Perplejo: Brasil y una increíble eliminación
Paraguay, con una alta dosis de suerte, se quedó con el pasaporte a las semifinales y dejó afuera al bicampeón continental, que durante el partido fue muy superior, pero falló los cuatro penales tras el empate sin goles
LA PLATA.- Que el fútbol no entiende de lógica está absolutamente claro, pero anoche se encargó de ofrecer otra serie de argumentos que hacen que este juego sea imposible de predecir y difícil de comprender. Lo que sucedió entre Brasil y Paraguay no se ajustó exactamente a lo que hace a la esencia de patear una pelota. Todo se resolvió desde el lugar en donde el azar saca pecho. Y no sólo por los penales, que también cuentan con una cuota de fortuna.
Claro que para el seleccionado guaraní el sabor del objetivo cumplido, el desembarco a las semifinales después de cuatro empates y donde se medirá con Venezuela, es lo único que tiene valor. De la misma manera le pesará a Brasil que se quedó a mitad de camino en la Copa, entendiendo que pagó cara su impericia frente al arco de un inexpugnable Justo Villar, que se hizo fuerte durante el juego y después aportó de los doce pasos.
En ese escenario, la precarización del juego ganó la pulseada y hasta se escribió un acontecimiento histórico, independientemente de las pésimas condiciones del campo de juego, Brasil falló sus cuatro intentos, un hecho único. Se sabe que cuando todo queda encomendado a lo que suceda en una definición desde los once metros es casi imposible encontrar correlato con lo que puede ofrecer uno u otro equipo. Hasta puede disfrazar todo, porque para Brasil fallar cuatro penales pone en un lugar injusto al equipo que llegó orgulloso por su condición de bicampeón de la Copa y eleva a Paraguay hasta un sitio al que accedió por lo que no hizo. Aunque lo que programó lo cumplió: intentar no perder; evitar que su rival juegue.
Una enorme bola de fibra, un corazón grande como las dimensiones del estadio de La Plata y una tremenda tarde de Villar fue lo que brindó el equipo de Gerardo Martino. Tuvo un absoluto desprecio por el balón, una de las tantas fórmulas de aquellos equipos que se reconocen menos dotados que el rival de turno. Todo decidido. Cada jugador de Paraguay asumió el rol que se le asignó en el reparto y demostró que no estaba dispuesto a ceder ni un ápice en sus pretensiones. Estigarribia por la izquierda no tenía orden de atacar, lo hacía si podía, su posición era evitar que se soltase Maicon. La misma misión se le bajó a Vera con la intención de que no hiciera su trabajo André Santos. Ésa fue la idea, así de simple. Y aunque el plan defensivo tuvo grietas, siguió con vida.
Curioso el caso verdeamarelho, porque hizo lo suyo. Está en su ADN la verticalidad, aquella que se le reclamaba a Dunga y se busca recuperar con Menezes. Se ofreció genuino por momentos, fue ese Brasil encantador cuando Robinho tomó el control. Marcó la superioridad cuando se hamacó Neymar y Ganso fue lacerante con sus pases. Desnudó debilidades de la última línea de Paraguay con la presencia de Alexandre Pato. Hasta fue sólido con Lucas y Ramires en la mitad de la cancha. Si hasta las estadísticas mostrarán tan sólo tres aproximaciones del conjunto guaraní en 120 minutos de partido (un pelotazo que bajó Julio César y dos remates de Heado Valdez que pasaron lejos del arco brasileño).
Pero hay determinados antecedentes de Brasil que hacen entender por qué para Villar tener una noche perfecta sí se ajustó a la lógica. Es que el arquero paraguayo se quedó con tres situaciones clarísimas de gol (se lo negó a Lucio, Ganso y Pato), estuvo seguro en cada corte y hasta contuvo el penal de Thiago Silva, porque esta debilidad en la red del seleccionado verdeamarelho es un tormento para el scracht desde que comenzó el ciclo de Mano Menezes, porque tiene un promedio flaco de gol, incluso, que no le alcanza para un tanto por juego (15 conquistas en 17 partidos).
En este contexto, la coherencia se ajusta a lo que sucedió con Brasil en los penales, sólo allí. El camino inverso se aplica para la clasificación de Paraguay. Está claro que no lo imaginaban de esta manera ni uno ni otros, tanto que hasta Tata Martino reconoció que todo estuvo vinculado a la suerte...
1era
vez que Brasil y la Argentina no logran quedar entre los cuatro mejores seleccionados del continente.
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