noticia hace sólo unos días por una recuperación física extraordinaria, fue excluido ayer ya no sólo de la competición, sino también de la concentración de su equipo.
Hay decenas de diferencias en las historias, pero un punto de contacto, esencial, que parte de la influencia individual de hombres como ellos en lo colectivo y que termina en una pregunta: ¿cómo influirá la salida de Suárez en Uruguay? ¿Será devastadora, como fue la de Maradona, o, en cambio, será un factor más de rebelión? La respuesta estará, menuda paradoja, en el estadio Maracaná, cuando los uruguayos se crucen con Colombia, con el alma en pena o el alma en rabia.