Mundial Rusia 2018. Mientras Jorge Sampaoli arma su Tetris, Brasil tiene lista su selección clase A
Así como probablemente no hay hazaña deportiva más extraordinaria que el Maracanazo de 1950, el fútbol brasileño jamás imaginó todo lo que iba a producir en su autoestima y en su estructura la catástrofe que representó el 1-7 ante Alemania en la Copa del Mundo de 2014. Esa que organizaron con la certeza y exclusiva finalidad de seguir acumulando superioridad sobre el resto.
La imagen inmaculada de Luiz Felipe Scolari con el título de 2002 se manchó de críticas y burlas. La ausencia de Neymar, lesionado en el juego ante Colombia, preanunció el comienzo del fin. La debilidad en el ataque sin un nueve de categoría (Fred fue el emblema de ese equipo rústico y carente de creatividad) mostró alguna de las costuras de un equipo deshilachado. Chile de Jorge Sampaoli lo puso en jaque con el tiro de Pinilla al travesaño. La selección cafetera de James Rodríguez lo dejó sin su rey. Los implacables alemanes destruyeron el resto y le dieron una paliza antológica. Los últimos días de ese julio pensados para ser una fiesta fueron un duelo continuo y profundo, cuya única motivación pasó a ser que la selección argentina, íntimo rival, no terminara de cerrar la tormenta perfecta dando la vuelta olímpica ante sus propios ojos.
Lahm levantó el trofeo dorado y macizo pero el fútbol volvió a mostrar desde sus paradojas por qué es un deporte extraordinario. El favorito de siempre volvió a tropezar una vez más con la misma piedra y esa presión de ser el candidato le pasó a la selección de Brasil una factura millonaria, sesenta y cuatro años más tarde de su primer Waterloo.
Brasil aprendió la lección, pero no fue todo lineal y sencillo. Necesitó dos años de Dunga sentado en el banco con su juego robótico y aplastado para confirmar como ya le había ocurrido con Felipao que las segundas partes casi nunca suelen ser buenas. La eliminación en primera ronda en la Copa América del Centenario en 2016 fue la gota que colmó el vaso.
Un par de meses más tarde, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro fueron sanadores. En el fútbol el carácter transitivo brilla por su ausencia y la idea de que "un clavo saca otro clavo" no aplica. Sin embargo, la medalla dorada fue mucho más que poner en la vitrina el último galardón que el fútbol brasileño se debía para ya no tener deudas con su historia. El penal definitivo que Neymar, tenía que ser él, ejecutó con maestría puso la piedra fundamental de un tiempo nuevo.
Tite tomó el timón del barco y cambiaron algunos de los marineros. La brújula marcó con claridad el destino y Brasil definió su rumbo. A partir de allí todo lo que siguió fue aplastante. Ganaron las eliminatorias jugando de menor a mayor, consolidaron una idea y sobre todas las cosas volvieron a creer en su estilo, adosándole las características del fútbol moderno.
Pueden parecer soberbios al creerse los mejores. Es que lo son cuando se expresan en su máximo potencial.
Desgranando sus posibles nombres, la verdeamarelha tiene respuestas en todos los sectores del campo. La lesión jugando para el PSG lo privó a Neymar de tener ritmo de competencia en estos últimos dos meses, pero esa inactividad lejos de resultar un problema parece el descanso perfecto antes del gran esfuerzo mundialista. Será el sistema solar del equipo que iluminará con su luz al resto.
Como el ataque te da la victoria pero una buena defensa te hace invencible, el triángulo Allison, Miranda y Marquinhos conforma una defensa que desde hace un tiempo se muestra fiable.
Frente a la baja por lesión de Dani Alves, Marcelo no necesita presentación. En el recambio están Danilo o Luis Filipe. Casemiro, Fernandinho y Paulinho en el centro del campo tienen aplicación táctica y el buen manejo de la bola es su plusvalía. Willian, Luan y Coutinho por los costados garantizan desequilibrio individual y llegada al gol y Gabriel Jesús con más movilidad o Firmino como referencia de área aparecen como las variantes del menú para elegir al primer delantero.
El último amistoso: 3-0 a Rusia en Moscú
Mientras Jorge Sampaoli termina de cerrar un plantel de 23 para el Mundial Rusia 2018 como si se tratara de un Tetris complejo de encastrar, Tite puede presumir de contar con mucho más que una base de nivel Clase A.
La fórmula para sacarlos de carrera es simple... Un gol a falta de un cuarto de hora para el cierre, para que cuando quieran reaccionar sea demasiado tarde, una actuación perfecta o una mezcla de ambas y una pizca de suerte.
Fuera de casa y en una cualidad que solo comparten con los alemanes, Brasil llegará a la Copa del Mundo sin que el rótulo de candidato le pese ni resulte exagerado. Pueden parecer soberbios al creerse los mejores. Es que lo son cuando se expresan en su máximo potencial.
Habrá que ir aceptándolo: como siempre, todo depende de ellos.
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