Por la misma senda
Boca y River luchan arriba en el torneo Clausura y en los últimos días se clasificaron para los cuartos de final de la Copa Libertadores; qué tienen en común los dos equipos más importantes de la Argentina para encaminarse hacia la consagración
El referente. Indudablemente, Guillermo Barros Schelotto se convirtió en el sustento de Boca en este primer semestre. El goleador xeneize apareció en los partidos más complicados y supo cargarse al hombro al equipo, como ocurrió en la victoria por 4-2 ante Paysandú, el jueves último, por la Copa Libertadores. Está siempre para dar la última puntada y es un líder dentro del grupo. También ha demostrado personalidad para afrontar situaciones límites, como son las ejecuciones de penales. Boca depositó en El Mellizo muchas expectativas, como el año anterior pasó con Marcelo Delgado.
El trago amargo. Los xeneizes superaron su peor momento en la segunda etapa de Carlos Bianchi hace poco tiempo: una caída con Vélez (0-2, en Liniers), que le dejó servida la punta del Clausura a River, y la derrota por 1 a 0 ante Paysandú, en la mismísima Bombonera, en el partido de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores. Esos puntos flacos de Boca precipitaron las críticas en una semana cargada de posibles cambios en el equipo y muchos rumores. Sin embargo, Boca se sobrepuso con hidalguía: primero venció a Colón, por 2 a 0, en la Bombonera y recuperó el liderazgo del Clausura. Y en Brasil, se recuperó del revés ante Paysandú con una estupenda actuación colectiva del equipo, y la que el técnico Carlos Bianchi armó un planteo ofensivo para asegurarse la victoria.
La lucha en los dos frentes. Si bien la prioridad de Boca está más orientada a ganar la Libertadores –por eso actúa con todos los titulares en ese torneo–, el Clausura también está entre los objetivos xeneizes. Y más aún cuando a siete fechas del final marcha, con Vélez, en la vanguardia. "Tal vez en un momento haya que elegir por algún torneo, pero mientras podamos, jugaremos para ganar los dos", dijo en una oportunidad el técnico Carlos Bianchi. Por ahora, Boca defenderá su posición en los dos frentes a todo o nada.
El poder de rotación. Bianchi se inclinó por ubicar ciertos jugadores en el torneo local y otros en la Copa. En la práctica, armó dos equipos con igual libreto: Estévez, Tevez y Donnet, por ejemplo, eran habituales titulares en el torneo doméstico, mientras que Ezequiel González , Barros Schelotto y Delgado, en la Copa. Claro que las lesiones que acompañaron el recorrido xeneize obligaron al DT a rotar a varios futbolistas, y a repetir nombres en los dos certámenes. Ahora, con la recuperación de varios de los lesionados, Bianchi volverá a tener un abanico más amplio de posibilidades.
La personalidad. El equipo tuvo actitud para ratificar su condición de animador tanto en la Copa como en el campeonato. Salió de situaciones adversas como las caídas ante Vélez, el temporario liderazgo de River en el Clausura y la derrota con Paysandú. Demostró que tiene personalidad para jugar y ganar en un territorio difícil como Brasil, y en una instancia decisiva. Esto le ha recargado la confianza y lo muestra como un serio candidato para los desafíos que tiene por delante.
El referente. River tiene un líder futbolístico indiscutido: Andrés D’Alessandro. No es casual que el talentoso volante sea el de mejor promedio de su equipo, según las calificaciones de LA NACION, este año.
Además, el Cabezón también es el capitán millonario, pero en este caso vale aclarar que no pasa por una cuestión de influencia psicológica sobre sus compañeros, sino que fue un elemento que utilizó el técnico, Manuel Pellegrini, para que asumiera una mayor responsabilidad y compromiso. El chileno acertó: hoy D’Alessandro es el eje de River y cuando su zurda funciona (llevando la pelota, tocando de primera o pegándole en un tiro libre), el conjunto de Núñez tiene un vuelo diferente.
El trago amargo. River sufrió apenas comenzaron las competencias oficiales. En los tres primeros partidos igualó con Newell’s en Rosario (2-2); en el debut en la Copa Libertadores perdió frente a Deportivo Cali, en Colombia (2-0), y cayó en el Monumental con Vélez (0-1). A partir de ese momento, de serios cuestionamientos hacia el equipo y la tarea del entrenador, River empezó a trepar posiciones, creció su rendimiento y perdió sólo dos partidos de 17.
La lucha en los dos frentes. Más allá de altas y bajas, River se mantiene con serias posibilidades tanto en la Copa Libertadores como en el torneo Clausura. En la Copa logró la clasificación gracias a las sólidas performances como local y a un triunfo decisivo como visitante, ante Libertad, de Paraguay. En el torneo local, tras el mal comienzo, se recuperó, alcanzó la punta y vivió, últimamente, situaciones raras. Los dos últimos resultados fueron empates 1 a 1, con Chicago y Unión; el primero le permitió quedar como único líder, mientras que el otro lo dejó en el segundo puesto, a un punto de Boca y Vélez.
Está prendido y con las posibilidades intactas en los dos certámenes. ¿Cuál prefiere la gente? Sin duda, la Copa Libertadores, título que no consigue desde 1996.
El poder de rotación. Manuel Pellegrini dijo siempre que él no buscaba un equipo titular, sino que quería un plantel que le rindiera cuando él necesitara a cada jugador. El técnico considera que el ideal de competencia por mes es de seis encuentros. Sobre la base de esto, junto con el preparador físico, Felipe Prieto, fue analizando para cada encuentro quiénes estaban en mejores condiciones futbolísticas y físicas y así definió los titulares. Por supuesto que hay una base, a ella se acoplaron indistintamente, Fuertes y Darío Husain (en la delantera), Guillermo Pereyra, Astrada Zapata y Daniel Ludueña (en el medio), Lequi se ganó un lugar en la defensa y hasta en el arco comenzó atajando Comizzo, Buljubasich es ahora el titular y Costanzo ya actuó en un encuentro.
La personalidad. La victoria ante Corinthians, en Brasil, mostró no sólo el poder futbolístico que puede alcanzar este grupo, sino también la capacidad anímica para enfrentar partidos complicados. En esto fue determinante el discurso de Pellegrini, quien, después del primer éxito ante los brasileños, les dijo a los jugadores (y lo ratificó públicamente) que en San Pablo había que buscar el triunfo. Y, con inteligencia, llegó a los cuartos de final.
La posibilidad de otro triple duelo
Si Boca y River superan a Cobreloa y América de Cali, respectivamente, en los cuartos de final de la Copa Libertadores, se repetirá el triple duelo que tuvo una primera parte en 2000, con tres superclásicos en pocos días. En esta ocasión, el Clausura los enfrentará el 1° de junio en la Bombonera y, si ambos alcanzan las semifinales de la Copa, se medirán de nuevo en La Boca y por último en el Monumental, entre el 4 y el 18 del mes próximo. En 2000, empataron el primer choque, en la Bombonera, 1 a 1; luego, por la Copa, River ganó en Núñez 2 a 1, y, en la revancha, Boca pasó a las semifinales con un 3 a 0 como local.
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