Un estreno sin goles: el San Lorenzo de Almirón no pudo con Vélez
Cuando desde algún púlpito se asegura que en el fútbol argentino no hay proyectos deportivos y que ningún proceso puede ser puesto en práctica, se deberá poner frente a la pantalla de una TV al erudito de café en cuestión y mostrarle el partido entre Vélez y San Lorenzo . Primero será necesario explicarle que no se trata de un resultado, porque el 0-0 podría confundir. Después, será bueno demostrarle que lo de anoche en el José Amalfitani se trató de respetar las formas. Porque son dos equipos que con más o menos tiempo de trabajo, cuentan con dos entrenadores, Gabriel Heinze y Jorge Almirón, que tiene claro qué pretenden que hagan sus equipos. Incluso, que pueden resultar o no las fórmulas propuestas, pero eso no los nubla e intentan y no abandonan el estilo. Es cierto que alguno puede pensar que es apresurado asegurarlo con el flamante DT del Ciclón, sin embargo, será necesario extraer un puñado de imágenes en las que el conjunto de Boedo intentó salir jugando desde el fondo, se asoció para ganar metros en el campo para comprender cómo será el proceso.
El andar de Vélez quizá haya sido la mejor muestra parar San Lorenzo de lo que pretende su nuevo técnico para el Ciclón. Es que el equipo de Liniers sabe cómo expresarse en el campo y eso no es poco en esta Superliga. Tiene las piezas para hacerlo, está claro, porque cuando Thiago Almada se inspira, Monito Vargas se conecta y Lucas Roberto entra en la sintonía, el equipo Heinze pueda hacerle daño a cualquiera. Anoche, en la primera parte del juego, le faltó la claridad en el último tramo del campo para dejar en claro qué equipo es el que tienen más rodaje en esto de construir identidad.
La apuesta de Almirón comenzó por darle minutos a la gente con más roce para cortar con la racha de 16 encuentros recibiendo goles. Por eso entendió que Ariel Rojas, Fernando Belluschi y Rubén Botta, debían tener minutos desde el arranque y desde la experiencia podían darle al equipo el aplomo necesario para no quedar atrapado en la dinámica y la presión alta de Vélez. Le costó, por momentos, aguantar el ritmo del rival y hasta le costó agarrar la pelota. Sin embargo, no se desesperó y se mantuvo en la idea de la pelota a ras de piso.
Fue más Vélez, manejó los tiempos y las chances que se le negaron a Robertone y a Almada porque sus tiros dieron en los postes, fueron producto de la búsqueda constante por defenderse de la mejor manera: con la pelota en su poder. Lo buscó por los costado, por el centro, por arriba, de tiro libre, pero no tuvo la efectividad justa para quedarse con la victoria. De haber contado con esa claridad frente a Navarro, la diferencia en el marcador con San Lorenzo hubiera sido de más de un gol.
Apenas algunos guiños mostró el Ciclón. Le costó crecer en el campo, es verdad, pero tuvo una opción de quebrar a Vélez en los pies de Merlini y hasta construyó una buena acción entre, Gabriel Rojas, Nahuel Barrios, Nicolás Reniero y Belluschi, que terminó con un remate por encima del travesaño del arco de Alexander Domínguez.
Se cruzaron un par de golpes y eso mostró cómo podría haber resultado este juego de haber tenido más trabajo Almirón con San Lorenzo. Vargas quedó mano a mano con Navarro y el delantero de Vélez no resolvió con calma y la respuesta del conjunto de Boedo fue inmediata, tanto que Reniero le cabeceó casi encima a Domínguez y el arquero ecuatoriano estuvo lúcido para contener el remate del delantero visitante. Y allí, en ese pequeño pasaje también se pudo ver qué propone y cómo siente el juego cada entrenador.
El final dejó en el aire la sensación que a Vélez le falta una cuota de pericia para resolver los juegos, que San Lorenzo tendrá mucho trabajo por hacer, pero en el cierre de la cuenta les resultará saludable saber que uno ya sabe a qué juega y que el otro parece ir detrás de ese objetivo. No es poco.
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