Una olla a presión
El Clausura estará signado por el Mundial: se disputará en poco más de tres meses y jugadores, directores técnicos y árbitros quedarán en medio de la vorágine que imponen los resultados
La Copa del Mundo magnetiza, atrapa, moviliza. Modifica hábitos, cambia costumbres. Y provoca, a su alrededor, un mundo de transformaciones, lógicas, por la envergadura de su poder. La pelota, en el mundo, deberá volar más rápido, antes y después de la gran cita, porque el tiempo escasea. No sobra. Por eso, este Clausura, tan atrapante siempre por todo lo que se juega, tendrá un condimento más, decisivo en la preparación de los veinte elegidos: se jugará en apenas algo más que tres meses. Una verdadera maratón se pondrá en marcha, ya que lo habitual es que estos certámenes que abren el año -a pesar de la paradoja de su nombre- es que se extienden por casi cinco meses.
Las presiones -un vocablo de fácil aplicación en el fútbol, aunque exagerado en algunos ámbitos- serán mayores. Porque no habrá tiempo de festejar las victorias, no habrá espacio para digerir las derrotas, ya que en un puñado de semanas se resolverá todo, literalmente. Se consagrará un campeón, se conocerá el resto de los conjuntos clasificados para los torneos internacionales, se definirán los descensos y se determinarán las promociones en apenas 108 días.
Hoy, un viernes, será el debut; el 14 de mayo, un domingo, será la despedida de un torneo apasionante, aunque siempre eclipsado por el Mundial que ya vendrá. Boca, el último campeón, River, el candidato natural, los grandes que buscan recuperar su grandeza, los humildes que intentan, como en los torneos recientes, confirmar su fortaleza.
Será un torneo compartido por el certamen internacional más importante de esta parte del mundo, la Copa Libertadores. Que tendrá una particularidad: se notará la ausencia de Boca, que con su poderío sobre sus hombros, buscará sin cansancio físico en un solo frente: el doméstico. Si River pasa airoso el desafío de Oriente Petrolero, acompañará a un grupo de humildes actores que deberán esforzarse en doble fila, entre lo nacional y lo internacional: Vélez, Estudiantes, Newell´s y Rosario Central, todos ellos con planteles sin estrellas. El esfuerzo físico, otro de los desafíos por vencer en un torneo tan corto y decisivo, será aún más complejo para este selecto grupo de conjuntos.
Con el exiguo calendario, tres de las jornadas se resolverán entre semana. La primera será en la segunda jornada. Las otras, en la séptima y en la duodécima. Y todo, con las urgencias compartidas, arriba o abajo, de ganar, de jugar bien, de ser justos. Porque los entrenadores, siempre presionados, en tres meses deberán encontrar la receta del éxito para ensayar una vuelta olímpica o enviar al lateral la amenaza de descenso. Habrá que revisar bien por todos los rincones y encontrar la paciencia perdida. Es un pedido, casi un ruego, de los directores técnicos. Más allá de las diferencias en las cuestiones del pizarrón, ese pedido los une.
Porque los futbolistas arriesgarán su continuidad, ya que muchos de ellos aceptaron contratos por apenas seis meses. O algunos otros, como Luciano Figueroa, que regresó, o Sergio Agüero, que aún no se fue, en pocas semanas de goles y gambetas creerán en la suerte mundialista. Porque los árbitros, tan cuestionados durante el Apertura último, tendrán al error con menos margen? de error.
¡Bienvenidos a la acción! Con la luz de la Copa del Mundo sobre su rostro, el Clausura ingresa en escena. Que su luminosidad, aunque breve, brille en el tiempo.
son los días que transcurrirán desde la primera fecha del Clausura hasta la última
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