Un Qatar de ficción que revoluciona el handball y es finalista en su Mundial

LUSAIL.- Alí se acerca, necesita hablar. Alí tiene 30 años y nació en Marruecos. Trabajó seis años en Melilla, una ciudad española anclada en el norte de Africa, y desde hace un año y medio pinta casas en Doha. Grita, se abraza con sus amigos marroquíes y hasta posan para una selfie con una bandera de su país. Extraña, claro. Pero siente que trabajar a orillas del Golfo Pérsico es la mejor manera de ayudar a su familia, a la que le envía dinero cada mes. Ubicado en una de las cabeceras del Hall Multipropósito de Lusail, comparte sector con hombres de Yemen, Senegal y Egipto. La mayoría usa la tradicional vestimenta blanca musulmán y flamea una bandera. Pero no es la propia. Forman parte de una de las tres hinchadas que tiene Qatar en el estadio. Una, la "africana", pone el ruido y el ritmo. Otra, la "española", está formada por 60 hinchas que llegaron contratados con todos los gastos pagos. La tercera, en la otra cabecera, lleva la ropa deportiva de la selección. Junto con los casi 10 mil qataríes que pusieron a tope el complejo, vibran con una selección con mayoría de nacionalizados. Pero poco importa. Tras vencer a Polonia por 31-29, todos celebran la revolución. Qatar, el dueño de casa, tendrá su final en el Mundial de handball .

"Están tratando injustamente a Qatar", se quejan desde el plantel finalista. Las críticas que llegaron desde Europa en las últimas horas van tomando cada vez más forma. Y más fuerza. Los europeos, siempre abiertos a la nacionalización en el handball, no aprueban al combinado multinacional qatarí. Por algo, los franceses que esperaban por la semifinal ante España, reaccionaron ante los fallos arbitrales y alentaron por Polonia. No lo hacían por la cercanía geográfica. Los jugadores polacos también reaccionaron sobre el final y aplaudieron irónicamente. Algo que no soportó Daniel Saric, el arquero local. El ídolo que juega en Barcelona y ya integró las selecciones de Serbia y Bosnia. Saric no está solo en eso de sellar el pasaporte: en Qatar hay montenegrinos, un francés, un cubano, un tunecino, un español y un egipcio. Todos bajo las órdenes de Valero Rivera, el entrenador español campeón del mundo en 2013 y que ahora va por otra vuelta. Por acá señalan que Rivera tiene la caja negra del handball.

Desde su palco, el emir Tamim bin Hamad bin Khalifa Al Thani siguió cada paso de su selección. Después, como ya es costumbre, se acercó al vestuario para la felicitación formal. Para Qatar, el éxito deportivo significa sumar credibilidad para ser reconocido como un actor importante del deporte internacional. El gran objetivo es el Mundial de fútbol 2022, aunque el sueño son los Juegos Olímpicos.

Primer equipo no europeo en llegar a la final, el pequeño emirato romperá con la hegemonía. Desde 1938 hasta la fecha, las banderas del Viejo Continente siempre flamearon en cada podio. Túnez y Egipto, en 2005y 2001, lograron llegar a las semifinales, pero se quedaron con el cuarto puesto. Un éxito que vale la pena analizarlo dentro del contexto del handball, que autoriza a cualquier jugador que no haya jugado con una selección desde hace tres años a representar a otro equipo nacional, siempre que tenga el pasaporte de ese país.

Mientras Alí, el marroquí, se abraza en la tribuna por el triunfo, una madre polaca se lamenta junto a sus hijos y acompaña la bronca por la derrota con dos gestos: primero, el del pulgar hacia bajo; después, el de "equipo comprado". "No nos han pagado para venir. Leo en la prensa que nos han pagado millones por venir, pero es falso. Yo no he recibido nada. Es más una oportunidad deportiva que financiera", aclaró el francés Bertrand Roiné en los últimos días. Aunque la prensa europea publique sueldos de 70 mil euros e informes sobre premios cercanos al millón de euros por el título, en el plantel asiático hacen oídos sordos. Desde el equipo explican que el presente tiene estrecha relación con el apoyo del gobierno. Así lo hizo saber el entrenador, que destacó un trabajo y un financiamiento que ya lleva casi ocho años.

La fiesta, con cierto aire a los festejos en el fútbol africano, continuó en el anillo exterior, en las escaleras, en las puertas de salida de un complejo cinco estrellas que vibró con el handball. Alí avisa que estará el domingo, firme, junto a sus amigos. Los mismos que se lanzan a hablar sobre su pasado, pero evitan referirse a cómo y por qué están en las tribunas de Lusail. "Espero estar en 2022", se despide. Es el mismo sueño de Qatar, que crece y se potencia a base del oro negro. Un emirato que se desarrolla a un ritmo frenético y sorprende a cada paso con cierto aire futurista que se entremezcla con rituales y culturas milenarias. Avanza a su manera. Y ahora va por más.

El aplauso irónico de los polacos, tras el partido

Francia venció a España y jugará la final ante Qatar

En segundo turno, Francia, bicampeona olímpica y campeona europea, volvió a dar muestras de su poderío y derrotó a España por 26-22. Una vez más, el arquero Thierry Omeyer (48% de efectividad) se erigió como la figura de los galos. Ahora, los franceses llegan como favoritos a la final ante Qatar, a disputarse el próximo domingo a las 13.15, hora argentina, en Lusail. El partido por la medalla de bronce enfrentará a España y Polonia, a las 10.30.

Francia, el mejor equipo de los últimos 20 años, irá por su quinto título del mundo, tras las conquistas de 1995, 2001, 2009 y 2011.