Rosario Central venció a Banfield: un festejo sin brillo en la tarde del reecuentro, las emociones y el indulto
ROSARIO.– Una tarde de reencuentros, de emociones. El partido, el debut de Rosario Central frente a Banfield en la Superliga, quedó eclipsado por dos presencias: el retorno de Edgardo Bauza a su casa, aunque el Patón presentó el segundo ciclo en la Copa Argentina, en Santa Fe, y el juego de Marco Ruben, después de una semana en la que el capitán disparó con munición gruesa contra los dirigentes. El técnico y el goleador se marcharon bajo el cobijo del aplauso y la ovación de los hinchas, esa doble caricia que reconforta. La victoria 1-0 fue el premio al orden, una palabra que es la mejor definición para lo que desea el DT para su estructura, y a la búsqueda ante un rival –Sebastián Battaglia estuvo en el banco de los suplentes en lugar de Julio Falcioni– que tuvo como premisa apagar el partido, algo que logró en el primer tiempo.
El Patón está en los cantitos de la hinchada para cargar a su clásico rival y su regreso tiene que ver con buscar la gloria: clubes de Arabia Saudita, la selección de Ecuador o la Liga Deportiva de Quito, donde levantó la Copa Libertadores, seguramente le pudieron extender contratos mucho más contundentes que el que le presentaron los canallas. Pero de eso se trata el fútbol, del afecto, de sentirse entre los suyos, de caminar los mismos senderos de toda la vida, los que los llevaron por las rutas internacionales. Pero a sus sesenta años, ese reencuentro se vuelve más importante que cualquier cheque con múltiples ceros.
Bauza lo vivió con intensidad. Bajo el camperón con el escudo canalla, buscó disimular las sensaciones que lo invadieron cuando caminó desde el vestuario hasta el banco de los suplentes. Saludó con su mano derecha al público que lo recibió como el ídolo que es. Reconfortado, como desde el primer día en que volvió, la pelota quedaba de su lado: el equipo debía responder por el Patón. No entregó demasiado en lo futbolístico Central. El orden propio que reflejan todas las formaciones, aunque le faltó un revulsivo para que el control de la pelota tuviera certeza en el área rival.
También el capitán jugaba un partido particular. Después de las polémicas con los dirigentes, donde se expusieron diferencias que eran disimuladas, Ruben saltó a la cancha al igual que lo hizo por la Copa Argentina, cuando parecía que su futuro estaría en Santos, de Brasil. No tuvo su mejor versión, alejada a la que deslumbró en 2015, aunque el conjunto tampoco generó para el artillero. Zampedri se sintió más cómodo en el choque y el roce, aunque Ruben no le quitó el cuerpo. Tuvo su oportunidad, después del gol de Caruzzo, pero Arboleda lo dejó sin festejo propio. "En la semana hablé un poquito de más, di alguna explicación que no debería haber dado. Si herí a algún hincha, pido disculpas", comentó el N°9, que fue reemplazado por Lovera. El simpatizante ovacionó a Ruben, como si se tratara de un indulto por lo que sucedió en las últimas horas.
Volvió Bauza ["la sensación que tuve fue maravillosa"]; jugó Ruben ["él está feliz de estar y jugar acá", dijo Bauza sobre el capitán] y Rosario Central superó a Banfield en el Gigante de Arroyito, después de 10 años. Una tarde de reencuentros, emociones y festejo.
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