River, muy golpeado, ya piensa en el futuro
Silencio primero. Después, quejas y caras de pocos amigos. El vestuario de River tras el empate con Racing 1 a 1, que dejó al conjunto de Avellaneda en la antesala al título local después de 35 años de sequía, fue la síntesis de cómo vivió este grupo los últimos seis meses de trabajo. "Estamos creciendo; vamos a llegar a ser un gran equipo", les dijo escuetamente Ramón Díaz a sus jugadores. Después, con otras palabras, lo refirmaría ante la prensa.
Más allá de los discursos mediáticos, como "vamos a seguir luchando", etcétera, la sensación de todos, especialmente la del entrenador, es que ya dejaron pasar tres oportunidades de bajar a Racing, demasiadas para un fútbol tan competitivo.
Sobre el futuro, por la cabeza de Ramón Díaz ya rondan los cinco refuerzos que pretende para el próximo campeonato y para la Copa Libertadores. Dos de ellos podrán ser utilizados en el torneo Clausura; los otros tres podrán jugar sólo en el certamen internacional.
Como puntos por solucionar están el contrato de Martín Cardetti (los dirigentes dicen que esta semana se reunirán con el goleador del torneo), que si no arregla quedará libre en junio próximo, y la compra del defensor Ricardo Rojas (en diciembre próximo vencerá su préstamo de Benfica).
Obviamente el técnico volverá a la carga por José Oscar Flores, que no está jugando en Valladolid. También pedirá un marcador y un volante central, más un carrilero por la derecha y un arquero. El trabajo para el verano ya está diagramado: el 11 de enero próximo comenzará la pretemporada y de inmediato viajarán a Mendoza para jugar la primera parte de los torneos de verano. A esa altura, Ramón Díaz quiere contar con los refuerzos de manera indeclinable.
Ahora bien, ¿cómo quedó este plantel después de un nuevo traspié? Para nada bien. Como se comentó desde el inicio del segundo ciclo de Ramón Díaz en River, las relaciones internas están más tirantes que nunca. Los buenos resultados venían tapando algunas diferencias entre varios jugadores, pero ayer, tras la derrota (así se vivió el empate), esas discrepancias llegaron a límites insalvables; no por confrontaciones directas, sino por ciertos comentarios críticos que alguno de ellos lanzó cerca del entrenador con respecto a varios de sus compañeros. En definitiva, muchos jugadores ya ni se hablan entre sí; el entrenador no quiere más en el plantel a algunos futbolistas y viceversa. ¿Se puede pelear un campeonato de esa manera? Está demostrado que es muy difícil.
Será parte del trabajo de Ramón Díaz tratar de calmar la aguas. Para eso tendría que cambiar su forma de relacionarse con los jugadores, y está claro que no es su intención. A muchos les molesta concentrarse para un partido y quedarse fuera del banco sobre la hora. También incomoda que se enteren de quién irá a la concentración a través de un papel y no que se les hable. Es la eterna discusión de River: un trato estrictamente profesional como el que propone el técnico riojano o un poco más de cercanía como el que pretenden los jugadores.
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