Simeone, íntimo: "Soy transparente, me dicen que cambie la careta pero me cuesta"
Cumple cuatro años dirigiendo a Atlético de Madrid, los mejores de su carrera como entrenador; en una entrevista con El País repasa su crecimiento, lo que espera de Kranevitter y recuerda con afecto a Maradona
El entrenamiento del Atlético ha concluido, pero Diego Simeone se va al gimnasio. Es un ritual que pocas veces elude porque le libera la mente y lo llena. Explica a su Atlético de Madrid y su manera de entender el juego sin desligarlo de la propia vida. Cita el conmovedor y demoledor escrito que el periodista Carlos Matallanas (enfermo de ELA) elaboró para ejemplificar esa simbiosis entre la pelota y el día a día. Simeone llegó a leer el texto emocionado ante sus jugadores. A las puertas y en las ventanas del restaurante donde se celebra la entrevista se agolpa una decena de aficionados que le reclaman autógrafos.
Pregunta. ¿Ve el peligro de endiosarse por lo que supone su figura para el Atlético?
Respuesta. No. En una charla con Guardiola me dijo que el Barcelona como club estaba haciendo importantes a todos y eso se lo compro. Nadie puede sentirse más importante que el club. Me siento muy querido y muy respetado, incluso muchas veces hasta la gente del eterno rival te saluda y te valora el trabajo. La verdad que eso lo siento doble, porque no es fácil ver en el rival cosas positivas y muchos lo ven.
P. Pero usted es símbolo del antimadridismo.
R. Desde que jugaba nunca me gustó la palabra anti, porque cuando hablás del anti deja de ser importante uno mismo. Siempre creí en potenciar lo nuestro y no ser anti nada.
P. ¿Cuál era su idea cuando analizó el plantel actual y las expectativas que generaba?
R. Este año necesitábamos un poco más de vértigo porque nos sentimos más identificados en esa velocidad de ejecución y por eso apuntamos a Vietto, Jackson, Correa... Sabemos que Óliver, después de su paso por el Porto, nos da una expectativa y una ilusión enorme del reemplazo casi natural que puede ser de Arda Turan. La llegada de Carrasco nos invitaba a ver un jugador con unas condiciones enormes de velocidad y de transición defensa-ataque muy buenas, pero con cosas por corregir tácticamente. Por eso hoy nos acercamos más al 4-3-3, porque Carrasco nos despertó esa posibilidad de tener vértigo sin perder orden. Pero le exijo que haga goles porque tiene buen disparo y uno contra uno.
P. Con ese sistema han introducido la presión alta con más continuidad.
R. La mejor manera de poder involucrar a muchos jugadores con talento es que presionen cerca del área porque para atrás no quieren ir. El único con ellos es ese presionar porque recuperan, juegan y patean al arco como cuando jugaban con los amigos.
P. ¿Sentía que ese rearme del equipo le ponía a prueba como entrenador?
R. Tengo un desafío continuo desde que me subí a un avión un 25 de diciembre de hace ya cuatro años que era volver a posicionar al Atlético entre los mejores del mundo. ¿Cómo? Siendo molesto, con la esencia del club, con el fútbol que tiene el equipo porque hay historias en los clubes y es muy difícil cambiarlas. Puedes decir: "Me gustaría jugar como el Barcelona". Pero no somos el Barcelona y no lo vamos a ser nunca. Si quieres traer esa forma de jugar es muy difícil que perdure porque lo que te va a hacer perdurar es la historia, la esencia, es la fuerza que te llevó a ser un gran club a tu manera.
P. ¿Qué es lo más complicado de rearmar al equipo?
R. Lo más difícil en la vida es reinventarse y mantenerse y lo más difícil en el fútbol es encontrar el lugar donde quieres estar. Nosotros juntamos mucha gente que quiere el lugar donde está. Godín y Juanfran se quisieron quedar, Gabi sigue tirando para adelante, Filipe, Óliver y Torres quisieron volver, Griezmann ya es parte de la familia… Más que un equipo somos una familia, y somos una familia de verdad. Obviamente que tenemos problemas internos, hay jugadores que se enojan y se enojarán porque no juegan y posiblemente sea yo el papá y el abuelo esté entre Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo.
P. Tras las críticas recibidas por el mal partido ante Astana en la Champions League, usted dijo que el Atlético es contragolpe y que otra manera de jugar sería equivocarse, pero el equipo del doblete no era un equipo de contragolpe.
R. No crea, nosotros jugábamos muy directos sobre Kiko y Penev, que no eran muy rápidos, pero tenían una inteligencia y una visión de juego enormes. No jugábamos asociados desde atrás. Éramos un equipo más llegador. Teníamos a Pantic que jugaba bien entre líneas, pero creo que yo hice 12 goles y Caminero, 11, una locura, llegando desde atrás, con Geli y Toni apareciendo también desde los costados.
P. Como jugador, pocas veces dio un pase atrás.
R. Siempre tuve un concepto, equivocado o no, que todavía como entrenador trato de inculcárselo a los volantes sobre todo. Su primer objetivo es el nueve o el mejor jugador del equipo. Está claro que hay veces que no queda más remedio que abrir el campo, pero el primer pensamiento para atacar tiene que estar en los mejores jugadores del equipo, el goleador y el que te hace jugar mejor. En nuestro caso, Koke y Griezmann. Si como volante empiezas primero a pensar en Juanfran, en Filipe, en Giménez, en Savic, en Godín… no solo retrasas el ataque, también pierde tiempo el mejor nuestro.
P. Usted ha hecho jugar al equipo para Falcao, para Diego Costa y para Mandzukic. Ahora juega para Griezmann, ¿eso puede dificultar que los nueves no hagan goles como está pasando?
R. No lo mido por ahí. Son las circunstancias, si vamos a las ocasiones, Jackson podía haber hecho siete goles, Fernando otros siete, Vietto, cinco o seis. Está en la precisión final, en la ejecución, porque la situación la han tenido. Si no las tuvieran sí me preocuparía, pero es verdad que necesitamos esos goles para crecer.
P. ¿No cree que desactivó el efecto Torres cuando después de marcarle dos goles al Madrid en la Copa lo mandó al banco?
R. Después de ese partido jugamos en Eibar y Mandzukic hizo dos goles, no creo que errara en eso. Fernando es trabajo, es corazón, es jerarquía, es profundidad. Necesita marcar el gol 100 para sacarse esa presión.
P. ¿Griezmann ya es un crack?
R. Ser un crack estará en toda la rebeldía y la ambición que tenga. Lo que siempre me gustó de él es que interpretó el mensaje de que al talento, el esfuerzo no lo hace malo, sino que lo potencia. Es noble. El problema es el tipo que es retorcido y esconde. Ese, con nosotros, tiene problemas. El que es noble, aunque sea malo, negociamos. Siendo jodido, retorcido y egoísta, nunca.
A Kranevitter lo relaciono con el primer Mascherano o con Almeyda
P. ¿Y Kranevitter?
R. Lo relaciono con el primer Mascherano o con Matías Almeyda. Cómo llegue o cómo lo veamos es una incógnita y una expectativa. Es un recuperador de mucho trabajo desde el orden, con muchas cosas para mejorar porque es joven y como le digo no es fácil jugar en el medio. Es como darle a alguien a tu hijo para que lo ayude a cruzar la calle, no se lo puedes dar a cualquiera.
P. ¿Y usted cómo convivía con Redondo en el doble pivote de Argentina?
R. Nos fue muy bien en la Copa América del 93 y lamentablemente en el Mundial del 94 no pudimos ganarlo por todas las situaciones que pasaron. Éramos diferentes en todo. Él quería jugar y yo atacar, yo trabajaba y tenía más pase vertical y él tenía más talento y era más de desahogar la salida. Siempre me reía porque él me decía: "Vamos a jugar". Se la daba y él no me la devolvía. Y le decía: "¡Vamos a jugar cuando yo la tengo!". Pero hacía bien en no dármela, se la daba a Maradona.
P. Habla poco de Maradona.
R. Aprendí de él la pasión con la que vivía este juego. Lo que más me llamó la atención fue que nunca un compañero habló mal de él y eso quiere decir que el tipo siempre tuvo una relación con la gente que tuvo que convivir de una nobleza tremenda. En Sevilla, con Claudia, por entonces su mujer, me llevaba a comer a su casa todos los días. Yo tenía 22 años, estaba solo y son cosas que no se olvidan.
Con Redondo conviví bien, me reía, el quería jugar y yo atacar
P. Como jugador pasó por vestuarios de mucho peso.
R. Me hicieron muy bien los Ruggeri, Maradona, Goycochea, Tata Brown, Giusti, el Checho Batista, Basualdo, Enrique… Esos son los que me dieron mi primera vacuna, porque si te la dan tarde no te sirve. Me hicieron entender este juego como la vida. No me cansaré de decirlo, si en la vida eres noble, en el trabajo eres noble; si quieres sacar ventaja en la vida, quieres sacar ventaja en el juego; si eres retorcido fuera del vestuario, lo eres dentro…
P. ¿Y usted cómo es?
R. Transparente, como me ve. La cara me delata, desgraciadamente si entro a un sitio enojado o triste se me ve. Me dicen que cambie la careta, pero me cuesta.
© EL PAÍS
ljm/ae
Ladislao J. Moñino
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