De la mano de Messi: la Argentina se recompuso, aunque debe mejorar
Dio vuelta un partido terrible en Barranquilla; perdía 1 a 0 por un tiro libre de Pabón, que se desvió en Mascherano; en el segundo tiempo se sobrepuso al calor y lo ganó con tantos de Messi y Agüero
Por Fernado Czyz
Enviado especial
BARRANQUILLA.- Sólo desde ese aura de crack y calidad inigualables que tiene Lionel Messi se puede explicar la victoria argentina, por 2 a 1, ante Colombia, en la caldera que fue el estadio Roberto Meléndez.
La Argentina pasó de la desprolijdad y la impotencia a la euforia. Es que consiguió una imprescindible victoria gracias a que Messi apareció con la cuota de rebeldía que se le reclama cada vez que viste la camiseta celeste y blanca. Ahogado -por el calor y el resultado (0-1)- durante 60 minutos, el seleccionado encontró el los pies de su Mesías la salvación: a los 15 del complemento, el N°10 armó una pared con José Sosa y envió el rebote a la red para darle algo de respiro al equipo. Y, cuando restaban seis minutos para el desenlace, Messi volvió a tomar las riendas: esta vez, habilitó a Higuaín, que remató débilmente, pero apareció Agüero -ingresó en el segundo tiempo y aportó dinámica- para definir el pleito: 2 a 1.
Actitud, rebeldía y fortaleza mental. Todo lo que se le reclamó al conjunto de Alejandro Sabella en el Monumental frente a Bolivia se vio en los momentos más calientes del encuentro. El equipo no brindó una performance convincente -lejos estuvo de hacerlo-, pero cuando debió mostrar que la jerarquía de su camiseta no se merecía otro cachetazo, dio la cara: con Messi como abanderado, la Argentina obtuvo tres puntos vitales no sólo para la tabla de las eliminatorias, sino sobre todo para demostrar que el compromiso de los jugadores con la celeste y blanca está fuera de discusión.
11 años después.
Porque, pese al cambio de nombres, de escenario y de rival, las mismas dudas y desacoples se trasladaron automáticamente de Buenos Aires a Barranquilla en el inicio: la Argentina comenzó siendo un conjunto desprolijo, inconexo, casi impotente.
Los problemas más serios se presentaron por la banda de Sosa y Zabaleta; los desbordes de Armero inquietaron, pero fue de pelota parada la estocada de Colombia: sobre el filo del descanso, producto de un picante tiro libre de Dorlan Pabón que se desvió en Mascherano, el primer capítulo terminó 0-1.
Pero la charla del entretiempo parece haber tocado alguna fibra íntima en el plantel: aunque no desplegó un juego para el aplauso, sí encaró el complemento con una actitud elogiable. Agüero ingresó por Guiñazú y le dio frescura a los ataques. Messi se contagió del Kun y tomó las riendas.
La Argentina recuperó la posesión de la pelota -Colombia colaboró esperando- y tuvo ráfagas de juego colectivo, siempre con Messi como eje. Lionel contrarrestó la mufa del primer tiempo con regates que buscaron socios cómplices como Agüero, Higuaín o Sosa. Así llegaron las dos acciones de los goles argentinos: por la inventiva de la Pulga, que no rindió a tope en los 90 minutos, pero sí fue determinante y dejó su sello; ése que se le reclama cada vez que viene de anotar goles con Barcelona y se pone la celeste y blanca. Esta noche, en el infierno de Barranquilla, Messi iluminó el camino con su aura celestial.