Selección: una goleada del siglo pasado que puede confundir y obliga a ser prudente con el futuro
Un partido extraviado por Alicante. Un estadio semivacío en Elche. Un árbitro que llega casi sobre la hora porque no pertenecía a la terna original, se lesiona en el segundo tiempo y es reemplazado en medio de ese carrusel de doce cambios que destiñe aún más un amistoso sin equivalencias. Un rival que apena, con un director técnico interino que después de la goleada confiesa que sus chicos estaban con la cabeza en ese Ecuador agitado y sangriento. Un adversario con siete titulares menores de 23 años, que aterrizó un día antes tras mil peripecias y trastornos aeronáuticos. La Argentina puede declararse ajena a ese contexto y gana, atropella, arrolla. Golea 6-1, como en febrero de 1941, pero pudo convertir 12 goles, como en enero del ‘42. Y entonces el enfrentamiento se vuelve relativo: no hay equivalencias, no hay tensión competitiva. No hay partido, prácticamente. La Argentina hace tiempo que suma esquemas, debutantes y rodaje, todos aspectos necesarios, pero con encuentros de este calibre retrasa una confiable evaluación.
¿En cuál Argentina creer? ¿En la que estuvo al borde del abismo con Alemania y renació? ¿En la que en el comienzo de la segunda etapa con Ecuador se atropelló sola y casi devuelve al partido a un contrincante que un tiempo atrás ya se había entregado? Todavía conviven muchos equipos en la Argentina y eso la desnuda algo desconcertante. Cuatro días después del empate con los alemanes, que denunció déficits y virtudes para confirmar que el conjunto albiceleste todavía no consigue una altura crucero, fueron más rentables los días de convivencia del plantel y las prácticas que puedo articular Scaloni que estos 90 minutos frente al deshilachado Ecuador. El choque se resumió a una práctica con mínima oposición. Un contrincante errante, hasta ausente, sin funcionamiento, lleno de distracciones y casi sin correcciones desde el banco por parte del entrenador Jorge Célico. Él, mejor que nadie, debía saber que no tenía más.
La Argentina post Copa del Mundo Rusia 2018 le convirtió tres goles a Guatemala, cuatro a Irak, cinco a Nicaragua, ocho a México entre tres amistosos y, ahora, seis a Ecuador. Es decir que resolvió con holgura encuentros sin correspondencia o ante adversarios que se presumían inferiores. Pero todavía no consiguió quebrar a un rival superior: como Brasil, Colombia y Alemania, que ayer con Neuer en el arco, más los recuperados Gündogan, Marco Reus y Timo Werner, goleó por 3-0 a Estonia camino a la Eurocopa 2020. Ese salto de confiabilidad aún no lo ha podido dar la selección y por eso tampoco espanta las dudas: si crece la dificultad, el plan cruje. Y si el oponente se ofrece como un desfile confortable, la rentabilidad de la victoria se devalúa. Para resguardarse de algún desenfoque le convendrá no tomar los resultados como síntomas de progreso.
Aparecen huecos estructurales
Después de 19 partidos del ciclo Scaloni todavía no es sencillo determinar a qué juega la selección. Muchos parámetros de su etapa como entrenador interino, aquellos del segundo semestre de 2018, se fueron decolorando. El vértigo de la propuesta y el entusiasmo del ala renovadora se mantienen, pero no alcanzan para darle espesura a la entidad de una selección. Luego de tantos ensayos –69 futbolistas citados, 31 debutantes– y a menos de seis meses del comienzo de las eliminatorias para Qatar 2022, persisten huecos estructurales. ¿Quién es el arquero? ¿Foyth tendrá que cubrir la ausencia de un lateral derecho genuino? Tras probar con diez zagas centrales diferentes, ¿cuál es la titular? ¿Y el interior que acompaña a De Paul-Paredes? No hay un dibujo y eso no es relevante. El que se mantiene pendiente es un estilo reconocible, ese refugio conceptual que acerca las garantías.
La Argentina rechazó jugar en esta fecha FIFA con la selección del País Vasco, Euskadi, por considerarla "poco seria". Y era cierto. Pero la AFA tendrá que revisar su criterio porque Ecuador también resultó casi inclasificable. Entendiendo las dificultades del calendario internacional, a la selección no le sirven tantos amistosos donde, a poco del final, Balerdi por Pezzella ‘complete los seis cambios posibles’. Brasil, y ojalá se confirme Uruguay, tal vez el mes próximo permitan auscultar mejor la realidad. Con Lionel Messi y Sergio Agüero como agentes externos que esperan su turno, la selección necesita averiguar cuál es su real dimensión. Este Ecuador no sirve como medida, el 6-1 fue tan concreto como engañoso. Partidos que demoran las conclusiones. O peor, que distorsionan el análisis.
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