Informe especial. Sudáfrica: sigue en observación
Sólo habían pasado pocos días desde la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Pekín cuando la visita de Joseph Blatter tomó a los sudafricanos por sorpresa. Por entonces, en septiembre del año pasado, el país estaba sacudido por incertidumbres políticas. Todavía gobernaba Thabo Mbeki, pero ya había caído en desgracia para su partido, el Congreso Nacional Africano (ANC) y algunos días después lo iban a obligar a dejar el cargo y llamar a elecciones anticipadas, que por cierto serán dentro de cinco días, el 22 de este mes. La política, sí, como tantas otras veces, era el motivo de los desvelos del presidente de la FIFA, ya que en el horizonte de Sudáfrica había más preguntas que certezas. Pues ese escenario no se ha clarificado demasiado. A Blatter, por entonces, lo agobiaba la posibilidad de un descontrol gubernamental en la antesala de la Copa del Mundo. La inestabilidad del país era un riesgo más preocupante que los retrasos en la construcción de los estadios.
Mbeki, que había sucedido a Nelson Mandela en 1999, en su discurso de despedida reconoció errores en la lucha contra la criminalidad, la marginación y sus campañas para detener el sida. "Una pobreza abyecta coexiste con una extraordinaria opulencia", aceptó en un país de severos contrastes. En Sudáfrica, el 50% de la población está por debajo de la línea de pobreza y alrededor del 24% se encuentra desempleada, según discutibles estadísticas del Estado. Sudáfrica cuenta con el mayor número de infectados por VIH en el mundo, con unos 5 millones de personas, esto es, 11,4% de la población total [43,8 millones], acorde con cifras del Programa de las Naciones Unidas contra el Sida. Y, además, otros números causan idénticos escalofríos: hay una media de 18.000 asesinatos anuales y en el mismo lapso se denuncian 37.000 violaciones y otros 118.000 casos de lesiones corporales. Un escenario de temores y desolación que mantiene alerta a la FIFA, que como devolución de favores políticos llevó el Mundial a un país donde el promedio de esperanza de vida es de 43,27 años, según el informe anual de la ONU.
Pero otros muchos elementos se entrelazan para dibujar un escenario más adverso aún. Como el brote de cólera que ataca al vecino país de Zimbabwe, que ya afecta los ríos del famoso Parque Nacional Krüger y que ha causado 9000 enfermos y casi 60 muertos en Sudáfrica. Y las amenazas de masivos cortes eléctricos que tuvieron en vilo al país durante el verano pasado. Además de los miedos a las avalanchas en los estadios por aficionados sin entradas, como ocurrió a finales de marzo en el estadio Houphouet Boigny Arena, de Abiyán, en el partido entre Costa de Marfil y Malawi, que dejó un saldo de 22 muertos y más de 130 heridos. Vale recordar que Sudáfrica ya padeció dos desastres similares: en 2001 fallecieron 43 hinchas por un desbande en un encuentro en el Ellis Park, en Johannesburgo, y más atrás, en 1991, murieron otros 40 cuando intentaban ingresar en el estadio Oppenheimer, en Orkney.
Y también inquieta el oscuro asesinato de Jimmy Mohlala, miembro del comité organizador, ocurrido el 5 de enero pasado, que tuvo muy poca difusión periodística. Es más, la noticia ni siquiera fue anunciada en la página oficial de la FIFA. ¿Quién era Mohlala? Un hombre de 44 años que cuando salía de su casa, en Mbombela, provincia de Nelspruit, una de las nueve sedes de la Copa, recibió varios disparos; Mohlala venía denunciando desde hace más de un año varias irregularidades en las concesiones de las obras del estadio de su ciudad. "El señor Mohlala es el primer mártir del Mundial. Lamentablemente se opuso con honor a todos los manejos ocultos que hacían sus pares en el comité organizador y lo quitaron del medio por defender honestamente su causa", describió el periodista sudafricano Razia Pillay, consultado por el diario español Marca .
Transitoriamente a cargo del poder ejecutivo quedó Kgalema Motlanthe; él confirmó que el próximo miércoles se celebrarán las cuartas elecciones desde la caída del apartheid, en 1994. Alrededor de 22 millones de votantes renovarán la Asamblea Nacional que luego elegirá al nuevo presidente. Al hombre que conducirá al país durante la 19a Copa del Mundo. Todas la previsiones señalan a Jacob Zuma, actual líder del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido que hace 15 años domina el mapa político.
En aquella visita de septiembre de 2008, ya Blatter se había reservado mucho tiempo para dialogar con Zuma, un político tan polémico como popular, que en 2005 tuvo que renunciar a la vicepresidencia de Mbeki debido a un procesamiento por corrupción. Zuma sustenta su apoyo en los más pobres y es un personaje muy peculiar. Cuentan que tiene al menos cuatro esposas oficiales y 15 hijos. Entre varias causas -por corrupción, fraude y blanqueo de dinero-, fue acusado de haber violado a una joven que luego se comprobó que era portadora del virus del sida. Ya absuelto, Zuma aclaró que había evitado el contagio porque luego de tener relaciones sexuales, con el consentimiento de la chica, se había tomado una ducha. Sus declaraciones provocaron un escándalo con resonancia planetaria.
Sin estabilidad, el negocio huye
La construcción de los estadios siempre ha sido la menor de las preocupaciones para la FIFA. En definitiva, sabe que con sostenidas inyecciones de dinero las obras se completan. "Ya no me preocupan los estadios, sino aquello que pasa alrededor", confesó el francés Jerome Valcke, secretario general y rostro duro de la FIFA. Vale aquí recordar una entrevista que LA NACION mantuvo con Carlos Sersale Di Cerisano, embajador argentino en Sudáfrica, en octubre de 2008, en Pretoria, justamente a raíz de los problemas colaterales. "No existe el transporte público aquí. Uno no puede parar taxis por la calle. No hay una ruta para tomar el colectivo o el subte, eso no existe en Sudáfrica."
El temor de la cúpula de la FIFA se posa en las adyacencias de una cancha de fútbol, es decir, en el escenario socioeconómico y político del país sede. Porque si las condiciones no son de estabilidad, el negocio huye despavorido. En mayo del año pasado, Sudáfrica atravesó una ola de violencia xenófoba que se cobró la vida de, al menos, 56 personas, y otras 35.000 tuvieron que fugarse en busca de refugio ante las agresiones. Las víctimas de los ataques racistas, principalmente, fueron ciudadanos mozambiqueños y zimbabuenses, que habían ingresado en Sudáfrica escapando de las graves crisis económicas que atraviesan la mayoría de los países del continente. Nunca, desde el nacimiento de la democracia, Sudáfrica había observado estas crueldades. La prensa calificaba como el momento "más grave, oscuro y repulsivo en la historia reciente del país". Por entonces, el Sunday Times , el diario más influyente, ya pedía la destitución de Mbeki. Un horror que acentuaba la pésima propaganda para la Copa del Mundo.
En Viena, justo antes de la consagración de España en la Eurocopa 2008, Blatter se apartó de sus diplomáticos discursos y confesó el real sentimiento de la FIFA. "Estoy muy preocupado por la situación en Sudáfrica. El país tiene problemas de violencia, de inmigración, de xenofobia..., mantengo la idea de celebrar el Mundial allí, pero sería un irresponsable si no tuviera un plan alternativo. En todo caso, una decisión de tanta gravedad no se podría tomar antes de evaluar los resultados del ensayo general que supondrá la Copa de las Confederaciones de 2009." Clarísimo. Este certamen, que se jugará del 14 al 28 de junio próximo, resultará un test general decisivo. Pequeños detalles se maquillarían, pero groseros desajustes podrían reinstalar la discusión sobre la sede. Cuando falta menos de un año, sí, parece increíble. Mucho se ha hablado de los planes alternativos de la FIFA, y especialmente ha sonado el nombre de Australia, un lugar donde Blatter, más temprano que tarde, quiere depositar el circo del fútbol.
Hace algunos meses, La Gazzetta dello Sport publicó un demoledor informe sobre la situación social, política y económica de Sudáfrica. Para graficarlo mejor, entre otros puntos, el diario italiano puntualizaba que el país necesitaría importar un autobús de 44 plazas todos los días desde entonces y hasta junio de 2010 para cubrir las demandas de transporte del Mundial. El propio Valcke, en noviembre de 2008, retrató el panorama con dureza: "No puedo decirle, con 18 meses de antelación, si todo estará listo a tiempo. Sólo queda cruzar los dedos y esperar", respondió el francés en una entrevista con la BBC de Londres. "La principal preocupación es que queda muy poco tiempo y no hay, digamos, una zona de amortiguación entre el momento en que todo debe estar listo y la realización del evento", detalló. Consultado sobre si se animaba a ponerle un puntaje, de 1 a10, al esfuerzo de los organizadores sudafricanos, Valcke tampoco se guardó su opinión: "Un cinco", retrató.
La bisagra de un torneo vital
La Copa de las Confederaciones (participarán Sudáfrica, España, Italia, Brasil, Estados Unidos, Irak, Nueva Zelanda y Egipto) se disputará en Johannesburgo, Pretoria, Rustenburg y Bloemfontein, que también serán sedes del Mundial. Ninguno de estos escenarios es nuevo, sino que han sido remodelados. El primero en reinaugurarse fue el Loftus Versfeld, de Pretoria, el pasado 7 de febrero. El segundo fue el Royal Bafokeng, de Rustenburg, el 28 de marzo. Pero a los de Johannesburgo (Ellis Park) y Bloemfontein (Free State), aunque sólo resten 58 días para el inicio del certamen, aún les faltan detalles. Esta Copa originalmente iba a contar con cinco sedes, pero en julio de 2008 se dio de baja el Nelson Mandela Bay, de la ciudad de Port Elizabeth, porque advirtieron que no llegaría a tiempo de ninguna manera. Una decisión para evitar el papelón.
La Copa de las Confederaciones aún no despierta entusiasmo. Se pusieron a la venta 640.000 entradas y, por ahora, se ha vendido algo menos de la mitad. Y eso que el lunes pasado el banco inversor Investec compró 50.000 localidades, que se repartirán entre las comunidades más precarias y desfavorecidas. La Copa no enciende expectativas; es más, algunos partidos, como Irak vs. Nueva Zelanda hasta aquí apenas tienen algo más de 1000 espectadores asegurados. La FIFA, siempre a través de su sabueso, Valcke, ha lanzado varios reproches sobre las insuficientes campañas publicitarias. "Mi lectura de la situación es que no estamos destinando recursos suficientes para promover ni la Copa de las Confederaciones ni el Mundial", aceptó hace algunas semanas el vocero del gabinete sudafricano, Themba Maseko. E Irvin Khosa, presidente del Comité organizador, agregó: "El problema es que no todo el mundo ha interiorizado la magnitud de este evento". Sudáfrica aceptó el cachetazo y ya prometieron que, acalladas las campañas electorales, comenzarán con una penetrante tarea de promoción. La responsable de marketing del Comité organizador, Selwyn Nathan asumió que los esfuerzos de difusión han sido escasos.
Si la Copa de las Confederaciones está apagada, la Copa del Mundo directamente aún no tiene vida en Sudáfrica, que en los cálculos más optimistas espera alrededor de 450.000 visitantes durante el Mundial. Aunque ya se conforman con 350.000, también. Y aquí vale trazar una comparación: a la Copa de Alemania 2006 asistieron 2 millones de visitantes. La mascota, Zakumi, un leopardo con una crin verde, ha desaparecido de la escena pública desde que se lo presentó. Temen no contar con una masiva presencia de espectadores. "Tenemos el desafío de llenar los estadios", dijo Danny Jordaan, el director ejecutivo del Comité organizador. Blatter ya advirtió que no habrá que esperar un certamen tan rentable como lo fue el de Alemania, hace tres años.
Como ejemplo, vale apuntar que cuando Sudáfrica le ganó un amistoso 2-1 a Noruega, a finales de marzo, en Rustenburg, las tribunas estuvieron a medio cubrir, hubo problemas de transporte, otros espectadores sufrieron dificultades de acceso por razones de seguridad y el encuentro no comenzó a horario.
Una entrada...al desinterés
En total habrá 3.000.000 de tickets, pero un millón y medio estará al alcance de los hinchas. La adjudicación de las entradas para luego poder comprarlas es por sorteo. La primera fase -cinco en total- para recibir solicitudes, a través de Internet, terminó el 31 de marzo. Se recibieron 1.862.319 pedidos (sólo un 30% provino de residentes del país anfitrión), que entraron todas juntas en un sorteo que se realizó anteayer, y en estos días la FIFA ya comenzó a notificar a los favorecidos. El mismo sistema se utilizó para Alemania 2006, vale entonces recordar qué demanda tuvo aquel primer lote de localidades. ¿Cuántas cree usted? ¿Más... menos? Veinte millones fue la cifra, confirmada por Horst Schmidt, ex secretario general de la Federación alemana de fútbol. Una contundente muestra del retroceso en el interés. La segunda fase de adjudicación irá del 4 de mayo al 16 de noviembre de este año. "Sería muy estúpido si dijera que no habrá efectos en la Copa del Mundo debido a la recesión global, pero el problema es que no sabemos qué impacto tendrá", asumió David Will, director del comité de boletos del Mundial.
"No se pierdan esta experiencia única", no deja de repetir Jordaan al dirigirse a sus compatriotas e invitarlos a comprar entradas. La FIFA está inquieta, entre varios aspectos, por el bajo nivel de interés en la propia sede organizadora. El sudafricano no tiene dinero para las entradas y por eso la FIFA está estudiando aumentar el número de localidades para la categoría 4, las más barata. Es la primera vez que la entidad rectora diferencia el valor de las entradas para residentes y no residentes. El ticket más económico tiene un valor de 20 dólares para el sudafricano, mientras que para el resto es de US$ 50. En Alemania, el pase más barato costó 35 euros. Y algo más, para intentar imprimir entusiasmo, también sin precedente en la historia de los mundiales: a través de un sorteo de la organización, se les regalarán 120.000 entradas a los residentes. Y un obsequio más: la FIFA informó que otros 40.000 boletos serán ofrecidos a los obreros que trabajan en los diez estadios. Desespera la idea de encontrarse con gigantes de cemento semidespoblados.
Las obras quebraron sucesivamente todos los plazos originales. Diversas huelgas (la más reciente, en Nelspruit, a mediados de febrero, cuando fueron despedidos 400 trabajadores) han sido uno de los enemigos de la edificación. Y, también, los presupuestos, debido a la debilidad de la moneda local, el rand -perdió cerca del 30% de su valor ante el dólar- y al creciente aumento de los materiales debido a la crisis global.
Se impone hacer memoria: el 15 de mayo de 2004, cuando Sudáfrica ganó la sede, se anunció que la inversión sería de 476.054.993 millones de dólares, pero las últimas cifras oficiales, dadas a conocer a principios de este año, ya superaban los 4100 millones. En los últimos meses el gobierno debió entregar 136 millones de dólares adicionales para impulsar la construcción de un conjunto de obras. Sí, el presupuesto original ya aumentó 10 veces. Los organizadores, siempre a través de Jordaan, aseguraron que los diez coliseos serán presentados al mundo en octubre próximo.
También habían prometido que estarían terminados para finales de 2008.
- La Copa Sub 17 de Nigeria es otro dolor de cabeza
La inseguridad aterra en Sudáfrica. En una entrevista con La Nacion, en octubre de 2008, el embajador argentino en el país africano, Carlos Sersale Di Cerisano, confesaba: "No se puede caminar por las calles. Lo más común es que alguien que esté caminando por la calle sea víctima de un robo, y quizá con violencia. Controlar la seguridad será un tema difícil". La policia local prevé reclutar 55.000 nuevos agentes para llevar la cifra total a 190.000 en 2009. La idea es blindar Sudáfrica y hacer corredores fuertemente vigilados para que a través de ellos se mueva la logística de la Copa. La recomendación será no salirse de esas zonas.
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