Para Racing, la mejor noticia es que empieza el receso
En Avellaneda, perdió 2 a 0 con Chacarita, que fue superior y sueña con llegar a junio de 2010 a salvo de todo
Por Alejandro Casar González
De la Redacción de LA NACION
Racing y Chacarita jugaron la final de los equipos pobres. En la semana, el entrenador de la Academia se había encargado de resaltar la importancia del partido. Del otro lado, Fernando Gamboa, DT funebrero, hace rato que enfrenta cada fecha como si fuera decisiva. El exiguo promedio de su equipo no le permite, todavía, pensar en algo más.
La hinchada de Racing arribó al estadio con el objetivo de inflar el ánimo de sus jugadores. La bienvenida del equipo incluyó papelitos de colores, pirotecnia y un aliento ensordecedor. En los primeros minutos, Racing puso el corazón. Chacarita, la cabeza. Pero ninguno de los dos, más acostumbrados a administrar carencias futbolísticas que a empachar de goles a sus hinchas, tenía armas genuinas como para amenazar al otro. Sólo a los 20, Parra hizo sonar la alarma del arco de Racing con un remate desde fuera del área.
La amenaza se concretaría seis minutos después. Cano, la figura de la cancha, cuerpeó a Aveldaño, le ganó la pelota e ingresó en el área. Al defensor académico no se le ocurrió mejor idea que tumbarlo. El árbitro Baliño sancionó el penal y Parra lo cambió por gol.
Esa anotación sepultó el plan de juego de Racing. A medida que transcurrían los minutos, al equipo dirigido por Claudio Vivas se le escapaban las ideas de las manos. Sólo Lugüercio mostraba las ganas de siempre. Y De Olivera aparecía cuando Chacarita, que era mejor y lo justificaba, llegaba con peligro.
En la segunda parte, la parsimonia de los jugadores de Racing enfermó a la hinchada. Enojados por la derrota y, mucho más, por la imagen insulsa que el equipo daba en la cancha, la tribuna cantó contra los suyos y despidió a Falcón y el resucitado Malano con una colección infinita de silbidos.
Mientras, Chacarita hacía su negocio. Pasaban los minutos y su victoria parecía inamovible. El equipo de San Martín monopolizaba la pelota y no sufría cuando a Racing se le antojaba pasa r la mitad de la cancha. El triunfo visitante se terminó de sellar cuando Parra dejó pasar un centro de Zarif y Cano definió con un derechazo inalcanzable para De Olivera.
Pocas veces el resultado de un partido tiene tantas implicancias como el triunfo de Chacarita en Avellaneda. La primera consecuencia es el ánimo destrozado de los jugadores de Racing, acostumbrados desde hace rato a la ciclotimia y el aliento contenido. Pero además, la hinchada académica empezó a perder la paciencia con los suyos. Si bien Falcón y Malano fueron sus chivos expiatorios en la derrota frente a Chacarita, nada quita que si el equipo vuelve a repetir una actuación tan gris, los hinchas no se la agarren con el entrenador de turno. El receso es la mejor noticia para Racing.
Chacarita, en cambio, desea que el torneo apenas comience. Con Gamboa en el banco sumó 19 puntos y parece encontrar una línea de juego. Lo demostró frente a Racing, uno de sus rivales directos en la lucha por la permanencia, y sueña con llegar a junio de 2010 salvado de todo. Tiene con qué.
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