Un equipo que toma color
El día después de superar a EE.UU., el plantel argentino y Basile disfrutaron de una jornada distendida; para algunos, fue un día en familia
MARACAIBO.- Cielo celeste, casi sin rastros de nubes intrusas. El sol, el rey de esta ciudad, cae como un rayo que quema. Pileta del hotel Crown Plaza, en el sur de la urbe petrolera, cascada que aminora el calor, barra al paso con tragos varios. Bajo el celeste agua, el detalle de unas butacas que apenas se avizoran desde lejos. El personaje se presenta, torso desnudo, cabello mojado, sonrisa especial, voz inconfundible. "¿Puede ser una piña, amigo?", interroga al paso. "Sí, claro, caballero", sorprendido, contesta Yirson, el encargado del bar. "¿Con alcohol?", sugiere. "Un poco, nada más", es la respuesta. Y de inmediato, una pequeña dosis de ron condimenta el trago, "demasiado dulce", según la voz del propio actor principal. Alfio Basile, el Coco, disfruta una mañana encantada, por primera vez refrescado en la piscina, horas después del contundente triunfo argentino por 4 a 1 frente a los Estados Unidos.
Los players, como los denomina en la intimidad, están a su lado. Conversa y ríe con Sebastián Verón y Hernán Crespo; se divierte y entretiene con los hermanos Milito; acepta un juego acuático con Camila, Ernesto y con Felipe, los hijos de Roberto Abbondanzieri, y con Florencia, la pequeña de Carlos Tevez. Se siente Coco en un día especial, el día después de la convincente presentación. Más aún: se permite algunas bromas por cábalas propias. Anteanoche, con el partido en desventaja, se mostró con una fina camisa; con el juego empatado, lució un impecable traje. Y no se lo quitó más, a pesar de la cálida noche. "El saco me lo puse porque tuve mucho frío. El aire acondicionado del banco me hizo resfriar y recién acabo de estornudar. El próximo partido el saco es titular indiscutible", lanza su vozarrón, lo que provoca más de una carcajada cómplice.
"En todos los partidos hubo sorpresas para la lógica. Que ganaba Uruguay, que ganaba Brasil, que ganaba éste y aquél. Se dio todo al revés. ¡Pero acertaron con la Argentina! México jugó bien y me imagino que Paraguay fue una máquina, por cómo ganó, pero no lo vi. El torneo se puso interesante", cuenta el entrenador, debajo de una reparadora sombrilla. A su lado disfruta algunos minutos de descanso el Ruso Ribolzi, colega de trabajo y amigo de la vida. "Yo siempre digo que la calidad de los jugadores suple la falta de tiempo de trabajo. El equipo se arma rápido cuando juntas buenos jugadores y todos hablan el mismo idioma. Esto recién empieza, no nos vamos a agrandar porque ganamos un partido. ¡Tranquilos, muchachos! No hay que subestimar a nadie. Queremos construir un gran equipo y ganar la final. Eso es lo fundamental", advierte Basile, confidente de la construcción de un conjunto preparado para el gran desafío.
El sol, el agua, la alegría compartida de los jugadores, las fotos que Carlos Tevez obsequia a los sorprendidos presentes, el grito por "Argentina, Argentina", ya convertido en una saludable costumbre en las calles, ahora también en el interior de la pileta, más imágenes del auténtico día después. Ribolzi, la mano derecha de Coco, toma el sorbete para revolver el reparador líquido, mientras el mediodía se entromete con sus más de 35 grados a la sombra. El fútbol vuelve en la escena, siempre el juego de la pelota se entromete en los distendidos minutos de relax compartido. "El partido se presentó desfavorable con el penal de entrada. Pero en la primera pelota de pelota parada convertimos y a partir de ahí buscamos los espacios, tocamos por todos lados, pero Estados Unidos se retrasó muy bien, no nos dejó entrar. Pero sabíamos que por el calor agobiante no iban a aguantar ese ritmo todo el partido. Y en el segundo tiempo, lo ganamos con tranquilidad", analiza con simpleza el complejo encuentro resuelto con habilidad.
Arroja más conceptos futboleros en el borde de la piscina. "Intentamos siempre con la pelota, no nos desesperamos nunca, no cedimos al contraataque de Johnson, que nos sorprendió con una velocidad impresionante y buscamos de todas las maneras. Me gustó que buscamos sin desesperación. Con espacios, con los cambios de ritmo, me gustó mucho más la parte final. Ellos trabajaron muy bien tácticamente. Aislaron a Crespo y a Riquelme: eso hay que corregirlo. Lo que pasa es que el calor, acá, juega bastante. Yo en el banco estaba ahogado. A veces el cerebro manda y las piernas no responden", cuenta, un poco como entrenador, otro poco como consejero.
Toma una toalla y sale del agua. A pocos metros, Roberto Ayala, Fernando Gago, Javier Zanetti y Nicolás Burdisso ensayan bromas acuáticas. El clima soleado, en el seno del plantel albiceleste , toma cada día mejor color. "Demasiado dulce, pero está muy bueno, amigo", advierte el protagonista. Yirson acepta el cumplido. Relee los diarios del día, almuerza apenas unas calorías, se repara en una siesta reconfortante y dirige, como en cada caída del sol, la práctica diaria, en el campo de Unión Atlético Maracaibo, donde el plantel recibió la visita de un grupo de chicos con capacidades especiales. El día que Basile siempre soñó convertido en realidad. La jornada que Coco fantaseó devenida en una historia de verdad.
- La hija de Verón le evitó un problema al Coco
Entre los chapoteos ajenos, Coco perdió el anillo de casado. Desesperado, lo buscó entre las aguas. Rápida de reflejos, Lara, hija de Sebastián Verón, encontró el trofeo. Y un aplauso generalizado de los jugadores frenó la posible desesperación.
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