Racing: a un paso de repetir la alegría de hace 35 años
Hoy, cuando la Academia tiene el título al alcance de la mano, se cumple otro aniversario de la última consagración local
El pasado y el presente se entrelazan de manera casi caprichosa, como si se tratara de una imposición del destino. El fervor y la expectación de la actualidad se confunden con la nostalgia del triunfo lejano. Hoy, justo cuando el conjuro de más de tres décadas sin éxitos domésticos está a punto de quebrarse, se cumplen 35 años del último título de Racing. El team récord , con 39 partidos invictos, como quedó impreso en una página amarillenta de la época; el equipo de José , como se perpetuó en las imágenes del recuerdo.
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Racing cumplió una campaña irregular en 1965. El conjunto de Avellaneda finalizó quinto, con 36 puntos, a 14 de Boca, el campeón. Juan José Pizzuti asumió la conducción técnica en septiembre de ese año. Como un preludio de lo que vendría, cerró el torneo con 14 partidos sin caídas.
En la temporada siguiente, Pizzuti -protagonista como jugador del anterior festejo blanquiceleste, en 1961- diseñó su obra sobre una amalgana de jugadores forjados en las divisiones juveniles y de hombres de experiencia.
La gloria se edificó sobre varias columnas. Oscar Martín, Alfio Basile, Rubén Díaz y Juan José Rodríguez estuvieron en los 38 cotejos; Jaime Martinoli demostró sus condiciones de certero definidor y fue el goleador, con 18 tantos; en el medio campo sobresalió el gran estratego: Humberto Maschio, que llegó de Italia cuando ya se llevaban disputadas seis fechas; también se destacaron Roberto Perfumo, Juan Carlos Rulli, Juan Carlos Cárdenas, Miguel Angel Mori y Nelson Chabay; hasta la 7ª fecha, el arco fue de Agustín Cejas y, luego, de Luis Carrizo.
El debut se produjo mientras aún no se habían acallado los comentarios sobre la gesta de un racinguista: el boxeador Horacio Acavallo, que consiguió el título mundial de los moscas frente al japonés Katsuyoshi Takayama, el 1° de marzo de 1966. Racing encendió la maquinaria el 6 de marzo. Ese día, como visitante, venció a Atlanta por 2 a 0, con dos goles de Rodríguez.
Los desafíos posteriores transcurrieron entre éxitos e igualdades. Racing se apoderó de la vanguardia casi desde el principio; empero, el desarrollo se mantuvo reñido y la Academia soportó el asedio de Independiente, River y Boca. Las crónicas de la época hablaban de "un equipo que siempre va al frente, de espíritu ambicioso, aunque sin demasiada calidad técnica".
La descripción retrataba a la perfección el andamiaje de un conjunto valiente, a puro vértigo. Un torbellino que, por momentos, encontraba la pausa cerebral del Bocha Maschio. A mediados de año ya se hablaba de Racing como un serio aspirante. En tanto, la Argentina se conmocionaba por el derrocamiento del presidente Arturo Illia y por la asunción del general Juan Carlos Onganía, el 28 de junio de 1966.
Con un ánimo indeclinable, Racing se mantuvo invicto hasta la 26ª jornada. River, el escolta, se cruzó y lo venció por 2 a 0, en el Monumental. La dura bofetada tuvo un doble impacto, ya que ahora la punta era compartida. Además, significaba el epílogo de una serie de 39 partidos sin reveses, marca sólo superada por Boca, con 40, en 1999.
Con la tristeza a cuestas y con el orgullo tocado, el club -como agasajo por el récord- le regaló a cada futbolista un anillo de oro con brillantes. La actitud renovó los bríos y potenció el amor propio. "El valor material quedó de lado; el gesto nos emocionó y prometimos seguir firmes en la marcha por el título", diría Rulli, ya con los laureles conseguidos.
La lucha por la consagración -en otra paradójica similitud con la actualidad- quedó entre Racing y River. Y, como si se tratara de una proyección de nuestros días, el conjunto millonario resignó puntos vitales.
El estridente grito se oyó ante Gimnasia, por la 36ª fecha. Un empate sin tantos le bastó a Racing para alzar los brazos al cielo y celebrar la conquista de un nuevo título, el sexto en el profesionalismo. Ese día se alineó así: Carrizo; Perfumo y Díaz; Martín, Basile y Chabay; Rambert, Rulli, Cárdenas, J. J. Rodríguez y Maschio.
Luego vendría con la obtención de la Copa Libertadores y el zapataz o del Chango Cárdenas en la Copa Intercontinental. El cántico, tímido en sus primeras versiones, se transformó en un rugido tribunero: ... y ya lo ve... y ya lo ve... es el equipo de José...
Las voces
Juan José Pizzuti: "Nosotros teníamos una estructura más fuerte y siempre salíamos a ganar. El conjunto actual partió de la necesidad de levantar el promedio y concretó una gran campaña. Aunque, al igual que el equipo del 66, éste pelea a muerte los partidos.
Humberto Maschio: "Hay ciertas similitudes entre los dos equipos: la garra, la dinámica y la velocidad de mitad de cancha hacia arriba. Este equipo muerde, marca, no deja jugar al rival, y al igual que aquél levanta resultados. Quizá nosotros éramos más prácticos y ofensivos".
Agustín Cejas: "No dan un partido por perdido y tienen unas ganas enormes. Este equipo saca los partidos adelante, aun en desventaja. Siempre piensan que lo pueden ganar; aquél era igual".
Jaime Martinoli: "Son distintos. Los chicos de aquel tiempo, como Basile, Perfumo, Maschio... eran grandes jugadores. Ahora hay muchos jóvenes con voluntad y fuerza".
Rubén Díaz: "El hambre de gloria y las ganas de triunfar son las similitudes más claras que encuentro".
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