El futuro del delantero. Más cerca de continuar
Ariel Ortega volvió a faltar a la práctica de River, pero Passarella lo convenció de que no deje el fútbol; los dirigentes descartaron una sanción; entre hoy y mañana volvería a los entrenamientos
Se revela como una mala noticia que el fútbol sienta la amenaza de no contar más con un intérprete exquisito. Y el temor se vuelve más pronunciado cuando quien supuestamente pensó en el adiós se emparienta tan directamente con una idolatría que conmueve a todo River. Hasta ahora, con la sensación que siente de que debe seguir siendo futbolista y de que para su camino como tal debe ensayar una nueva rectificación, Ariel Ortega, de 32 años, está en el medio de una decisión importante para su carrera: seguir adelante, aunque su problema personal le ponga trabas.
"Estamos en las primeras charlas con Ariel acerca de lo que pasó últimamente. Entiendan, no podemos decir nada. Esperemos que esto tenga una salida y todo haya sido una pequeña piedra en el camino". Fueron las palabras de un integrante del cuerpo técnico de River ante un grupo de periodistas que en el predio de Ezeiza intentaba saber los motivos por los que Ortega volvió a faltar al entrenamiento (anteayer tampoco había asistido).
Para entender cómo se llegó a esta situación vale repasar lo que sucedió en los últimos meses en la vida de Ortega. La escena tiene muchos puntos de contacto con la mañana vivida el 3 de octubre último. La causa es siempre la misma. En la semana previa al clásico con Boca, luego de faltar al entrenamiento, el Burrito reconoció su adicción al alcohol frente a sus compañeros y aceptó comenzar un tratamiento con la ayuda de los médicos del club, del técnico Daniel Passarella y de los dirigentes. Se comprometió con la recuperación y hasta la semana pasada cumplió con todas las sesiones del tratamiento, en las que muchas veces fue acompañado por su esposa, Danesa. Pero el lunes último, en un encuentro promocional, trastabilló otra vez. Quizá por eso este nuevo tropezón golpeó mucho más fuerte que hace 58 días. Si hasta el propio Ortega se reconoció derrumbado y pensó en la posibilidad del retiro.
El Burrito está hecho de cualidades futbolísticas como de otras incorrecciones que muchas veces desconcertaron o directamente provocaron rechazo. Las decisiones, por el momento, pasan sólo por Ortega. El DT Passarella prefiere recuperarlo. Los dirigentes no están dispuestos a sancionarlo. De hecho, desde el club comunicaron oficialmente que "se lo acompañará en todo lo que necesite. Es un ídolo y hay que estar a su lado".
Después de un contacto telefónico por la mañana, Passarella puso manos a la obra para asistir a uno de sus jugadores predilectos. Le ordenó al preparador físico Alejandro Kohan que se reuniese con Ortega, algo que se concretó alrededor de las 19 de ayer, en un lugar de San Isidro.
Está claro que Passarella está preocupado por lo afectivo. Una vez que la reunión entre su preparador físico y Ortega concluyó, vía telefónica lo invitó a reincorporarse al plantel. Más allá de que en lo futbolístico no puede ponerlo por encima de otros jugadores, el Káiser confía en su recuperación. En definitiva, Ortega, que en apenas cinco meses faltó a cuatro entrenamientos y llegó tarde a un par, se presentaría hoy o mañana en Ezeiza. "Apuntamos a que haga una muy buena pretemporada, ése es nuestro objetivo", se piensa en el cuerpo técnico. De todas maneras, todos concluyen en lo mismo: "Depende de él".
Con el presidente del club, José María Aguilar, al frente, los dirigentes lo acompañarán y de ninguna manera lo sancionarán. Y están dispuestos a afrontar el costo político, pues no se puede dejar de mencionar que River se ocupó bastante de volver a contar con el jujeño después de cuatro temporadas y para lograrlo desembolsó 1.900.000 dólares. "Nosotros queremos ayudarlo y que se recupere. Pero él debe tener voluntad de hacerlo... No vamos a separarlo del plantel ni a rescindir el contrato", coinciden en la intimidad de la comisión directiva.
En la misma medida en que últimamente dejó de sorprender dentro de la cancha con sus quiebres y gambetas, Ortega se torna imprevisible fuera de ella. Angustiado por un estilo de vida que siempre lo agobió en lo personal y en lo familiar, el Burrito busca la salida de ese calvario personal. Y River siempre está dispuesto a rescatarlo.
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