"Sin trabajar no se llega a nada; yo me descuidé"
Por sus antecedentes, se esperaba una gran temporada del tucumano, pero tuvo un rendimiento deficiente y retrocedió más de 70 puestos en el ranking; reconoce el bajón anímico y golfístico, aunque anticipa un regreso a los primeros planos para 2010
En un año mágico para el golf argentino, se rescató muy poco del que más se esperaba. Andrés Romero había generado muchas ilusiones a fines de 2008; acababa de ser distinguido como el novato del año en el PGA Tour y figuraba en el 30° lugar del ranking mundial. En 2007 se le había escurrido el Abierto Británico en los últimos dos hoyos, pero su horizonte era tan amplio que se lo creía capaz de cualquier hazaña.
Con sus 28 años, esta temporada parecía destinada a apuntalar su confirmación dentro de la elite. Un 3er puesto conseguido en febrero en el Northern Trust Open traía buenos augurios. Nada salió bien a partir de entonces, pese a que varias veces intentó recobrar su juego de la mano de su instructor, Mariano Bartolomé. Su gran déficit, sin duda, estuvo en los erráticos tiros desde el tee, que le impidieron dejarse oportunidades para birdie.
"Después de lo que había hecho en los últimos tres años, en éste me quedé. Tuve aquel buen arranque en Los Angeles, me destaqué en Turnberry y en los tres torneos posteriores a la gira regular, sobre el final del año. Pero en el medio es como que me tildé", reconoce el tucumano, que ya descansa en Yerba Buena, a la espera de volver al circuito en el San Diego Open, el 28 de enero.
-¿Cómo viviste estos últimos años?
-Me pasaron muchas cosas; subí rápidamente, tanto en lo deportivo como en mi vida. Ascendí en el ranking mundial y en otras cosas. Me pongo a ver lo que logré y 2009 no fue nada bueno. Pero me di cuenta de que sin trabajar no se llega a nada; yo me descuidé, capaz.
-¿Pero a qué le adjudicás este bajón, que te llevó a salir del top 100?
-Es tanto golfístico como mental. Este es un deporte muy complicado, que te da alegrías y amarguras. Venía disfrutando de muchas satisfacciones, aunque este año se me fue la confianza. Cada vez que tenía un torneo, no me daban ganas de participar porque la pasaba mal. En mi carrera había hecho varias vueltas excelentes, pero últimamente empecé a padecer algunas muy flojas y a pegar tiros malos como nunca había pegado. Básicamente se me fue la fe y, sobre todo, la alegría de pisar una cancha. Todo se me mezcló y, de repente, cuando me quise dar cuenta, me encontré en un pozo en el que nunca había estado.
-Hasta último momento estabas clasificado para la FedEx Cup, pero decidiste no jugar el torneo previo a la serie de playoffs y quedaste afuera.
-Me tendría que haber quedado en los Estados Unidos, pero la verdad es que no tenía ganas de pisar una cancha de golf y me volví a mi casa. Ahí perdí la oportunidad de jugar esos cuatro torneos finales. Son decisiones que uno toma en un momento especial.
-Luego reapareciste para la Fall Series, los certámenes de postemporada del PGA Tour.
-Sí, ahí recuperé mi nivel y firmé nueve vueltas por debajo de los 70 golpes. Me quedé una semana más y ahí aprendí muchísimo; me di cuenta de que sin practicar no se puede lograr nada. Es cierto que cuando llego a mi casa en Tucumán lo único que quiero es descansar, porque hay una vida aparte del golf. Pero los ensayos son claves.
-¿Te conviene olvidar esta temporada o es preferible tomarla como experiencia para el futuro?
-La voy a tener presente, porque todas las cosas malas siempre te enseñan. Cuando iba punteando el Abierto Británico de 2007 me mandé una macana en el hoyo 71, así que la próxima vez que vaya a Carnoustie no voy a hacer lo de aquel día.
-¿Hubo algo más que te haya perjudicado?
-Sí, quizás en 2008 cometí el error de seguir jugando mientras padecía una lesión en un codo. Continué hasta el último torneo de la FedEx Cup; terminaba de jugar y enseguida me iba a hacer masajes. Arriesgué demasiado y eso me afectó el swing. Lo comprobé porque cambié la forma de pegar, algo que terminó repercutiéndome negativamente este año.
-Siempre dijiste que no le prestabas demasiada atención al ranking mundial.
-Sí, a lo sumo veo cómo voy en el score en un torneo; me olvido de lo que está pasando a mi alrededor. Pero ahora sí estoy preocupado por el ranking; lo veo y me pregunto cómo puede ser, si el año pasado estaba entre los 20 primeros y ahora no sé si figuro entre los 100. Son cosas que pasan. Esto es un deporte individual y el que anda mal es uno, no le podés echar la culpa a nadie. Muchas veces, los jugadores somos de buscar culpables.
-Entonces, ¿cómo vas a planificar la próxima temporada?
-Quiero trabajar muchísimo para regresar a los primeros 50 jugadores del mundo y volver a los majors, porque hasta ahora no estoy clasificado para ninguno de los cuatro.
-¿A qué torneo le apuntás?
-El tema está en rendir en tres torneos (San Diego Open, Northern Trust Open y AT&T National Pro Am) para clasificarme al Accenture Match Play, donde juegan los 64 mejores del mundo. Si entro ahí, todo se va a hacer mucho más fácil. Busco acceder a los majors, porque son torneos increíbles que cualquiera ansía ganar. Seguro que 2010 va a ser un año excelente.