A 3 días del superclásico. Un desesperado pedido de ayuda
Ariel Ortega se reunió con Passarella y le solicitó colaboración para solucionar un "problema personal", que según allegados a River estaría relacionado con el consumo de alcohol; no jugará frente a Bocay contará con unos días de licencia; se buscará un especialista para su tratamiento
Sus palabras suenan como las de una persona abatida por sus problemas. Hay algo que se ve en su rostro que lo tiene mal. Algo que prefiere guardarse y contarlo "cuando esté mejor". Tan mal lo tiene que, tras la ausencia de anteayer en la práctica, Ariel Ortega se disculpó en persona ante Daniel Passarella, su entrenador; le pidió unos días para solucionar su "problema personal", y quedó descartado para el superclásico del próximo domingo. Tan golpeado está que, entre sus compañeros, se habló hasta de la posibilidad de que colgara los botines.
Las especulaciones y los medios periodísticos se agolpan en el portón de ingreso en el predio de Ezeiza. Que nadie sabe si está Ortega; que Passarella lo quiere desafectar del plantel; que tiene un problema personal; que en realidad el inconveniente es familiar; que los dirigentes analizan rescindirle el contrato... Así empezaba para River una jornada movida.
A toda velocidad apareció su camioneta 4 x 4 a las 9.15. Los periodistas, en ese momento, permanecían en el portón de rejas rojas, sin autorización todavía para ingresar. ¿Cuál era la sensación? Tema conversado y solucionado. Reto para el delantero, promesas de buenos comportamientos y aquí no ha pasado nada. Sin embargo, no ocurriría nada de eso.
Desde unos 200 metros se podía ver al plantel completo, reunido en la carpa donde está el gimnasio, alrededor del preparador físico, Alejandro Kohan. En esa charla se habló de lo que había pasado entre Ortega y Passarella unos minutos antes en el vestuario. Todos escuchaban casi sin sorprenderse. El Burrito , con ojos de dormido, remera blanca, jean celeste y pelo corto todavía mojado. Así se presentó y de la misma manera se fue una hora después, sin participar de la práctica. Antes, sí, habló con los periodistas, a quienes les contó sobre su situación personal: "Acabo de hablar con Daniel y más adelante nos juntaremos nuevamente para ver cómo podemos salir adelante", arrancó casi a manera de confesión. Y siguió: "Es un problema personal y quiero estar bien para ser el que fui. Quiero que me respeten y entiendan mis silencios, nada más. Es una situación delicada para mí".
Sin especificar nunca cuál es el problema personal que lo aqueja, Ortega reconoció que su bajón anímico repercutió en sus últimas actuaciones: "No quiero fallarle más a mucha gente que ha confiado en mí, como Passarella. En la forma en que estoy no le sirvo al grupo. Para jugar al fútbol y hacerlo bien, tenés que estar contento. Y yo ahora no lo estoy".
Las razones del caso Ortega no se dieron a la luz, pero quedó claro que el tema es demasiado complicado como para solucionarlo en el ambiente del fútbol. Es un tema sensible el del Burrito entre los dirigentes, y por lo menos tres allegados al club reconocieron que el problema del delantero estaría emparentado con el consumo de alcohol. De acuerdo con lo que se pudo averiguar hasta anoche, algunos dirigentes están molestos por el esfuerzo que se realizó para volver a contar con su talento. Pero más allá de lo que piensen ellos, el Káiser le prometió que hará todo lo posible para encontrarle una respuesta positiva a este inconveniente.
Con el presidente José María Aguilar de licencia, la mayoría de los dirigentes no supieron cómo tratar el tema. Quizá por eso Passarella tomó la iniciativa y dio la orden de buscar a los mejores especialistas para tratar a Ortega. "Antes que el jugador, está la persona", dijo el Káiser a sus colaboradores directos, después de haber escuchado al Burrito.
Después de recibir de Passarella palabras paternales y respaldo de algunos de sus compañeros, Ortega sabe que ésta es la oportunidad para pedir disculpas. También sabe que, al contrario de lo que pasó en otras oportunidades, esta vez el cuerpo técnico no lo justificará públicamente. Pero eso no es lo más importante para él, que desesperado pidió ayuda. Así como nos acostumbró Ortega a esperar de él lo inesperado, o mejor dicho a no saber qué esperar, tal vez ahora sea precisa la cautela.
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