River rescató un empate ante Godoy Cruz en una tarde con polémicas: perdía 2-0 y remontó con goles de Mora y Pratto
No son días tranquilos para River. No termina de encontrar un equipo, ni un rendimiento estable, ni un árbitro con el que no se sienta perjudicado. Lucha contra demasiados frentes abiertos, algunos son de su responsabilidad y en otros se ve víctima de circunstancias que escapan de su control. Para River fueron tan temibles las combinaciones en ataque de Garro y el "Morro" García como varios de los fallos de Baliño.
Pero River no se hará ningún favor si reduce todo a una conspiración que lo desborda. Los dos goles de Godoy Cruz surgieron en dos malas salidas desde atrás, con pases imprecisos de Zuculini y Martínez Quarta. Síntomas de un equipo que estaba mal con la pelota. En el primer tanto, encima Martínez Quarta quedó enganchado, habilitando a Garro. En el segundo, no había nadie que sacara del off-side al uruguayo García, que para que no se hable solo del error del asistente Alejandro Mazza definió sobre la salida de Armani con un clase de la que hay que dejar constancia. García es uno de los mejores delanteros que se encuentran en la Superliga, cada pelota que le llega es una amenaza para los defensores. El técnico Dabove dice que en la soleada y tranquila Mendoza el "Morro" encontró su lugar en el mundo, pero también admite que en este nivel de juego habrá ofertas que lo llevarán a ver el mundo en clave económica.
En menos de 25 minutos, River perdía 2-0, jugaba mal y montaba en cólera contra Baliño, que un rato antes había ignorado un penal de Abecasis sobre Pratto. El escenario menos propicio para darle forma a la recuperación que Gallardo exigió en la semana, cuando se propuso "recuperar la agresividad futbolística" para salir del letargo de los últimos partidos.
Entre las incógnitas que persiguen a River estaba la de cómo iba a responder una formación en la que Gallardo, por bajos rendimientos (Pinola, Nacho Fernández), lesiones (Pity Martínez y Scocco) y suspensión (Enzo Pérez), metió mano a fondo. Debutó Zuculini, y Maidana, Quintero, De la Cruz y Mora fueron titulares por primera vez en el año. La renovación no se hacía en un ambiente de confianza y optimismo, algo que siempre propicia que las piezas encastren más fácilmente, sino en uno de urgencias y con un tufo a crisis. La tabla de posiciones -está 19° y hoy puede caer al 20° si gana Gimnasia- es un reflejo bastante fiel de este cuadro de situación.
Y el rival también cuenta, claro. Godoy Cruz está invicto en el año y se desplegó en el Monumental sin ningún complejo de inferioridad. Sobre todo en el primer tiempo, se agrupó bien, le cerró espacios a River, intentó darle salida limpia a la pelota con Andrada, transitó las bandas con Ángel González y Pol Fernández, y cada conexión García-Garro era pura dinamita.
Como en cualquier equipo renovado y puesto a prueba, es lógico que no todo funcione bien, que se requieran más ajustes. Lo más positivo de River es que fue de menor a mayor, que se repuso a la adversidad de sus fallos con la pelota, a los de Baliño con sus decisiones y a una desventaja que traía los peores augurios.
En vez de entregarse, River se rebeló. A diferencia de lo dicho por Gallardo una semana atrás sobre la dificultad de encontrar motivación cuando "no se juega por nada", este equipo fue orgulloso en su esfuerzo y jugó como para que no se diga que tocó fondo, aunque siga muy relegado en la tabla.
A la cabeza de esta reacción hay nombres propios. Algunos con un fuerte arraigo sentimental, como el de Mora, y otros que provocan ilusión, como los del colombiano Quintero y Pratto.
Mora se pareció bastante al delantero que fue antes de una operación en una cadera que podía retirarlo del fútbol. Estuvo ágil, veloz, comprometido con el juego, conserva esa fina técnica, como en el control de la pelota en la jugada del segundo gol. El olfato tampoco lo extravió: interpretó muy bien el pase de taco de Pratto para marcar el descuento.
Quintero es atrevimiento con la pelota, le gusta encarar, gambetear, a veces se excede, pero es un defecto que se le puede consentir porque a cambio genera bastante, rompe líneas y abre defensas. Empezó recostado sobre la derecha, pero ocupó mucho más espacios a medida que se animó a pedir más la pelota. De un arranque suyo se originó el gol del descuento.
Pratto hizo su primer gol y eso no es poca cosa para quien llegó por una cifra récord para ser centrodelantero. No fue una definición soñada (se desvió en un defensor), pero vino a coronar su buen desempeño en otros aspectos, como la función de pivote para aguantar la pelota, jugar de espalda al arco para ser descarga y tener energías para llegar al área. Pratto no es el clásico N° 9 que vive del gol porque atiende otras necesidades colectivas.
No fue positiva la presentación de Zuculini. Quedó la sensación de que duplican funciones con Ponzio, quien no tiene contra en la zona central. Si la idea es reeditar la pareja Kranevitter-Ponzio no parece muy viable. Zuculini no tiene el toque ni el panorama del volante que está en el fútbol ruso. No hay complementación como en el dúo que ganó la Copa Libertadores, sino superposición de tareas.
Así se le fueron más puntos a River, entre quejas y lamentos, porque cuando pudo mejorar un poco no le alcanzó contra un árbitro de lo peor.
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