Mundial Rusia 2018. El peligro de las lesiones: un fantasma que pone en riesgo a la selección en el amistoso ante Haití
Quedaban muy pocas entradas anoche y la recaudación parcial superaba los 37 millones de pesos. Como un resumen zumbón y provocador. ¿Para qué servirá este amistoso de despedida contra Haití? Las ganancias serán para la AFA. Los hinchas habrán pagado fortunas por un espectáculo sin relieve ni equivalencias. Y la cotización de los detalles futbolísticos no tendrá mayor valor para Jorge Sampaoli . Si en el entrenamiento abierto en la cancha de Huracán se tomaron muchos riesgos, este amistoso no le ofrecerá dividendos a la selección Haití no representa nada. O, peor, encierra un peligro. Cuando el rival está tantos peldaños por debajo, se potencian sus torpezas. No se necesita de la mala intención: una brusquedad impropia del primer plano internacional alcanzaría para que un golpe a destiempo invitara a una lesión. El amistoso no reviste seriedad, la Argentina lo decorará con tantos goles como se proponga. Sampaoli presentará un equipo que combinará algunas de sus intenciones futbolísticas –esencialmente Lo Celso y Lanzini como laderos de Messi – y preservará a los golpeados Mercado, Biglia y Agüero para Rusia 2018 .
En principio está autorizada una docena de cambios, pero el técnico argentino intentará que finalmente jueguen todos. Quizá, también Franco Armani si reemplaza al titular Caballero, y así su debut quede grabado por la Bombonera y en una atmósfera bien xeneize. ¿Valen estos amistosos frente a rivales tan desamparados? No, y es una obligación desconfiar de la consistencia de las conclusiones. Sin dudas han tenido más valor las prácticas precedentes que el propio juego. El primer oponente iba a ser Bolivia, luego Nicaragua y, finalmente, Haití. La propuesta cayó por el tobogán americano hasta tocar fondo.
La iniciativa de acercarse a los hinchas, especialmente a chicos con pocos recursos, sin ninguna posibilidad de pagar entradas muy costosas para ver a sus ídolos, fue una feliz idea. Pero ese campo del Globo tendió trampas a cada paso. Pisó un pozo Acuña y le pudo costar mucho más caro que el entrenamiento diferenciado que debió seguir ayer en el predio de Ezeiza. Cuando se celebró que casi todos los futbolistas argentinos había quedado eliminados en los cuartos de final de la Champions –salvo Fazio–, porque así no se expondrían a más golpes y fricciones, el enemigo velaba sus armas en casa. Un desatino. Descuidos imperdonables. La cancha de Huracán no estaba en condiciones, como tampoco las de Vélez y la de River. Hubo sondeos, pero todos resultaron infructuosos: San Lorenzo no recibía la autorización por razones de seguridad y la Bombonera estaba descartada porque 48horas más tarde allí sería el amistoso con Haití.
Los próximos pasos de la selección también contienen algunas incomodidades. No en Barcelona, claro, donde aterrizará pasado mañana para ir acercándose al huso horario ruso en el confortable complejo de Barcelona. No podrá estar más a gusto el capitán que en el patio de su casa.
Pero dos ‘interrupciones’ en la preparación alteraron el humor de Sampaoli. La primera, la visita al Vaticano, todavía está en veremos. El encuentro lleva tres meses de coordinación entre la AFA y la Nunciatura del Vaticano en esta ciudad. Hubo varias fechas posibles para el encuentro en la Santa Sede. La última: el viernes 31 de mayo, justo después de que la delegación albiceleste toque suelo de Barcelona. Fue descartada desde Buenos Aires. El papa Francisco , que desde el primer momento se mostró entusiasmado ante el probable encuentro, ya no tendría espacio en su agenda y por eso la visita está en congelada. Aun a riesgo de parecer una falta de respeto o una imprudencia ante la figura del Papa, desde el corazón de la selección siempre se entendió como incómoda esta programación con el Mundial tan próximo.
El otro corte en el tramo final hacia Moscú ya no tiene solución para Sampaoli. Solo se resignó después de quejarse. El entrenador nunca quiso jugar el amistoso contra Israel, el 9 de junio. El problema no era el rival, sino el traslado. Su deseo fue disputar un amistoso, contra quien fuese, pero sin moverse de la ciudad Condal. Un cotejo en el Camp Nou, y al día siguiente enfilar hacia Bronnitsy, el bunker albiceleste a 55 kilómetros de Moscú. Pero sus deseos se quedaron pedaleando en el aire.
Jerusalén, una ciudad de múltiples significados, un enclave político habitualmente agitado, zona de históricos conflictos, se transformó en un imán comercial para la oprimida arca de la AFA, que cobrará casi dos millones de dólares por jugar en Israel. Un cachet inédito, récord para su historia. Es la única explicación atendible a la que se abrazó Claudio Tapia , el resto son todos contratiempos y bastante preocupación por esas horas que la delegación permanecerá allí. Apenas finalizado el amistoso en el estadio Teddy Kollek, el grupo tomará un vuelo chárter rumbo a Rusia, parada final. Solo entonces la Argentina se sentirá aliviada. Y pondrá músculo y cabeza definitivamente en el Mundial.
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