Messi: el enemigo de Estudiantes
El DT Sabella busca la fórmula para anular la magia de Leo; apenas entró en el segundo tiempo, puso en ventaja a Barcelona y fue decisivo para el 3 a 1 ante Atlante; el sábado, en la final del Mundial de Clubes, Verón y compañía chocarán contra el gigante europeo
ABU DHABI.– Cualquier improvisación del talento tacha los apuntes que habrán quedado en el block viajero de Estudiantes. Vaya si Alejandro Sabella tendrá que inventar una fórmula eficaz para que se desvanezcan los toques mágicos de las individualidades de Barcelona, con ese duende indómito que Lionel Messi lleva dentro de su cuerpo. Fue ese cosquilleo el que obligó al argentino a meterse en el partido cuando parecía que un esguince en el tobillo derecho lo dejaba fuera. Fue ese mismo empuje con el que desmoronó en la primera pelota que tocó la decorosa resistencia de Atlante, cuando el 1-1 se encuadraba dentro de un desarrollo abierto, parejo y sorpresivo. De Xavi a Iniesta, de Ibrahimovic a Busquets, de Dani Alves a Abidal. ¿Quién podrá detenerlos? Y más si Messi juega para ellos.
Ya se los imagina frente a frente en la final del Mundial de Clubes. "¿Qué le voy a decir a Verón antes del partido? Le desearía suerte. Estudiantes es un grandísimo equipo, que tiene buenos jugadores, aparte de Verón; tengo mucho aprecio por él". Sí, Leo ya juega el partido decisivo.
Da la impresión de que cada pelota que toca Messi terminará en gol. Por los espacios que él fabrica y por los que les encuentran sus compañeros. Sobre todo Ibrahimovic, con el que se entiende como si hubiese jugado desde chico en Grandoli, el club rosarino en el que Leo dio los primeros pelotazos. De a ratos hay una sincronización suiza entre ambos. Sólo que "Ibra" nació en… Suecia. Busquets, Pedro, Touré… ninguno da una nota desafinada y no les hace falta seguir el pentagrama con la vista clavada en él. Habrá que ver cuánta fuerza pueden hacerle Verón y cía. pasado mañana, en la gran final del Mundial de Clubes, que enfrentará al gigante europeo con el laborioso conjunto platense.
Messi entró a los 8 minutos del segundo tiempo y, uno después, desequilibró con una gambeta frente al arquero argentino Vilar, cuyo manotazo no evitó el gol del rosarino, tras un certero pase de Ibrahimovic. Fue una ofrenda al público español y a los 30.000 árabes que una y otra vez pidieron su nombre cuando lo veían sentado entre los suplentes, donde parecía que iba a quedarse por precaución. Cada vez que su rostro aparecía en la pantalla gigante el estadio se exaltaba. Finamente Guardiola dispuso su ingreso y entró en acción en tres o cuatro de sus jugadas eléctricas. Hizo una pared con Iniesta y se divirtió como en el "papi fútbol" con Ibrahimovic y Abidal. Casi hace otro gol, pero Vilar le adivinó la intención en el mano a mano. "Al final me dolía el tobillo, pero voy a tener tiempo para recuperarme", reconocería después ante los periodistas.
Hasta entonces, Atlante había sido un digno y duro adversario. Enmudeció al estadio Zayed Sports City con la temprana conquista de Rojas, que empujó la pelota casi sobre la línea tras una emboquillada a Victor Valdes. Acaso ese sea el mejor ítem del que podrá valerse Estudiantes: los defensores de Barcelona dudaron mucho con los pelotazos y los mexicanos lograron filtrarse un par de veces entre Puyol y Rafa Márquez. A la media hora, Busquets encontró el empate con un toque de primera, tras un centro desde la derecha, ante la desesperación de Vilar y Navarro, que no pudieron rechazar en la boca del arco.
Claro que la pelota parece adherida con cemento de contacto a los pies azulgranas cuando la tienen Xavi e Iniesta. Dani Alves se vuelve ingobernable cuando se proyecta por la derecha. Y Abidal es un buen acompañante para volantes y defensores, según se acomoda el juego. La guinda la puso Iniesta entre quiebres, amagos y una pelota al vacío para Pedro, que no dudó cara a cara con Vilar.
En conclusión, pese a algunos desajustes en la última línea, Barcelona se afirma como un tanque en el campo rival y se vuelve incontrolable cuando despliega sus fuerzas ofensivas. De la absoluta concentración, del ingenio de Enzo Pérez y Benítez, de la fuerza de Desábato y Braña, y de la voz de mando de Verón se dependerá para neutralizarlas.
Hay más palabras de Messi, conviene escucharlo: "En una final como estas no hay favoritos y más en este tipo de finales. Esta copa la ganaron muchos equipos sudamericanos y nunca hay favoritos. Depende de nosotros de hacer el trabajo que venimos haciendo y así entrar en la historia".
Se cumplieron los deseos de Verón, que había dicho que quería jugar contra Barcelona porque enriquece estar frente al mejor del mundo. Sólo ellos. Sin que hagan falta adivinos, se presagia una final de duendes y brujas.
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