Mundial Rusia 2018. Intentar frenar la sangría, el último servicio de Mascherano a la causa de la selección
KAZÁN, Rusia.– Javier Mascherano se para frente a los periodistas sin necesidad de que alguien levante la mano para frenarlo: "¿Me toca a mí, no?", dice, y dibuja un pequeño gesto de distensión parecido a una sonrisa. Será la última vez que se plante como futbolista de la selección nacional argentina: fueron 147 partidos en la mayor, más que ningún otro. "Me llevo todo: las semifinales ganadas, las finales perdidas, los títulos olímpicos, el llanto del sufrimiento y de la alegría. Cuando diste todo, te vas en paz. Y me voy en paz", dice de un tirón, con la voz ronca, mientras detrás suyo sus compañeros pasan en fila, directo al bus que los llevará al aeropuerto. Habla él en nombre de los demás, en lo que puede interpretarse como su último servicio a la causa: "Para ellos, no es hora de hacer ningún comentario, es un día para que hable yo, y es lo que les dije. Hay que dejar a los chicos tranquilos. Ojalá que no sea un fin de ciclo para ellos, que tengan la energía para poder seguir. Yo los animo porque no le han hecho un mal a nadie", sigue. Ya no se incluye, aunque esa última frase valga para sí mismo: siente que la crítica contra la generación que representan fue despiadada e injusta.
Si lloró en el vestuario no se le nota tanto, por más que cierto brillo salga de su mirada. Ya no apela a frases autoincriminatorias, como cuando dijo "es un karma, tal vez sea yo", después de la derrota en la final de la Copa América de Chile. Más bien, parece aliviado. Un hilo de casi 19 años unen Sunchales con Kazán, principio y fin de su carrera con esta camiseta. Era jueves cuando debutó en la Sub 15, en esa ciudad santafecina: fue el 7 de octubre de 1999. Apenas tenía 10 meses Kylian Mbappé, el que ayer corrió más rápido que Usain Bolt para dejarlo tirado en la jugada del penal que abrió el partido. "Nos superaron. A veces a los argentinos nos cuesta decir eso, ¿y cuál es el problema?", asume, consciente de que esta vez el coraje no fue suficiente: para ganar se necesitaban atributos que este equipo no tuvo. "La selección ha sido mi vida, se lo debo todo. Ahora me voy a perder en el Oriente", definió su próximo paso, que dará en Hebei Fortune, el club chino para el que juega desde febrero.
De la lista de históricos que llegaron a Rusia otros dos dijeron adiós. Uno, Lucas Biglia, lo remarcó públicamente: "Doy un paso al costado sabiendo que dejé todo. Ahora viene una generación nueva, que ojalá pueda trabajar con tranquilidad", comentó. El otro se fue acorde a su perfil bajo: Ángel Di María dejó el estadio en silencio, con la decisión de abandonar la selección tomada hace tiempo. ¿Y el resto?
El gran interrogante es Lionel Messi, que en marzo se refirió al Mundial que ayer lo despidió como "la última oportunidad" para ganar un título con la selección. El insondable capitán caminó por la zona mixta sin la mirada perdida de otras derrotas, pero también sin ningún deseo de hablar. Afuera estaban su mujer y sus tres hijos, que habían llegado a Rusia por primera vez desde el comienzo del Mundial.
Su mejor amigo en el plantel ya se pronunció: "Si el entrenador me convoca, vendré feliz", se apuró a declarar Sergio Agüero, con la mirada puesta en el ciclo que comenzará en septiembre, cuando la selección juegue sus primeros amistosos post Rusia. Fue una sorpresa: el delantero también había sembrado dudas sobre su futuro en los meses previos a la competencia. Para los demas vendrá un tiempo de reflexión. ¿Qué harán Gonzalo Higuaín, Éver Banega, Otamendi y hasta Sergio Romero, que después de su lesión afirmó que le gustaría volver? Una parte de la respuesta llegará cuando la marea baje y reflexionen sin la pasión del momento; la otra, tal vez, cuando se sepa si seguirá siendo Sampaoli el entrenador o la AFA volverá a cambiar el rumbo. Porque la decisión no será unilateral; habrá que ver si el conductor designado los incluye en su proyecto.
Al final, no importa tanto cuántos sean los históricos que lleguen a la próxima citación: lo que ya no existirá es el corazón de una camada que brindó en Rusia su última función. Las mejores, sin dudas, habitan en el pasado.
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